Lección 341 - 7 de Diciembre, “Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo”

Lecciones UN CURSO DE MILAGROS


13. ¿Qué es un milagro?

1. Un milagro es una corrección. 2No crea, ni cambia realmente nada en absoluto. 3Simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso. 4Corrige el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función del perdón. 5Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo. 6No obstante, allana el camino para el retorno de la intem­poralidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo.
2. En el milagro reside el don de la gracia, pues se da y se recibe como uno. 2Y así, nos da un ejemplo de lo que es la ley de la verdad, que el mundo no acata porque no la entiende. 3El mila­gro invierte la percepción que antes estaba al revés, y de esa manera pone fin a las extrañas distorsiones que ésta manifestaba. 4Ahora la percepción se ha vuelto receptiva a la verdad. 5Ahora puede verse que el perdón está justificado.
3. El perdón es la morada de los milagros. 2Los ojos de Cristo se los ofrecen a todos los que Él contempla con misericordia y con amor. 3La percepción queda corregida ante Su vista, y aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir. 4Cada azucena de perdón le ofrece al mundo el silencioso milagro del amor. 5Y cada una de ellas se deposita ante la Palabra de Dios, en el altar universal al Creador y a la creación, a la luz de la perfecta pureza y de la dicha infinita.
4. Al principio el milagro se acepta mediante la fe, porque pedirlo implica que la mente está ahora lista para concebir aquello que no puede ver ni entender. 2No obstante, la fe convocará a sus testigos para demostrar que aquello en lo que se basa realmente existe. 3Y así, el milagro justificará tu fe en él, y probará que esa fe descan­saba sobre un mundo más real que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido de lo que tú pensabas que se encontraba allí.
5. Los milagros son como gotas de lluvia regeneradora que caen del Cielo sobre un mundo árido y polvoriento, al cual criaturas hambrientas y sedientas vienen a morir. 2Ahora tienen agua. 3Ahora el mundo está lleno de verdor. 4Y brotan por doquier señales de vida para demostrar que lo que nace jamás puede morir, pues lo que tiene vida es inmortal.





LECCIÓN 341

Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo.

1. Padre, Tu Hijo es santo. 2Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y con una ternura tan entrañable, profunda y serena que el universo te devuelve la sonrisa y comparte Tu Santidad. 3Cuán puros y santos somos y cuán a salvo nos encontramos nosotros que moramos en Tu Sonrisa, y en quienes has volcado todo Tu Amor; nosotros que vivimos unidos a Ti, en completa hermandad y Paternidad, y en inocencia tan perfecta que el Señor de la Inocencia nos concibe como Su Hijo: un universo de Pensa­miento que le brinda Su plenitud.
2. No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la Palabra que Dios nos ha dado. 2Y en su benévolo reflejo nos salvamos.

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Ayuda para las lecciones:
de  Robert Perry  y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf


COMENTARIOS A LAS LECCIONES FINALES: 341-365

Robert Perry

Empezando con “¿Qué es un milagro?” y la Lección 341, hay varios cambios en el Libro de Ejercicios, según se acerca al final. Todos estos cambios significan lo mismo: estamos acercándonos más a la experiencia a la que el Curso nos está llevando. La Introducción a la Segunda Parte decía: “Ahora empezamos a alcanzar el objetivo que este curso ha fijado y a hallar la meta hacia la que nuestras prácticas han estado siempre encaminadas” (L.pII.In.1:5). Aquí, al final del Libro de Ejercicios, esto se está haciendo aparentemente verdad. Nos estamos acercando cada vez más a esta meta. Voy a detallar los cambios a los que me refiero para que puedas verlo por ti mismo.


La atención en los milagros

Como he mencionado arriba, estos cambios en el Libro de Ejercicios empiezan con la sección “¿Qué es un milagro?” Esta sección señala el comienzo de una mayor atención en los milagros. Antes de esta sección, sólo cinco títulos de lecciones contenían la palabra “milagro”. Esto hace cinco de 270 títulos de lecciones (o una de cada 54). Sin embargo, después de este punto la palabra “milagro” aparece en ocho de los 21 últimos títulos (cerca de una de cada tres). En otras palabras, “milagro” aparece veinte veces más frecuentemente en el último grupo de lecciones que en el resto del Libro de Ejercicios.

