LECCIÓN 333
El perdón pone fin al sueño de conflicto.
1.
El conflicto debe ser resuelto. 2Si se quiere escapar de él, no debe
evadirse, ignorarse, negarse, encubrirse, verse en otra parte, llamarse por
otro nombre u ocultarse mediante cualquier clase de engaños. 3Tiene
que verse exactamente como es, allí donde se cree que está, y tiene que verse
también la realidad que se le ha otorgado y el propósito que le ha asignado la
mente. 4Pues sólo entonces se desmantelan sus defensas y la verdad
puede arrojar su luz sobre él según desaparece.
2. Padre, el perdón es la luz que Tú elegiste para
que desvaneciese todo conflicto y toda duda, y para que alumbrase el camino que
nos lleva de regreso a Ti. 2Ninguna otra luz puede dar fin a nuestro
sueño malvado. 3Ninguna otra luz puede salvar al mundo. 4Pues
dicha luz es lo único que jamás ha de fallar, ya que es el regalo que le has
hecho a Tu Hijo bienamado.
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 333 - 29 NOVIEMBRE
“El perdón pone fin al sueño de conflicto”
Instrucciones
para la práctica
Ver las instrucciones para
la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o
en la Tarjeta de Práctica de este
libro.
Comentario
¡Ésta es una lección
magnífica! Afirma sin posibilidad de duda, en palabras muy seguras, que no
podemos evitar corregir nuestros pensamientos equivocados de conflicto. Tenemos
que enfrentarnos a cada uno de ellos y aplicarle el perdón. Nuestros
pensamientos de conflicto “deben ser
resueltos” (1:1). No se irán por sí mismos. No podemos enterrar la cabeza en la
arena. Piensa en la lista de estrategias defensivas que nuestro ego nos
convence a usar: El conflicto (1:2):
SE
EVADE: Dejamos de lado el conflicto. Cuando sentimos una pérdida paz, vemos la
tele o nos vamos de compras. Cuando vemos un muro entre nuestro hermano y
nosotros, nos alejamos o nos ocupamos de un montón de cosas. Evitamos
enfrentarnos al conflicto en nuestra mente.
SE
IGNORA: Aparcamos el tema para “pensar en ello más tarde”, un “más tarde” que
nunca parece llegar.
SE
NIEGA: Fingimos que no existe. “¿Yo enfadado? No, estoy bien. No hay problema”.
SE
ENCUBRE: Lo disfrazamos, le echamos la culpa a nuestra desilusión o mal humor,
a las hormonas, al dolor de cabeza, o a un mal día en el trabajo. Pintamos “de
color de rosa” nuestra rabia interna, como dice Marianne Williamson. Sonreímos
y nos tragamos la ira o el dolor. Sea lo que sea que estamos pensando, no puede
ser “un pensamiento de asesinato”.
SE
VE EN OTRA PARTE: “¡No es culpa mía! Todo es culpa suya”. “No estaría sintiendo
estos sentimientos horribles si él no fuese tan condenadamente egoísta”.
SE
LE LLAMA POR OTRO NOMBRE: Negamos que lo que estamos sintiendo es odio o
ataque, quizá lo llamamos “ira justificada” o “guardar las distancias” o
“defender la verdad”.
Si
el conflicto en nuestra mente ha de ser resuelto, no puede “ocultarse mediante
cualquier clase de engaños” (1:2). Esto es el resumen de todas estas
estrategias. Estamos intentando ocultar
el hecho de que pensamientos de odio, ira, o asesinato han entrado en nuestra
mente. Esta costumbre establecida de esconder nuestro ego, de encerrarlo en el
armario cuando tenemos compañía, tiene que terminar para que podamos escapar
del conflicto.
Esto
no significa que, en lugar de esconder nuestro ego, deberíamos hacer alarde de
él o satisfacerlo. El propósito no es manifestar el ego sino expulsarlo. Pero
no podemos hacerlo si lo ocultamos, y a veces el proceso de quitar la máscara
del ego significa que, por un corto tiempo al menos, daremos rienda suelta al
ego en lugar de taparlo. A veces hay que manifestar la ira antes de darnos
cuenta de lo profundamente asentada que está. Sin embargo, ésta es sólo una
fase de transición, lo que buscamos es la sanación.
En
lugar de taparlo, lo que debemos hacer es:
VER
EL CONFLICTO DEL EGO EXACTAMENTE COMO ES: En otras palabras, reconocer como lo
que son: el odio, el ataque, el propio aislamiento (separación), la
grandiosidad, la ira, y el deseo de matar.
VER
DONDE SE CREE QUE ESTÁ: Esto significa ponerte en contacto con la situación tal
como el ego la ve. Por ejemplo, admitir que realmente crees que tu esposo es un
malvado, o que tú no eres digno de ser amado.
