LECCIÓN 91
Los milagros se ven en la luz.
1. Es importante
recordar que los milagros y la visión van necesariamente de la
mano. 2Esto necesita repetirse una y otra vez. 3Es una de
las ideas centrales de tu nuevo sistema de pensamiento, y de la percepción a
la que da lugar. 4El milagro está siempre aquí. 5Tu
visión no causa su presencia, ni su ausencia es el resultado de que no veas. 6Es
únicamente tu conciencia de los milagros la que se ve afectada.
7Los verás en la luz, mas no los verás en la oscuridad.
2. Para ti, pues,
la luz es crucial. 2Mientras sigas en la oscuridad no podrás ver el
milagro. 3Por lo tanto, estarás convencido de que no está ahí. 4Esto
se deriva de las mismas premisas de las que procede la oscuridad. 5Negar
la luz hace que te resulte imposible percibirla. 6No percibir la
luz es percibir la oscuridad. 7La luz entonces no te sirve de nada,
a pesar de que está ahí. 8No la puedes usar porque su presencia te
es desconocida. 9Y la aparente realidad de la oscuridad hace que la
idea de la luz no tenga sentido.
3. Si se te
dijera que lo que no ves se encuentra ahí, ello te parecería una locura. 2Es
muy difícil llegar a convencerse de que lo que en verdad es una locura es no ver
lo que se encuentra
ahí, y, en su lugar, ver lo que no está ahí. 3Tú no dudas de que los
ojos del cuerpo puedan ver. 4No dudas de la realidad de las imágenes
que te muestran. 5Tienes absoluta fe en la oscuridad, no en la luz. 6¿Cómo
se puede invertir esto? 7Tú no lo podrías hacer solo, pero no estás
solo en esto.
4. Tus esfuerzos,
por insignificantes que sean, están fuertemente respaldados. 2Sólo
con que te percatases de cuán grande es esa fortaleza, tus dudas
desaparecerían. 3Hoy dedicaremos el día a tratar de que sientas esa
fortaleza. 4Cuando hayas sentido la fortaleza que mora en ti, la
cual pone fácilmente a tu alcance todos los milagros, dejarás de dudar. 5Los
milagros que tu sensación de debilidad ocultan se harán patentes de inmediato
en tu conciencia una vez que sientas la fortaleza que mora en ti.
5.
Reserva diez minutos en tres
ocasiones hoy para tener un rato de quietud en el que trates de dejar atrás tu
debilidad. 2Esto se puede lograr fácilmente si te das instrucciones
a ti mismo de que no eres un cuerpo. 3La fe se canaliza hacia lo que
deseas, y tú diriges la mente en conformidad con ello. 4Tu voluntad
sigue siendo tu maestro, y dispone de toda la fortaleza necesaria para hacer lo
que desea. 5Puedes escaparte del cuerpo si así lo decides. 6Puedes
experimentar la fortaleza que mora en ti.
6. Comienza las
sesiones de práctica más largas con esta declaración que entraña una auténtica
relación de causa y efecto:
3Los ojos del cuerpo no perciben la luz.
4Mas yo no soy un cuerpo.
5¿Qué soy entonces?
6La
pregunta con la que finaliza esta declaración es crucial para los ejercicios de
hoy. 7Lo que piensas que eres es una creencia que debe ser
erradicada. 8Pero lo que realmente eres es algo que tiene que serte
revelado. 9La creencia de que eres un cuerpo necesita ser corregida,
ya que es un error. 10La verdad de lo que eres apela a la fortaleza
que mora en ti para que lleve a tu conciencia lo que el error oculta.
7.
Si no eres un cuerpo, ¿qué eres
entonces? 2Necesitas hacerte consciente de lo que el Espíritu Santo
utiliza para reemplazar en tu mente la imagen de que eres un cuerpo. 3Necesitas
sentir algo en lo que depositar tu fe a medida que la retiras del cuerpo. 4Necesitas
tener una experiencia real de otra cosa, algo más sólido y seguro; algo más
digno de tu fe y que realmente esté ahí.
8. Si no eres un
cuerpo, ¿qué eres entonces? 2Hazte esta pregunta honestamente, y
dedica después varios minutos a dejar que los pensamientos erróneos que tienes
acerca de tus atributos sean corregidos y a que sus opuestos ocupen su lugar. 3Puedes
decir, por ejemplo:
5No soy un inútil, sino alguien todopoderoso.
6No estoy limitado, sino que soy ilimitado.
7No tengo dudas, sino seguridad.
8No soy una ilusión, sino algo real.
9No puedo ver en la oscuridad, sino en la luz.
