LECCIÓN 228
Dios no me ha condenado. Por lo tanto, yo tampoco me he de condenar.
1. Mi Padre conoce mi santidad. 2¿Debo acaso negar Su conocimiento
y creer en lo que Su conocimiento hace que sea imposible? 3¿Y debo
aceptar como verdadero lo que Él proclama que es falso? 4¿O debo más
bien aceptar Su Palabra de lo que soy, toda vez que Él es mi Creador y el que
conoce la verdadera condición de Su Hijo?,
2. Padre, estaba equivocado con respecto a mí mismo porque no reconocía
la Fuente de mi procedencia. 2No me he separado de ella para adentrarme
en un cuerpo y morir. 3Mi santidad sigue siendo parte de mí, tal
como yo soy parte de Ti. 4Mis errores acerca de mí mismo son sueños. 5Hoy
los abandono. 6Y
ahora estoy listo para recibir únicamente Tu Palabra acerca de lo que realmente
soy.
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 228
- 16 AGOSTO
“Dios no me
ha condenado. Por lo tanto, yo tampoco me he de condenar”
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del
Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
Se
necesita mucho valor para abandonar la condena a uno mismo. Tenemos miedo de
que si dejamos de condenarnos a nosotros mismos nos volveremos locos, de que la
maldad dentro de nosotros quedará sin control y estallará en un desastre
terrible. Pero, ¿y si no hay maldad dentro de nosotros? ¿Y si Dios tiene razón?
¿Es posible que Él esté equivocado y nosotros tengamos razón? La lección dice
que lo que Dios conoce hace que el pecado en nosotros sea imposible: “¿Debo
acaso negar Su conocimiento?” (1:2).
La
lección simplemente nos pide “aceptar Su Palabra de lo que soy” (1:4). ¿Quién
cree que alguien o algo es mejor que su Creador? ¿Y qué conoce Dios de mí? “Mi
Padre conoce mi santidad” (1:1). Cada vez que leo tales afirmaciones veo a mi
mente luchar para oponerse a la idea, encogiéndose en una falsa humildad que
grita: “Oh, no, no puedo aceptar eso acerca de mí”. Si me atrevo a preguntarme
a mí mismo: “¿Por qué no?”, mi mente sale inmediatamente con una lista de
razones: Mis defectos, mi falta de dedicación total a la verdad, mi adicción a
este o aquel placer del mundo. Sin embargo, llevada a la luz del Espíritu
Santo, cada una de estas cosas puede verse como nada más que una petición mal
dirigida, como un grito de ayuda, como una oculta nostalgia de Dios y del
Hogar.
“Estaba
equivocado con respecto a mí mismo” (2:1). Eso es todo lo que ha ocurrido. Me
olvidé de mi Fuente y de lo que yo soy, debido a mi Fuente. Mi Fuente es Dios,
y no mis oscuras ilusiones. Mi error acerca de lo que yo soy no es un pecado
que deba ser juzgado, sino un error que necesita ser corregido; necesita la
sanación del Amor, y no la condena.
“Mis errores acerca de mí mismo son sueños” (2:4), eso es todo, y puedo
renunciar a ellos. Yo no soy el sueño; yo soy el soñador, todavía santo,
todavía parte de Dios.
Hoy,
mientras aquieto mi mente en Presencia de Dios, abro mi mente para recibir Su
Palabra acerca de lo que yo soy. Aparto los sueños, los reconozco como lo que
son, y los abandono. Abro mi corazón al Amor.
¿Qué es el perdón?
(Parte 8)
L.pII.1:4:4-5
En las
dos últimas frases de este párrafo, date cuenta de la diferencia que se hace
entre juzgar y darle la bienvenida a la verdad tal como es. Lo contrario del
juicio es la verdad. Entonces, el juicio debe ser siempre una deformación de la
verdad. Esta sección ya ha señalado que el propósito de no perdonar es
deformar. Si no quiero perdonar, tengo que deformar la verdad, tengo que
juzgar. Aquí el juicio significa clarísimamente la condena, ver pecado, hacer
que algo parezca malo. El perdón no hace eso; el perdón hace que parezca bueno
en lugar de malo, porque “bueno” es la verdad acerca de todos nosotros.
Ninguno
de nosotros es culpable. Ésa es la verdad. Dios no nos condena. Si yo condeno,
estoy deformando la verdad. El juicio es siempre una deformación de la verdad
de nuestra inocencia a los ojos de Dios. Cuando juzgo a otro, lo hago porque
estoy intentando justificar que no estoy dispuesto a perdonar. Se me da muy
bien eso. Siempre parece que encuentro alguna razón que justifique mi falta de
perdón. Pero de lo que no me doy cuenta es de que cada juicio deforma la
verdad, la oculta, la oscurece. “Hace real” algo que no es real.
Además,
al ocultar la verdad acerca de mi hermano, estoy ocultando la verdad acerca de
mí mismo. Estoy confirmando la base de mi propia condena a mí mismo. Por esa
razón la última frase del párrafo pasa de la falta de perdón a otro al perdón
de uno mismo: “aquel que ha de perdonarse a sí mismo” (4:5).Si quiero
perdonarme a mí mismo, tengo que abandonar mis juicios a otros. Si el pecado de
ellos es real, también lo es el mío. En su lugar, tengo que aprender a “darle
la bienvenida a la verdad exactamente como ésta es” (4:5). Únicamente si le doy
la bienvenida a la verdad acerca de mi hermano, puedo verla acerca de mí mismo.
Estamos juntos o nos caemos juntos. “En tus semejantes o bien te encuentras a
ti mismo o bien te pierdes a ti mismo” (T.8.III.4:5).
Para
una mente acostumbrada a verse a sí misma como un ego separado, abandonar todo
juicio produce terror. Parece como si nos estuvieran quitando el suelo sobre el
que pisamos, no tenemos sobre qué apoyarnos. ¿Cómo podemos vivir en el mundo
sin juzgar? Literalmente no sabemos cómo. Hemos montado toda nuestra vida sobre
los juicios; sin los juicios tenemos miedo al caos y al desorden total. El
Curso nos asegura que eso no sucederá:
Esto te da miedo porque crees que sin el ego, todo sería caótico. Mas
yo te aseguro que sin el ego, todo sería amor. (T.15.V.1:6-7)
Cuando
renunciamos a los juicios, cuando estamos dispuestos a darle la bienvenida a la
verdad tal como es, el amor se apresura a llenar el vacío dejado por la
ausencia de los juicios. El amor ha estado ahí todo el tiempo, pero le habíamos
impedido el paso. No sabemos cómo sucede esto, pero sucede porque el amor es la
realidad, el amor es la verdad a la que estamos dando la bienvenida. El amor
nos enseñará qué hacer cuando nuestros juicios se hayan ido.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-228-audios-mp3_rf_4933226_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=z2ry-ZIARtI
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