VER
LA REALIDAD QUE SE LE HA OTORGADO: Aquí reconocemos exactamente lo que pensamos
que es la situación, como ego. Entendemos que nos vemos a nosotros mismos como
solos en el universo, abriéndonos paso en la vida a zarpazos y sobreviviendo a
duras penas. Admitimos que el conflicto nos parece verdaderamente real. Si no estamos en perfecta paz y constantemente
felices, hay una razón, y la razón
siempre es algún aspecto del ego al que nos estamos agarrando, pero al mismo
tiempo negando. Tenemos que ver la realidad que le hemos dado.
VER EL PROPÓSITO QUE LE HA
ASIGNADO LA MENTE: Esto necesita verdadera lucidez y honestidad. El conflicto
que sentimos tiene un propósito, un propósito que nuestra mente le ha dado. El
propósito siempre es apoyar nuestro propio ego, siempre alguna forma del ego de
separación, alguna ilusión de ser independiente, de tener una existencia
separada. Sea cual sea el conflicto, nosotros
le damos su aparente realidad, y lo hacemos por alguna razón demente y oculta
del ego. Aquí es donde descubrimos nuestro miedo al amor, nuestro miedo a
unirnos, nuestra adicción a la separación. Aquí es donde descubrimos nuestra
oculta creencia en la culpa y el deseo de castigarnos a nosotros mismos.
Únicamente cuando estamos
dispuestos a pasar por esta especie de firme examen de uno mismo, tomando total
responsabilidad por nuestros propios pensamientos, se quitarán las defensas del
ego, y la verdad será libre para hacer desaparecer al ego. La verdad es el
perdón (1:4 y 2:1); es el perdón el que hace desaparecer todo conflicto y toda
duda. Cuando haya descubierto mi propio ego de este modo, perdonar a otros es
lo más natural y fácil del mundo, porque he reconocido que mi ego es un invento
mío y que la otra persona no tenía nada que ver en ello. He estado actuando por
razones dementes que ya no acepto más ni quiero. Pero si esto es cierto sobre
mí, debe serlo también sobre todo el mundo. El conflicto no ha sido real, ha
sido una ilusión luchando con otra ilusión, el miedo reaccionando ante el
miedo. Y con esa comprensión, mi propia culpa se derrite, y queda libre y
despejado el camino para que Dios venga.
¿Qué es el ego? (Parte 3)
L.pII.12.2:1-3
“El ego es demente” (2:1). En la medida en que nos identificamos con
nuestro ego, también estamos locos, como el Curso nos recuerda a menudo. Y
todos nos identificamos con nuestro ego más de lo que nos damos cuenta; sin
duda, la identificación con el ego es casi total. El ego es lo que suponemos
que somos, la base desde la que actuamos todo el tiempo. Todos nos consideramos
limitados, seres separados, viviendo en un cuerpo y condenados a morir con él.
Sin embargo, esta locura no es nuestra realidad; nuestro verdadero Ser
compartido permanece cuerdo, y ésa es nuestra salvación y la muerte del ego. El
ego “lleno de miedo, cree alzarse más allá de lo Omnipresente” (2:2). Dios y Su
creación es todo lo que existe. Pero el ego cree que ha ido más allá, rechaza a
Dios como Creador e intenta imaginarse a sí mismo como fuera de Dios y de Su
creación. El ego se considera “aparte
de la Totalidad” (2:2). ¿Cómo puedes estar separado de lo que es Todo? Todo es
Todo. Incluye todas las cosas. El ego se considera “separado de lo Infinito” (2:2). La misma idea. Está
claro que todos estos ejemplos son completamente imaginarios. No es posible
estar separado de lo Infinito. Pero el ego desafiante y de manera demente cree
que ése es su estado. Ésa es la definición del ego. Desde esta comprensión,
creer que uno está condenado es el colmo del ego.
“En su demencia cree también haber vencido a Dios
Mismo” (2:3). Eso es la condenación: es afirmar “He logrado desbaratar la
Voluntad de Dios”. La culpa es una negación del ego del poder del Amor de Dios.
El pensamiento de “Nunca aprenderé este Curso. Nunca alcanzaré la
iluminación”es una afirmación de que tu voluntad es más poderosa que la de
Dios. Si la Voluntad de Dios es que seas feliz, la tristeza es proclamar que
has vencido a Dios.
El Curso
nos dice que es una locura pensar que tales cosas son posibles. No nos condena
por pensarlas. Más bien, nos dice que dejemos de escuchar tales pensamientos.
El ego es algo imposible: “Este curso no tiene otro
propósito que enseñarte que el ego es algo increíble y que siempre lo será”
(T.7.VIII.7:1). Dios es infinito, está en todas partes, es Todo. Si el ego es
un pensamiento que está más allá de Dios, entonces no podemos creer al ego. Tal
cosa no puede ser.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=CEQlTke-OZg
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