LECCIÓN 98
Aceptaré el papel que me corresponde en el plan
de Dios para la salvación.
1. Hoy es un día de una consagración especial. 2Hoy
vamos a adoptar una postura firme en favor de un solo bando. 3Nos
vamos a poner de parte de la verdad y a abandonar las ilusiones. 4No
vacilaremos entre una cosa y otra, sino que adoptaremos una firme postura en
favor de Dios. 5Hoy nos vamos a consagrar a la verdad, y a la
salvación tal como Dios la planeó. 6No vamos a alegar que es otra
cosa 7ni a buscarla donde no está. 8La aceptaremos
gustosamente tal como es, y desempeñaremos el papel que Dios nos asignó.
2. ¡Qué dicha
tener certeza! 2Hoy dejamos de lado todas nuestras dudas y nos
afianzamos en nuestra postura, seguros de nuestro propósito y agradecidos de
que la duda haya desaparecido y la certeza haya llegado. 3Tenemos
una importante función que desempeñar y se nos ha provisto de todo cuanto
podamos necesitar para alcanzar la meta. 4Ni una sola equivocación
se interpone en nuestro camino. 5Hemos sido absueltos de todo error.
6Hemos quedado limpios de todos nuestros pecados al habernos dado
cuenta de que no eran sino errores.
3.
Los que están libres de culpa no
tienen miedo, pues están a salvo y reconocen su seguridad. 2No
recurren a la magia, ni ingenian posibles escapatorias de amenazas imaginarias
y desprovistas de realidad. 3Descansan en la serena certeza de que
llevarán a cabo lo que se les encomiende hacer. 4No ponen en duda su
propia capacidad porque saben que cumplirán debidamente su función en el
momento y lugar perfectos. 5Ellos adoptaron la postura que nosotros
vamos a adoptar hoy, a fin de que pudiésemos compartir su certeza y aumentarla
mediante nuestra aceptación.
4.
Todos aquellos que adoptaron la
postura que hoy vamos a adoptar nosotros estarán a nuestro lado y nos
transmitirán gustosamente todo cuanto aprendieron, así como todos sus logros. 2Los
que todavía no están seguros también se unirán a nosotros y, al compartir
nuestra certeza, la reforzarán todavía más. 3Y los que aún no
han nacido, oirán la llamada que nosotros hemos oído, y la contestarán cuando
hayan venido a elegir de nuevo. 4Hoy no elegimos sólo para
nosotros.
5.
¿No vale la pena acaso dedicar
cinco minutos de tu tiempo cada hora a cambio de poder aceptar la felicidad que
Dios te dio? 2¿No vale la pena acaso dedicar cinco minutos de cada
hora a fin de reconocer cuál es tu función especial aquí? 3¿Qué son
cinco minutos si a cambio de ello puedes recibir algo tan grande que es
inconmensurable? 4Has hecho por lo menos mil tratos en los que
saliste perdiendo.
6.
He aquí una oferta que garantiza
tu total liberación de cualquier clase de dolor y una dicha que no es de este
mundo. 2Puedes intercambiar una pequeña parte de tu tiempo por paz
interior y certeza de propósito, con la promesa de que triunfarás. 3Y puesto que el tiempo no tiene significado, se te
está dando todo a cambio de nada. 4He aquí un trato en el que no
puedes perder. 5Y lo que ganas es en verdad ilimitado.
7. Ofrécele hoy
tu modesta dádiva de cinco minutos cada hora. 2Él impartirá a las
palabras que utilices al practicar con la idea de hoy la profunda convicción y
firmeza de las que tú careces. 3Sus palabras se unirán a las tuyas y
harán de cada repetición de la idea de hoy una absoluta consagración, hecha con
fe tan perfecta y segura como la que Él tiene en ti. 4La confianza
que Él tiene en ti impartirá luz a todas las palabras que pronuncies, e irás
más allá de su sonido a lo que verdaderamente significan. 5Hoy practicas
con Él mientras dices:
8. En cada uno de
los períodos de cinco minutos que pases con Él, Él aceptará tus palabras y te
las devolverá radiantes de una fe y confianza tan grandes e inquebrantables que
iluminarán el mundo con esperanza y felicidad. 2No dejes pasar ni
una sola oportunidad de ser el feliz receptor de Sus regalos, para que a tu vez
puedas dárselos hoy al mundo.
9. Ofrécele las
palabras y Él se encargará del resto. 2Él te ayudará a entender tu
función especial. 3Él allanará el camino que te conduce a la felicidad, y
la paz y la confianza serán Sus regalos, Su respuesta a tus palabras. 4Él
responderá con toda Su fe, dicha y certeza que lo que dices es verdad. 5Y entonces gozarás de la misma convicción de que goza
Aquel que conoce tu función en la tierra así como en el Cielo. 6Él
estará contigo durante cada sesión de práctica que compartas con Él, e
intercambiará cada instante de tiempo que le ofrezcas por intemporalidad y paz.