¿Qué significa esto? Bueno, es un curso de milagros. Es un libro diseñado para enseñarnos milagros. La impresión que tengo es que en esta sección final del Libro de Ejercicios nos estamos acercando a ese propósito. Los milagros se convierten en lo que centramos la mayor atención. Nos dedicamos cada vez más a ofrecérselos a nuestros hermanos. Por lo tanto, en mi opinión, esta atención final a los milagros señala que nos estamos acercando al propósito del Curso. 

Las ideas del día son más largas

Empezando en la Lección 99, las ideas del día han sido generalmente de una línea. Esto se ha mantenido durante 240 lecciones. Ahora, empezando con la Lección 342, las ideas del día han doblado su longitud. Empezamos a recibir dos líneas. Luego, empezando en la Lección 347, pasan a tres líneas.

Tres líneas son mucho para tratar. ¿Qué significa este cambio? A mí me dice que estamos entrando en un nivel más profundo en las prácticas. La práctica se ha convertido en una parte tan importante de nosotros que tres líneas no son mucho. De hecho, tres líneas son bien recibidas, pues queremos algo que nos acerque más profundamente a la experiencia que buscamos. Queremos algo en lo que podamos desaparecer.

Las oraciones sustituyen a las lecciones

Hasta este momento, Las lecciones de la Segunda Parte se han compuesto de tres cosas: 1) la idea del día, 2) una oración (escrita en cursiva) y 3) un párrafo de comentario acerca de la idea del día. De estas dos últimas, a veces la oración iba primero. Otras veces el párrafo del comentario iba primero. A veces una era más larga, otras veces más corta.

Ahora, en la Lección 341, esto cambia. Las oraciones siempre vienen primero y son más largas de lo que lo han sido. Los párrafos del comentario vienen en segundo lugar y se reducen a dos o tres frases. Después en la Lección 351, el párrafo del comentario desaparece. Durante las lecciones que quedan ya sólo está la oración.

Pienso que el significado de este cambio está claro. Uno de los temas principales de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios ha sido el acercamiento directo a Dios. Esto empezó cuando nos preparábamos para la Segunda Parte, con lecciones que incluían oraciones a Dios (que empezó en la Lección 163), que estaban directamente dirigidas a Dios (que empezó en la Lección 168) y que se proponían la experiencia directa de Dios (que empezó en la Lección 157). Esto se intensificó cuando entramos en la Segunda Parte, donde cada día decíamos una oración a Dios como un modo de entrar en la experiencia de Su Presencia.

Ahora, al acercarse el Libro de Ejercicios a su fin, esa oración diaria se hace más destacada. Leer las palabras del comentario va perdiendo importancia y desaparece. Estamos dejando eso atrás y entramos directamente en la Presencia de Dios. Entonces, aquí hay otro cambio que indica que nos estamos acercando a la meta del Curso.

Nos acercamos a la experiencia más allá de las palabras

En la sección que introduce las lecciones 351-360 y en la Introducción a las lecciones finales (361-365) se nos dice prácticamente lo mismo:

La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin ahora. (L.pII.14.2:1)

En nuestras lecciones finales utilizaremos la mínima cantidad de palabras posible. Tan sólo las utilizaremos al principio de nuestras prácticas, y únicamente para que nos recuerden que lo que buscamos es ir más allá de ellas. (L.Fi.In.1:1-2)

Ir más allá de las palabras ha sido un tema continuo en el Libro de Ejercicios desde el Quinto Repaso (Lecciones 171-180). Cuando las palabras empezaron a llevarnos a la experiencia de su significado, empezamos a apoyarnos en ellas cada vez menos. Se convirtieron en cortas introducciones a los instantes de experiencia pura. Todavía estamos en esa fase. Sí, según la primera cita de arriba, estamos casi llegando a su fin. Estamos cerca de ir más allá de la necesidad de palabras. Pronto, sin una sola palabra, podremos entrar en “los períodos de experiencia profunda e inefable” (L.pII.In.11:2). 

