LECCIÓN 242
Este día se lo dedico a Dios.
Es el regalo que le hago.
1. Hoy no dirigiré mi vida por mi cuenta. 2No
entiendo el mundo, por lo tanto, tratar de dirigir mi vida por mi cuenta es una
locura. 3Mas hay Alguien que sabe qué es lo que más me conviene. 4Y
Él se alegra de tomar por mí únicamente
aquellas decisiones que me conducen a Dios. 5Pongo este día en Sus
manos, pues no quiero demorar mi regreso al hogar, y es Él el que conoce el
camino que me conduce a Dios.
2. Y así, ponemos este día en Tus Manos. 2Venimos
con mentes completamente receptivas. 3No pedimos nada que
creamos desear. 4Concédenos tan sólo lo que Tú deseas que
recibamos. 5Tú conoces nuestros deseos y necesidades. 6Y nos
concederás todo lo que sea necesario para ayudarnos a encontrar el camino que
nos lleva hasta Ti.
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 242
- 30 AGOSTO
“Este día se
lo dedico a Dios. Es el regalo que le hago”
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del
Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
Hoy no dirigiré mi vida por mi cuenta. (1:1)
En un
día que parece acelerado y sobrecargado de cosas que hacer, es un alivio
recordar que no necesito dirigir mi vida solo. Puedo cargarme con miles de
pequeñas decisiones, o puedo relajarme en Sus manos. Puedo hacer una lista de
las cosas que hay que hacer, pero puedo abandonar todo apego a hacer cualquiera
de ellas. En cada momento, puedo confiar en que sabré qué hacer a continuación,
y que mi elección será perfecta.
Sin
embargo, lo que es importante no es la dirección del Espíritu Santo sino Su
compañía. Hoy no estaré solo, aunque no tenga ninguna otra presencia humana
conmigo. De manera consciente puedo estar con Dios, y Dios conmigo. En lugar de
hablar en voz alta conmigo mismo, ¿por qué no hablar en voz alta con Jesús? Él
es un compañero mucho más sabio que mi mente limitada.
No entiendo el mundo, por lo tanto, tratar de dirigir mi vida por mi
cuenta es una locura. (1:2)
Hay una
gran resistencia en mí, en todos nosotros, a darnos cuenta de que no entendemos
ni podemos entender el mundo. No entiendo nada, Mi consciencia de lo que está
sucediendo es una parte infinitamente pequeña de nuestro planeta y su gente. No
sé nada de otros planetas y galaxias, y desconozco casi por completo los
muchísimos reinos más allá del físico: seres espirituales, ángeles, Maestros
ascendidos, lo que quiera que exista. No sé que el empleado de la lavandería
necesita una sonrisa, o lo que está sucediendo en mentes aparentemente
separadas de la mía. ¿Cómo puedo por mi cuenta ni siquiera pensar en decidir
qué hacer, a dónde ir, qué decir?
Algunos
acontecimientos tienen lugar, como una cita que se retrasa para otro día y
finalmente se fija para el momento que menos quería (según mis preferencias).
Si pienso que entiendo lo que está sucediendo, si pienso que mis preferencias
es lo más importante, podría sentirme disgustado. Si me doy cuenta de que no
entiendo el mundo, abandono mis preferencias, acepto la situación y confío. Y
me presento en la puerta de mi amiga unos minutos después de que ella se haya
enterado de la muerte repentina de una amiga, y me encuentro allí para
consolarla cuando lo necesita. Y, no es por casualidad, preparado por la charla
acerca de la muerte con otro amigo la tarde anterior, cuando yo no tenía ni
idea de por qué accedí a esa charla cuando tenía otras cosas por hacer que a mí
me parecían más importantes. ¡Qué insensato no dejarme guiar por Él!
Así que
hoy, de nuevo, renuncio a ser mi propio maestro y me afianzo más profundamente
en la consciencia de que no sé, de que no entiendo, y saber eso es sabiduría.
Pongo este día en las manos de Dios: “Es el regalo que Le hago”. ¡Éste sí que
es un buen trato! Abandono todos mis planes para este día, y ¡Él lo llena de
milagros! Para eso es para lo que Él lo quiere. Se necesita un gran esfuerzo al
principio para abandonar lo que creo saber. Pero cuando lo hago, sólo llega la
alegría.
Mas hay Alguien que sabe qué es lo que más me conviene. Y Él se alegra
de tomar por mí únicamente aquellas decisiones que me conducen a Dios. Pongo
este día en Sus manos, pues no quiero demorar mi regreso al hogar, y es Él el
que conoce el camino que me conduce a Dios. (1:3-5)
“Lo que
más me conviene” no significa necesariamente que haré todo lo que yo creo que
tengo que hacer, o que respecto a la forma todo saldrá a la perfección (en mi
opinión). A menudo eso es lo que significa, pero otras veces no. “Lo que más me
conviene” significa “las cosas que me guían a Dios”. Significa “regresar al
hogar” y avanzar en el “camino a Dios”. Porque para eso es la vida en este
mundo. “El único propósito de este mundo es sanar al Hijo de Dios”
(T.24.VI.4:1), y nada más. Si Le doy mi día a Dios, al Espíritu Santo, acabaré
el día más cerca de Dios, más cerca del hogar; ése es mi propósito cada día de
mi vida. Nada más. Todos los demás acontecimientos son accesorios del escenario
para esta obra que se está representando.