9. En la segunda
parte de tu sesión de práctica, trata de experimentar estas verdades acerca de
ti mismo. 2Concéntrate en especial en la experiencia de fortaleza. 3Recuerda
que toda sensación de debilidad está asociada con la creencia de que eres un
cuerpo, la cual es una creencia errónea y no merece que se tenga fe en ella. 4Deja
de tener fe en ella, aunque sólo sea por un instante. 5A medida
que avancemos te irás acostumbrando a tener fe en lo que es más valioso en ti.
10. Relájate durante el resto de la sesión de práctica,
confiando en que tus esfuerzos, por insignificantes que sean, tienen todo el
respaldo de la fortaleza de Dios y de todos Sus Pensamientos. 2De
Ellos es de donde procederá tu fortaleza. 3A través de Su fuerte
respaldo es como sentirás la fortaleza que mora en ti. 4Dios y todos
Sus Pensamientos se unen a ti en esta sesión de práctica, en la que compartes
un propósito semejante al de Ellos. 5De Ellos es la luz en la que
verás milagros porque Su fortaleza es tuya. 6Su fortaleza se
convierte en tus ojos para que puedas ver.
11. Cinco o seis veces por hora, a intervalos
razonablemente regulares, recuérdate a ti mismo que los milagros se ven en la
luz. 2Asegúrate también de hacerle frente a cualquier tentación con
la idea de hoy. 3La siguiente variación podría resultarte útil para
este propósito especial:
5No voy a cerrar los ojos por causa de esto.
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN
91 - 1
ABRIL
“Los
milagros se ven en la luz”
Instrucciones para
la práctica
Propósito:
Olvidarte
por un instante de tu débil imagen de ti mismo basada en el cuerpo y tener una experiencia de tu verdadera fortaleza. En su luz verás los milagros que
siempre han estado ahí, esperando que tú los vieses.
Ejercicios
más largos: 3 veces, de diez minutos.
- Empieza repitiendo: “Los milagros se ven en la luz. Los ojos del cuerpo no perciben la luz. Mas yo no soy un cuerpo. ¿Qué soy entonces?” Haz esta pregunta final con verdadera honestidad. Con esta pregunta, estás pidiendo que la fortaleza en ti te dé una experiencia de tu realidad, más allá del cuerpo. Así que pregúntalo con esa intención.
- Luego pasa varios minutos pensando en tus opiniones acerca de ti, y permite que sean corregidas y que sus opuestos ocupen su lugar. Por ejemplo, di: “No soy débil, sino fuerte. No soy un inútil, sino alguien todopoderoso. No tengo dudas, sino seguridad”, y así sucesivamente. Centra tu atención concretamente en los rasgos que suponen debilidad.
- Luego intenta experimentar estas verdades sobre ti, especialmente la experiencia de fortaleza. Intenta retirar tu fe en el cuerpo como tu única realidad, pues eso es lo que te hace sentirte débil. Dale instrucciones a tu mente para que vaya al lugar de fortaleza en ti (este ejercicio parece ser una especie de meditación). Recuerda que tu voluntad tiene el poder de hacerlo. “Puedes escaparte del cuerpo si así lo decides. Puedes experimentar la fortaleza que mora en ti” (5:5-6). Puedes usar la pregunta del principio: “¿Qué soy entonces?” como una especie de mantra para que te lleve a este lugar en ti.
- Durante el resto de la sesión, relájate con la confianza de que tu débil esfuerzo está apoyado con el poder de Dios, que se une a ti en tu práctica. Su fortaleza te llevará al profundo lugar donde tu fortaleza y Su luz moran.
Recordatorios
frecuentes: 5 o 6 por hora, a intervalos regulares (cada diez o quince minutos).
Repite la idea, que significa que el milagro siempre está ahí,
no tienes más que querer abrir los ojos. Ésta es una idea muy importante en el
sistema de pensamiento que estás aprendiendo. Por esta razón hoy se necesitan
repeticiones tan frecuentes.
Respuesta
a la tentación: Cada vez que te sientas tentado a estar disgustado.
Repite: “Los milagros se
ven en la luz. No voy a cerrar los ojos por causa de esto”.
Comentario
Como las lecciones del Libro
de Ejercicios son más largas, no es práctico intentar comentar todo lo de la lección. Eso sería más de lo que
una persona puede escribir en un día; de hecho, he escrito un librito de 48
páginas sobre la Lección 135. (El título es Una
mente que ha sanado no hace planes). Por eso, elegiré y escribiré sobre
algún aspecto de la lección que me diga algo en especial.
La primera idea, muy
importante para la lección, es que “los milagros y la visión van necesariamente
de la mano” (1:1). Se nos dice que repitamos esto con frecuencia, y que es una
idea central para nuestro nuevo sistema de pensamiento. Aquí se habla de lo que
el Curso quiere decir sobre la naturaleza del milagro. Un milagro no es un
cambio en algo fuera de nuestra mente, es un cambio en la manera de ver, “un
cambio a la visión”:
“Tal como el ego quiere que
la percepción que tienes de tus hermanos se limite a sus cuerpos, de igual
modo el Espíritu Santo quiere liberar tu visión para que puedas ver los Grandes
Rayos que refulgen desde ellos, los cuales son tan ilimitados que llegan hasta
Dios. Este cambio de la percepción a la visión es lo que se logra en
el instante santo”.