Nos hemos unido en propósito a Jesús
La última sección de ¿Qué es?: “¿Qué soy?” hace un comentario significativo sobre la aceleración del progreso que se supone que estamos haciendo aquí al final del Libro de Ejercicios:

Mas en los últimos días de este año que tú y yo juntos le ofreci­mos a Dios, hemos encontrado un solo propósito, el cual compartimos. Y así, te uniste a mí, de modo que lo que yo soy tú lo eres también. (L.pII.14.2:2-3)

Según este fragmento, después de todo un año que nosotros y Jesús Le hemos entregado juntos a Dios, al final de este año, por fin, nos hemos unido a Jesús. Finalmente nos hemos unido con Él en un propósito común. Ésta es una afirmación profundamente significativa. En la enseñanza del Curso, compartir un propósito con alguien es lo que nos permite unirnos a esa persona. Es lo que hace que esa relación sea santa. Y las relaciones santas son las que nos permiten alcanzar la iluminación, la salvación. Por lo tanto, Jesús quiere decir aquí que hemos establecido una relación santa con Él. Lo que Él dice es tan importante como lo que conlleva. Al compartir un solo propósito con Él, nos hemos unido a Él, somos uno con Él. Esto significa que lo que Él es, nosotros lo somos también. Somos lo mismo que Jesús. Entonces aquí hay una afirmación muy clara de que un salto significativo en nuestro desarrollo ha ocurrido aquí al final del Libro de Ejercicios.

¿Estamos realmente donde el Libro de Ejercicios actúa como que ya lo estamos?

La sencilla respuesta a esta pregunta es “no”. Muy poco de lo que acabo de decir será verdad incluso de aquellos que han practicado el Libro de Ejercicios con dedicación y fielmente. Por ejemplo, no habremos logrado completamente nuestra función de dar milagros a todos. No estaremos en una posición desde la que con sólo decir la oración entraremos directamente en la experiencia de Dios. Todavía dependeremos en cierto modo de las palabras. Y quizá no nos hayamos unido a Jesús todavía en un propósito común. A decir verdad, el Libro de Ejercicios habla como si hubiésemos avanzado más de lo que probablemente lo haremos.

¿Por qué digo esto con tanta seguridad? Por una razón muy sensata que necesita explicación. El Epílogo del Libro de Ejercicios empieza con esta afirmación: “Este curso es un comienzo, no un final”. Esto claramente supone que has acabado el Curso, aunque no has terminado tu viaje ya que el Curso es sólo un comienzo. Por lo tanto, la persona a la que habla aquí se ha graduado en el Curso. Ya no necesita estudiar el Texto ni practicar las lecciones del Libro de Ejercicios. Ha terminado con el libro. Pues le ha llevado a las manos del Espíritu Santo, Quien Le conducirá durante el resto del camino. Por supuesto, este estado de ser es a lo que nos están llevando todos esos cambios que hemos examinado arriba.

Ahora todo lo que las palabras o las lecciones harían por nosotros, lo hará el Espíritu Santo. Y más. El Espíritu Santo nos dará todas las respuestas que necesitemos para cualquier cosa que parezca perturbarnos (1:5-6). Él solucionará todos nuestros problemas y aclarará todas nuestras dudas (1:7). Él dirigirá nuestras práctica interiores y nos dirá cuándo practicar (3:3). Él nos guiará en toda dificultad o dolor (4:1). Él nos guiará, nos brindará paz y nos ofrecerá una dirección segura (5:5).