10. Pasa la hora preparándote felizmente para
los próximos cinco minutos que vas a volver a pasar con Él. 2Repite
la idea de hoy mientras esperas la llegada de ese feliz momento. 3Repítela
a menudo, y no te olvides de que cada vez que lo haces, preparas a tu mente
para el feliz momento que se acerca.
11. Y cuando
la hora haya transcurrido y Él esté ahí una vez más para pasar otro rato
contigo, siéntete agradecido y deja a un lado toda tarea mundana, pensamiento
insignificante o idea restrictiva, y pasa un feliz rato en Su compañía otra
vez. 2Dile una vez más que aceptas el papel que Él quiere que asumas
y que te ayudará a desempeñar, y Él hará que estés seguro de que deseas tomar
esa decisión, la cual Él ya ha tomado contigo y tú con Él.
--------------------------------Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN
98 - 8
ABRIL
“Aceptaré
el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación”
Instrucciones para
la práctica
Propósito:
Con
seguridad y felizmente dedicarte a aceptar tu papel en el plan de Dios para la
salvación, tomar una postura sobre esto hoy.
Ejercicios
más largos: Cada hora, a la hora en punto, durante cinco minutos (si no puedes
hacerlo, al menos haz el alternativo).
Esta práctica me parece similar a la que hicimos en la Lección
77. Allí repetías: “Tengo derecho a los
milagros” y luego esperabas a que el Espíritu Santo te diera Su seguridad
de que estas palabras son verdad. Aquí, en esta lección, repites: “Aceptaré el papel que me corresponde en el
plan de Dios para la salvación” y luego esperas a que el Espíritu Santo Le
dé a tus palabras Su seguridad, de modo que realmente aceptes tu papel. A lo
largo de la sesión de práctica, sigue repitiendo la idea, y deja que Él haga de
cada repetición una dedicatoria total hecha con convencimiento, con sinceridad
y seguridad, y llena de comprensión. Deja que Él transforme la simple
repetición “Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la
salvación” en una aceptación real de tu papel. Ése es tu propósito hoy,
utilizar estos periodos de práctica para tomar una postura, usarlos para
aceptar tu parte en el plan de Dios.
Recordatorios
frecuentes: A menudo.
Repite la idea. Intenta pensar que cada hora es un tiempo de
preparación para tu siguiente sesión de cinco minutos de práctica. “Repite (la
idea) a menudo, y no te olvides de que cada vez que lo haces, preparas a tu
mente para el feliz momento que se acerca” (10:3)
Apoyo
a la práctica: Los párrafos 5 y 6 dan ánimo y energía. Hacen la
pregunta: ¿No vale la pena dedicar cinco minutos cada hora a cambio de recibir
una recompensa sin límites? Recomiendo leer estos párrafos lentamente y
pensándolos con detenimiento, dejando que estas preguntas y promesas hagan su
trabajo en ti. Los párrafos 2 al 4 también animan de un modo maravilloso. Nos
dicen que al aceptar nuestra parte en el plan de Dios (que es la razón de la
práctica de hoy) podemos dejar a un lado nuestras dudas y encontrar certeza de
propósito. Nos dicen que aquellos que ya lo han hecho, estarán con nosotros en
nuestra práctica, ayudándonos a tomar la misma postura que ellos tomaron. Y
estos párrafos también nos dicen que nuestra postura ayudará a otros a tomar la
suya, lo que a su vez reforzará la nuestra (como se nos dijo en la lección de
ayer).
Comentario
“Hoy es un día de una
consagración especial. Hoy vamos a adoptar una postura firme en favor de un
solo bando. Nos vamos a poner de parte de la verdad y a abandonar las
ilusiones. No vacilaremos entre una cosa y otra, sino que adoptaremos una firme
postura en favor de Dios”. (1:1-4)
“¡Qué dicha tener certeza!
Hoy dejamos de lado todas nuestras dudas y nos afianzamos en nuestra postura,
seguros de nuestro propósito y agradecidos de que la duda haya desaparecido y
la certeza haya llegado”. (2:1-2)
Quizá mientras leo estas
líneas acerca de la certeza, me encuentro dudando de esa misma certeza.
Probablemente surja el pensamiento: “¿Tengo certeza?” Quizá me siento como
que esta lección no me pertenece. EI
ego me recuerda maliciosamente que no he superado las dudas. ¿Cómo puedo decir:
“La duda ha desaparecido”?
Sin embargo en las palabras
de esta lección está el reconocimiento de mi estado: “Hoy dejamos de lado todas
nuestras dudas”. Sí, las dudas están ahí. Jesús lo sabe. Él únicamente sugiere
que en estos cinco minutos que pasamos con Él, dejemos las dudas a un lado. Únicamente
abandónalas y quédate sin ellas durante unos pocos minutos. Mira cómo te
sientes sin ellas. Si quieres puedes dudar luego; ahora, mira lo gozoso que es
tener seguridad.
Dentro de mí hay un lugar
que siempre está seguro. Nunca ha dudado. No puede dudar porque sabe. Ése es mi
verdadero Ser. Las dudas son pensamientos que hacen preguntas acerca de la realidad de ese Ser, la
realidad de la parte de mí que tiene seguridad, que es la única parte real.