(T.15.IX.1:1-2)
“El milagro está siempre
aquí” (1:4). Lo que cambia es nuestra aceptación o rechazo de la visión, o
vemos o no vemos. Lo que cambia es nuestra consciencia. Por eso para
experimentar el milagro, tenemos que tener la visión. Tenemos que abandonar la
obscuridad para ver la luz. Como dice la sección “¿Qué es un milagro?”:
“Un milagro es una
corrección. No crea, ni cambia realmente nada en absoluto. Simplemente
contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es
falso”. (L.pII.13.1-3)[1]
La devastación es lo que
vemos con nuestros ojos. El Curso es muy sincero acerca de la vista física:
“Los ojos del cuerpo no perciben la luz” (6:39). “Tú no dudas de que los ojos
del cuerpo puedan ver. No dudas de la realidad de las imágenes que te muestran”
(3:3-4). Y, sin embargo, la lección nos pide que lo hagamos, que dudemos de que
nuestros ojos realmente ven, y que dudemos de que lo que ven es real. Tenemos
que abandonar la obscuridad para ver la luz; y lo que los ojos del cuerpo nos
muestran no es luz, por lo tanto, tiene que ser obscuridad. Necesitamos un
cambio a una nueva visión.
Esta necesidad de quitar
nuestra fe a nuestros ojos y a lo que ven es parte de la razón por la que esta lección va a una segunda
idea: “No soy un cuerpo” (6:4) Se nos dice que le demos instrucciones a nuestra mente de que no somos un cuerpo.
Tenemos que querer darnos cuenta de
que somos algo más, algo que no se ve con los ojos, sino de una manera
diferente.
Los ejercicios de hoy están
pensados para ayudarnos a darnos cuenta de que somos algo distinto de un
cuerpo; estamos buscando una experiencia muy concreta. En el párrafo 7 se nos
dice: “Necesitas hacerte consciente de lo que el Espíritu Santo utiliza para reemplazar en tu mente la imagen de que
eres un cuerpo” (7:2). “Necesitas sentir algo en lo que depositar tu fe” (7:3).
“Necesitas tener una experiencia real de otra cosa” (7:4). Una consciencia, una
sensación, una experiencia. Hay algo dentro de nosotros, una fortaleza segura,
“la cual pone fácilmente a tu alcance todos los milagros” (4:4). ¡No nos damos
cuenta de lo fuertes que somos! Y más que eso: “tus esfuerzos, por
insignificantes que sean, tienen todo el respaldo de la fortaleza de Dios y de
todos Sus Pensamientos” (10:1). Siempre pienso en esto por medio de una
semejanza, algo parecido a las ondas de sonido o de radio. Cuando mi pequeña
voluntad encuentra la longitud de onda apropiada, de repente me siento unido
por la armonía del universo, un poderoso rayo de energía divina que suena
conmigo. Si podemos encontrar hoy la apropiada frecuencia de pensamiento,
encontraremos esa consciencia, sentiremos esa sensación, y tendremos esa
experiencia que nos lleva más allá del cuerpo y dentro de la visión.
¿No se merece esto diez
minutos de esfuerzo, 3 veces hoy? Sé que sí.
Sin embargo, no te sientas
desanimado si no sientes nada. Encontrarás la visión. Hoy tus esfuerzos no se
pierden, y no pienses que has “fracasado” si no sucede nada. Recuerdo cuando
aprendí a patinar. Empecé cayéndome mucho. Si hubiera pensado que había
fracasado, lo habría dejado y nunca habría aprendido a patinar. Pero no lo
hice. Continué cayéndome una y otra vez, hasta que un día ya no me caí. Con la
visión espiritual, estoy en la etapa de caerme. He tenido experiencias
increíbles, instantes santos, tal como en los comienzos de patinar había
momentos en que me recorría manzanas sin caerme (patinando por la acera,
saltando por encima de los agujeros), hasta que de repente me caía. Todavía no
tengo la visión espiritual constante. Pero el milagro siempre está aquí, lo vea
o no. Y mi visión mejora cada vez que practico.
[1] Las páginas “¿Qué es?” Son un
problema para el esquema de las referencias del Libro de Ejercicios. Están
numeradas de 1 a 14, como las lecciones 1 a 14. Para evitar la confusión, las
referencias a “¿Qué es?” de la segunda parte del Libro de Ejercicios siempre
llevan pII. Cuando veas un número 1-14 detrás de pII, se refiere a una de estas
secciones de “¿Qué es?”.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
VIDEO Mich Gaymard
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