¿Quién tiene realmente este tipo de relación con el Espíritu Santo? Para contestar esto, vayamos a la Sección 16 del Manual para el Maestro: “¿Cómo debe pasar el día el maestro de Dios?” El primer párrafo de esta sección describe una escena que es prácticamente idéntica a la que se acaba de describir. Las dos escenas han ido más allá de la dependencia de programas externos, lecciones señaladas o patrones establecidos para el día. En lugar de eso, las dos escenas confían directamente en el Maestro Interno, el Espíritu Santo. Al enfrentarse a los desafíos en constante cambio de nuestra vida, Él dirige continuamente nuestros esfuerzos, diciéndonos todo lo que necesitamos saber.

Afortunadamente, la Sección 16 del Manual pone un nombre a esto. Es el maestro avanzado de Dios. Después de describir al maestro avanzado, esta sección aconseja a aquellos que acaban de terminar el Libro de Ejercicios. Da por sentado que todavía necesitarán confiar de algún modo en estructuras externas. Ya no necesitan más el Libro de Ejercicios, pero necesitan mantenerse dentro de la estructura básica de la práctica diaria expuesta. En otras palabras, aquellos que acaban de completar el Libro de Ejercicios son maestros de Dios principiantes. Todavía no han alcanzado el elevado lugar de maestros de Dios avanzados. Si ponemos todo esto junto, sacamos esta importante conclusión: El Curso habla como si al final del Libro de Ejercicios fueses un maestro avanzado de Dios, pero realmente no espera que éste sea el caso.

Éste es un hecho extraño acerca del Curso. Y ha sido un poco confuso. El Epílogo del Libro de Ejercicios ha llevado a miles de alumnos del Curso a pensar que están más avanzados de lo que realmente están. Llegan a ese Epílogo y se les dice que han acabado con el Curso y que de ahí en adelante el Espíritu Santo les llevará en Sus alas, mucho antes de que realmente hayan alcanzado ese lugar. El Epílogo ha llevado a otros miles de alumnos a sentirse lamentablemente incapaces. Se preguntan: “¿Por qué no estoy tan avanzado como dice y actúa el final del Libro de Ejercicios?

¿Por qué habla el Libro de Ejercicios de esta manera tan poco clara? Mi explicación es que nos está exponiendo lo que es posible. El Libro de Ejercicios es el final del Curso, cierto. Si asistes a un curso de educación, tú como alumno utilizas el libro de texto y el libro de ejercicios, no el manual para el maestro (por supuesto eso es para el profesor). Así que, cuando llegas al final del libro de ejercicios has terminado ese curso. Es de esperar que has aprendido su material y a partir de ahí puedes seguir adelante. Un Curso de Milagros está siguiendo el mismo patrón. Aquí al final de su libro de ejercicios, el Curso da a entender que la graduación es el estado ideal. Se supone que has asimilado lo que este Curso enseña y estás preparado para seguir adelante. Ahora recibes todo lo que necesitas de tu Maestro Interno.

Sin embargo, esto es sólo lo ideal, lo que es posible. La gran mayoría de alumnos no habrán alcanzado esta posición. Y el Curso lo sabe, como lo muestra en la Sección 16 del Manual. Esta diferencia entre lo que ofrece como posible y lo logrado es algo que aparece a lo largo de todo el Curso. Continuamente ofrece la posibilidad de liberación total, aunque acepta que la mayoría no conseguirán esta posibilidad. Incluso lo admite de vez en cuando. Tenemos un ejemplo de esto en el Manual: En algunos casos se alcanza una súbita y total conciencia de cuán perfectamente aplicable es la lección de la Expiación a todas las situaciones, mas esos casos son relativa­mente raros” (M.22.2:2).

Así que, si para el final del Libro de Ejercicios no eres uno de esos pocos alumnos (tan pocos que estoy seguro de que no existe ninguno) que se convierten en maestros de Dios avanzados (algo así como un santo auténtico), no te desanimes. Probablemente estás donde Jesús espera que estés. 


LECCIÓN 341    -     7 DICIEMBRE

Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo

Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica  de este libro.