No
importa qué otra cosa pueda suceder, si paso este día más consciente de la
compañía de Jesús, en paz más a menudo, un poco más feliz en cada minuto o
durante más tiempo, eso ya es un triunfo.
Y así, ponemos este día en Tus Manos. Venimos con mentes completamente
receptivas. No pedimos nada que creamos desear. Concédenos tan sólo lo que Tú
deseas que recibamos. Tú conoces nuestros deseos y necesidades. Y nos
concederás todo lo que sea necesario para ayudarnos a encontrar el camino que
nos lleva hasta Ti. (2:1-6)
“Mentes
completamente receptivas”. Sin ninguna idea de antemano acerca de lo que
debería suceder. “Completamente” significa totalmente abiertas, completamente
receptivas. Y en cuanto a lo que esperamos que suceda, cualquier cosa puede
fallar pero no nos sentimos disgustados. Y en cuanto a lo que no esperamos que
suceda, cualquier cosa puede ocurrir, y no nos sentimos disgustados. Reconozco
que mi mente no quiere estar completamente abierta y receptiva. Por ejemplo,
pienso que si antes de comer no termino el artículo que estoy escribiendo,
podría sentirme disgustado. Si tengo ese pensamiento, que me dé cuenta de que
sólo es mi pensamiento, no es un hecho. ¿A qué otras cosas me aferro hoy?
Jesús, quiero estar completamente abierto y receptivo, y no es fácil.
¿Cómo
puedo abandonar lo que yo quiero y necesito? Recordando que “Tú conoces
nuestros deseos y necesidades”. Él sabe lo que creo que necesito, y no necesito
pedirle esas cosas. Él ya lo sabe. Y si el día no trae lo que creo que quiero,
no es porque Él no lo sepa, o porque ha perdido mis datos, o porque me esté
castigando por alguna culpa imaginaria. Es porque lo que yo creía que quería no
es lo que más me conviene. El Espíritu Santo no es desconsiderado ni olvidadizo.
Él nos concederá “todo lo que sea necesario para ayudarnos a
encontrar el camino que nos lleva hasta Dios”. Que mi mente abandone la defensa
de hacer planes, y que siga este consejo: “No permitas que ninguna defensa,
excepto tu presente confianza, dirija el futuro, y esta vida se convertirá en
un encuentro significativo con la verdad, la cual sólo tus defensas
podrían ocultar” (L.135.19:2).
¿Qué es el mundo?
(Parte 2)
L.pII.3.1:4-5
Si el
mundo es sólo el efecto del pensamiento de separación en mi mente, entonces es
cierto que:
“Cuando
el pensamiento de separación haya sido sustituido por uno de verdadero perdón,
el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera que
conduce a la verdad…” (1:4). El remedio para el pensamiento de separación es el
perdón verdadero. Si el Curso es un curso en cambiar nuestros pensamientos, los
pensamientos que se están cambiando son los pensamientos de separación, y se
están cambiando por pensamientos de verdadero perdón. La “barrera” que nos mantiene
separados es nuestra falta de perdón, nuestros resentimientos, nuestros juicios
de que los demás no se merecen amor. El resultado de cambiar estos pensamientos
por pensamientos de perdón es que vemos el mundo de una manera muy diferente.
En lugar de un mundo de juicios, vemos el mundo real. En lugar de enemigos,
vemos hermanos. Y la visión de este mundo real “conduce a la verdad”, de la
percepción al conocimiento, del mundo real al Cielo.
Esta
luz “conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con
todos sus errores” (1:4). En otras palabras, como ya hemos visto el cambio va
del “mundo” (resultado del pensamiento de separación) al “mundo real”
(resultado del pensamiento de perdón), y luego al “Cielo” (la verdad), donde no
existe el mundo en absoluto.
El
proceso por el que pasamos en el mundo es la sanación de nuestros pensamientos
de separación. A medida que esos pensamientos sanan, empezamos a ver el mundo
real cada vez más, un mundo en el que sólo se refleja amor. Pero cuando el
pensamiento de separación se ha sanado por
completo en cada parte de cada pedazo
de mente, no sólo se verá el mundo de manera diferente, desaparecerá. “Ahora su
fuente (el pensamiento de separación) ha desaparecido, al igual que sus efectos
(el mundo y todos sus errores)” (1:5).
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-242-audios-mp3_rf_5311235_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
http://www.michelgaymard.com/site/leccion-242-este-dia-se-lo-dedico-a-dios-es-el-regalo-que-le-hago/
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