Esta lección me lleva a dudar de mis dudas. Me lleva a escuchar la seguridad,
el eterno silencio del espíritu que sabe.
Cuando, aunque sólo sea por
un momento, estoy dispuesto a dejar de
lado mis dudas, a acallar el parloteo
constante de la mente, el culebrón de mis pensamientos frívolos, encuentro una seguridad
serena y silenciosa. No es una seguridad de ideas y palabras, es una seguridad
del ser, una calma majestuosa. La quietud está más allá del espacio y del
tiempo. No tiene nada que ver con el drama que se representa en este planeta.
Es de esto de lo que
hablamos hoy. Es de aquellos que saben sentir esta calma eterna de los que la
lección dice:
“Descansan en la serena
certeza de que llevarán a cabo lo que se les encomiende hacer. No ponen en duda
su propia capacidad porque saben que cumplirán debidamente su función en el
momento y lugar perfectos”. (3:3-4)
Ocupo mi lugar con aquellos
que, antes que yo, han llegado a este lugar. Es el mismo lugar para todos. Es
el mismo Ser el Que llegamos a conocer. Y sé, en ese instante santo, que si uno
ha estado en este lugar antes que yo, todos lo encontraremos. Si uno ha estado
en este lugar (y sé que muchos han estado) todos estaremos en él, pues uno no
puede llegar a menos que sea para todos. La naturaleza de este lugar, de esta
seguridad silenciosa, es que es de todos y para todos. No podría estar aquí
para mí si no fuera también para ti. No podría haber estado ahí para Jesús si
no fuera también para mí.
“Todos aquellos que
adoptaron la postura que hoy vamos a adoptar nosotros, estarán a nuestro lado y
nos transmitirán gustosamente todo cuanto aprendieron, así como todos sus
logros. Los que todavía no están seguros también se unirán a nosotros y, al
compartir nuestra certeza, la reforzarán todavía más. Y los que aún no han
nacido, oirán la llamada que nosotros hemos oído, y la contestarán cuando hayan
venido a elegir de nuevo. Hoy no elegimos sólo para nosotros”. (4:1-4)
En medio de la tormenta de
dudas e inseguridad está el centro de la calma. La tormenta ruge. Todavía
podemos sentirlo. Sí, aquí, aquí en nuestro Ser estamos en calma. Estamos en
silencio. Descansamos.
Por supuesto tienes dudas e
inseguridades. ¡De eso es de lo que te vas a dar cuenta al hacer esta lección!
Únicamente durante un momento estate dispuesto a que desaparezcan. Hay Uno contigo
Que siempre está seguro, y Él está contigo, has olvidado eso. Por muy
brevemente que sea, permítete identificarte con Su certeza, y abandona tu
identificación con las dudas. Haz esa elección, eso es lo único que se te pide.
“Él impartirá a
las palabras que utilices al practicar con la idea de hoy la profunda
convicción y firmeza de las que tú careces. Sus palabras se unirán a las tuyas
y harán de cada repetición de la idea de hoy una absoluta consagración, hecha
con fe tan perfecta y segura como la que Él tiene en ti. La confianza que Él
tiene en ti impartirá luz a todas las palabras que pronuncies, e irás más allá
de su sonido a lo que verdaderamente significan”. (7:2-4)
“Ofrécele las palabras y Él
se encargará del resto” (9:1). ¡Qué maravillosa afirmación! Él sólo te pide tu
vacilante “Sí”. No se te pide que cambies tus dudas en fe. Él hará eso. “Mi
parte en el plan de Dios” es muy sencilla: aceptarla. Mi parte no es un papel
activo, sino pasivo. Es estar dispuesto a recibir, eso es todo. Mi parte es
decir: “De acuerdo. Sí. Lo acepto”. Darle a Él estas palabras, eso es todo. Él
responderá con toda Su fe, con todo Su gozo, y con toda Su certeza que lo que
dices es verdad.
Una y otra vez durante el
día, una y otra vez a lo largo de tu vida, dale a Él estas palabras: “Aceptaré
mi papel. Sí.”
Esto es entregarse. Esto es
todo lo que hacemos. No hay que hacer nada más. Tan sencillo. Tan difícil para
ser tan sencillo. Tan difícil dejar de hacerlo por nuestra cuenta. Abandona
todo intento de hacerlo por tu cuenta y déjaselo a Dios. “Sí, Dios. Sí,
Espíritu Santo. Acepto mi papel.”
Dile a Él una vez más que
aceptas el papel que Él quiere que hagas y que te ayudará a llevar a cabo, y Él
se asegurará de que quieres esta elección, que Él ha hecho contigo y tú con Él.
Quizá no estoy seguro de
quererlo. Pero Él se asegurará de que lo quieras. Ven a Él tal como te sientes,
con todas tus dudas y con todos tus miedos. Únicamente ven. Únicamente di: “Sí.
Acepto”.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-98-audios-mp3_rf_3922993_1.html
VIDEO Mich Gaymard
http://www.michelgaymard.com/site/leccion-98-libro-de-ejercicios-de-un-curso-de-milagros/
No hay comentarios:
Publicar un comentario