LECCIÓN 264
El Amor de Dios me rodea.
1. Padre,
estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y
dondequiera que voy. 2Estás en
todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía.
3En Ti el
tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. 4Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo
es el Amor Mismo. 5No hay
otra fuente que ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, nada que se
encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a
todas las cosas dentro de Sí. 6Padre, Tu Hijo es como Tú. 7Hoy
apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor.
2. Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. 2Ésta
es la plegaria de la salvación. 3¿No deberíamos acaso unirnos a lo
que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 264
- 3 SETIEMBRE
“El Amor de
Dios me rodea”
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del
Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
La
mayor parte de la lección de hoy es una oración preciosa, y mi sugerencia es
que tomemos el tiempo no sólo de leerla, sino de leerla en voz alta, con todo
el sentimiento de que seamos capaces. Jesús dice:
Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. Ésta es la plegaria
de la salvación. (2:1-2)
¿Lo vas
a hacer? Quizá podemos hacer una pausa al mediodía, cada uno en su zona
horaria, y al hacerlo, darnos cuenta de que otros se están uniendo a nosotros
en ese mismo momento para hacer juntos esta misma oración. Y Jesús se une a
todos nosotros cada vez que repetimos: “Que
a través nuestro, el mundo sea bendecido con paz” (L.360).
(Si no puedes hacer una pausa al mediodía, hazla en
cualquier otro momento. Alguien, en alguna parte, se estará uniendo a ti.)
Imagínate el efecto en ti si por lo menos una vez
por hora, y más si es posible, sencillamente te paras un instante y en silencio
repites para tus adentros: “El Amor de Dios me rodea”.
“Dios es tu seguridad” dice la Lección 261. El
propósito de estas diez lecciones es centrar nuestra atención sobre el amor,
que es “invisible”, en lugar de prestar atención al cuerpo, que es visible. Un
párrafo del Texto, que da la casualidad que estoy leyendo hoy, dice:
Cuando hiciste que lo que no es verdad fuese visible, lo que es verdad
se volvió invisible para ti… Es invisible para ti porque estás mirando a otra cosa.
(T.12.VIII.3:1,3)
Por lo
tanto, lo que no se ve no ha desaparecido. El amor sigue estando en mi mente
porque Dios lo puso allí. El amor sigue estando en todo, rodeándome, y lo veré
si dejo de buscar otra cosa. Jesús dice que si miramos al amor el tiempo
suficiente, lo que no existe se hará invisible para nosotros. Ese proceso es el
cambio del que habla el Curso. Cuando dejamos de querer ver algo diferente al
amor, sólo veremos amor. Ese resultado es inevitable porque el amor es lo único
que existe.
Queremos
ver separación, queremos ver cuerpos, porque pensamos que de algún modo eso nos
mantiene a salvo. Mantiene nuestra individualidad. Sin embargo, nuestra
verdadera seguridad está en el amor. Nuestra verdadera seguridad está en darnos
cuenta de que somos parte de ese inmenso océano de amor que nunca termina. El
cuerpo, el ego y la consciencia individual (separada del resto) no son lo que
necesitamos conservar y aferrarnos a ello. Más bien, lo que necesitamos es
unirnos a la Consciencia Universal y hacer nuestro papel en la unión con la
Mente Universal, sin ningún propósito para esta parte pequeñita, sino
únicamente un propósito que sirve al Todo.
El modo
de sentir amor es dándolo. Pues si el amor es compartir, ¿cómo ibas a poder
encontrarlo excepto a través de sí mismo? (T.12.VIII.1:5). Hoy voy a abrir mi
corazón para amar a todos. Que sepa que ésta es mi función. Cuando abro mi
corazón para que el amor se extienda hacia fuera, el amor entra a raudales. Y
lo que amo es a mí mismo, y no algo que está separado de mí. No soy sólo una
parte, existo en relación con todo el universo. El Todo está en cada parte.
Todo está relacionado con todo lo demás, y sólo el Todo tiene significado. El Amor de Dios me rodea.
¿Qué es el cuerpo?
(Parte 4)
L.pII.5.2:4-9
Nuestra
identificación con el cuerpo parece protegernos del Amor. La locura del ego
cree que la muerte “demuestra” que estamos separados. Sin embargo, en la
realidad únicamente existe nuestra unidad. Si somos uno, la lección pregunta:
Pues si su unidad aún permaneciese intacta, ¿quién podría atacar y
quién podría ser atacado? ¿Quién podría ser el vencedor? ¿Quién la presa?
(2:4-6)
Creemos
que el ataque es real, que hay víctimas y asesinos. Si nuestra unidad aún
permanece intacta (2:4), esto no puede ser real. Y por lo tanto esas
apariencias deben ser ilusorias, o de otro modo la unidad habría sido destruida. Los horrores de este mundo son los
intentos del ego de demostrar la destrucción de la unidad. La muerte es la
prueba del ego de que “el eterno Hijo de Dios puede ser destruido” (2:9). Como
alumnos del Espíritu Santo, negamos esto.
No
negamos que, dentro de la ilusión, existan víctimas y asesinos. No fingimos
que, debido a las bombas, niños hayan saltado por los aires, que no se
practique el genocidio, que no haya atrocidades, que no esté habiendo guerras,
que por todo el mundo no se estén destruyendo vidas y familias y estabilidad
emocional. Todo esto es verdad dentro de
la ilusión. Lo que negamos es toda la ilusión. Negamos que este cuadro
represente a la realidad. Negamos que algo real pueda ser amenazado. Somos
conscientes de que lo que vemos es sólo un sueño. Vemos a los personajes del
sueño ir y venir, variar y cambiar, sufrir y morir. Mas no nos dejamos engañar
por lo que vemos (M.12.6:6-8). Damos testimonio de la realidad, invisible a los
ojos del cuerpo, pero que se ve con los ojos de Cristo.
La
verdad es: la Unidad existe. El mundo, el cuerpo y la muerte, niegan esta
verdad. Nuestra función como obradores de milagros es “negar la negación de la
verdad” (T.12.II.1:5). Negamos la separación, que es la negación de la verdad.
Estamos con las manos extendidas para ayudar y, sobre todo, para demostrar la
verdad de nuestra eterna unidad con nuestras palabras, nuestras acciones y
nuestros pensamientos.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-264-audios-mp3_rf_8399713_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
http://www.michelgaymard.com/site/leccion-264-el-amor-de-dios-me-rodea/
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