Comentario

Cuando ataco a alguien, me ataco a mí mismo. Cuando veo pecado en otro, ataco mi propia inocencia, y sólo mi inocencia me mantiene a salvo. Dios dice que yo soy inocente, ¿quién soy yo para no estar de acuerdo?

Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y con una ternura tan entrañable, profunda y serena que el universo te devuelve la sonrisa y comparte Tu Santidad. (1:2)

Entonces, ¡qué absurdo atacar, cuando cualquier ataque es un ataque a lo que yo soy! ¡Qué absurdo atacar la maravilla que soy en una tonta búsqueda de otra identidad sin importancia! ¿Por qué poner en peligro mi experiencia de la profunda ternura de Dios?

… moramos en Tu Sonrisa… (1:3)

¡Que pensamiento más maravilloso! A veces he encontrado una persona cuya sonrisa era tan radiante que sentí que me inundaba. ¡Imagínate inundado por la sonrisa de Dios! ¡Que cariñoso amor irradia esa sonrisa! Voy a pasar un rato disfrutando de su resplandor compasivo.

Vivimos unidos a Él “en completa hermandad y Paternidad” (1:3). La unidad que disfrutamos no es sólo con el Padre sino también con todos nuestros hermanos. Éste es el estado que está destinado para nosotros para siempre. Es el estado en el que siempre estamos, si estamos dispuestos a disfrutar de él y a dejar a un lado cada pensamiento de ataque. “El Señor de la Inocencia nos concibe como Su Hijo: un universo de Pensa­miento que le brinda Su plenitud” (1:3). Como Hijo Suyo, únicamente podemos ser la inocencia misma. Mi ataque sólo amenaza mi consciencia de esta perfecta inocencia.

No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la Palabra que Dios nos ha dado. Y en su benévolo reflejo nos salvamos. (2:1-2)

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¿Qué es un milagro? (Parte 1)

L.pII.13.1:1-3

Un milagro es una corrección. No crea, ni cambia realmente nada en absoluto. (1:1-2)

El milagro corrige, no crea. No hace nada nuevo, simplemente arregla una valoración equivocada de lo que ya soy. Como dice la Lección 341, ya somos inocentes. No necesitamos hacernos inocentes. Todo lo que necesitamos hacer es dejar de atacar nuestra inocencia.

Pensamos en el milagro como un cambio sorprendente en la manera en que son las cosas. Pero tal como el Curso lo ve, un milagro no cambia nada. Simplemente elimina una falsa percepción (interpretación). Elimina la capa de pecado y culpa que hemos puesto sobre nuestra inocencia, y muestra la inocencia sin cambio que hemos intentado ocultar.

Un milagro a menudo tiene efectos externos, aunque no siempre:

Los milagros son expresiones de amor, pero puede que no siempre tengan efectos observables. (T.1.I.35.1)

Cuando hay efectos que se pueden ver, algo dentro de la ilusión parece cambiar, a menudo completamente. Alguien que estaba enfermo, se cura. Dos personas que estaban en guerra, de repente firman la paz. Pero eso es el efecto del milagro, no el milagro en sí mismo. El efecto sólo muestra en la forma lo que siempre ha sido verdad en la realidad: la persona “enferma” siempre ha sido completa, los amigos “en guerra” siempre han estado unidos como una sola mente. Los efectos observables nos muestran que la forma nunca ha sido real, pero el milagro es la percepción que lo vio antes de que fuera un efecto que se pudiese ver, y al darse cuenta de la falsedad de la ilusión, cambió la ilusión.

Simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso. (1:3)

El milagro mira a la ilusión y le recuerda a la mente que es una ilusión. Vemos “devastación” en este mundo, pero el milagro nos recuerda que lo que vemos es falso. Vemos la mente deformada por la culpa de una persona, el milagro nos recuerda que no es real como tampoco sus aparentes efectos, y nos permite ver la plenitud e inocencia de la persona detrás de la ilusión que presenta al mundo. 

AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo



VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=emKJVEVx7rQ

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