LECCIÓN 150
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
(139)
Aceptaré la Expiación para mí
mismo.
(140)
La salvación es lo único que
cura.
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN 150
“Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”
(139) Aceptaré la Expiación para mí mismo
(140) La salvación es lo único que cura
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en el Cuarto Repaso
Comentario
Tal
como yo lo entiendo, aceptar la Expiación para mí mismo significa permitir a
Dios que me libere de todas las clases de culpa. Abandonar todos mis juicios
contra mí mismo, todas las valoraciones de mí mismo que me rebajan. Significa
que no soy mis pensamientos y que, por encima de todo, no soy mi ego. No soy lo
que he pensado que soy. No soy lo que temo que soy. Aceptar la Expiación para
mí mismo significa que puedo contemplar mi ego sin condena, reconocerlo como un
error tonto acerca de mí que puede ser corregido.
Cuando
acepto la Expiación para mí mismo, dejo de medirme con medidas injustas y me acepto
a mí mismo tal como soy. Puedo contemplarme a mí mismo con amor, verme con
compasiva aceptación. En el instante santo acepto la Expiación, y para entrar
en él no es necesario que no tenga pensamientos de ego, únicamente que no tenga
pensamientos que quiera conservar (ver T.15.IV.9:1-2). Reconozco que he
cometido errores, pero estoy dispuesto a que cada error sea corregido, y no
acepto ninguna culpa por esos errores. No permito que mis errores me impidan el
instante santo, porque el instante santo es el lugar donde esos errores pueden
ser corregidos, y sus consecuencias deshechas.
Esto es
la salvación. Esto es el deshacimiento de los errores, la corrección de los
errores.
La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no
apoyar el mundo de sueños y de malicia. De esta manera, las ilusiones
desaparecen. Al no prestarles apoyo, deja que simplemente se conviertan en
polvo. (L.pII.2.3:1-3)
Esto es
lo único que cura. Cualquier cosa menos que esto es un simple alivio de los
síntomas, un simple cambio de forma sin cambiar el contenido. La causa de la
culpa debe ser deshecha. “El Espíritu Santo sabe que la salvación es escapar de
la culpabilidad” (T.14.III.13:4).
Saber
que mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios es escapar de la culpa. Saber
que mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios es la salvación y
verdaderamente cura mis males. La Expiación es la respuesta de Dios a todo lo
que hay en mi mente que parece ser diferente de Dios. Borra cada pensamiento que se opone a la verdad y me deja con la
verdad limpia y pura de mi inocencia. Puedo traer cada pensamiento de ego, cada
pensamiento no digno, cada pensamiento de aislamiento y separación, cada
pensamiento de dolor y venganza y desesperación a este milagroso lugar de la
Expiación, dejarlo allí sobre el altar de mi mente, y verlo desaparecer:
Éste es el cambio que brinda la percepción verdadera: lo que antes se
había proyectado afuera, ahora se ve adentro, y ahí el perdón deja que
desaparezca. Ahí se establece el altar al Hijo, y ahí se recuerda a su Padre.
Ahí se llevan todas las ilusiones ante la verdad y se depositan ante el altar.
Lo que se ve como que está afuera no puede sino estar más allá del
alcance del perdón, pues parece ser por siempre pecaminoso. ¿Qué esperanza puede
haber mientras se siga viendo el pecado como algo externo? ¿Qué remedio puede
haber para la culpabilidad? Mas al ver a la culpabilidad y al perdón dentro de
tu mente, éstos se encuentran juntos por un instante, uno al lado del otro,
ante un solo altar. Ahí, por fin, la enfermedad y su único remedio se unen en
un destello de luz curativa. Dios ha venido a reclamar lo que es Suyo. El perdón
se ha consumado. (C.4.6:1-10)
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-150-audios-mp3_rf_3929534_1.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario