LECCIÓN 258
Que recuerde que Dios es mi objetivo.
1. Lo único que necesitamos hacer es entrenar nuestras mentes a pasar por
alto todos los objetivos triviales e insensatos, y a recordar que Dios es
nuestro objetivo. 2Su recuerdo se encuentra oculto en nuestras
mentes, eclipsado tan sólo por nuestras absurdas e insignificantes metas, que
no nos deparan nada y que ni siquiera existen. 3¿Vamos acaso a continuar permitiendo que la gracia de Dios
siga brillando inadvertida, mientras nosotros preferimos ir en pos de los
juguetes y las baratijas del mundo? 4Dios es nuestro único objetivo,
nuestro único Amor. 5No tenemos otro propósito que recordarle.
2. No tenemos otro objetivo que seguir el camino que
conduce a Ti. 2Ése es nuestro único objetivo. 3¿Qué podríamos
desear sino recordarte? 4¿ Qué otra cosa podemos buscar sino nuestra Identidad?
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 258
- 15 SETIEMBRE
“Que
recuerde que Dios es mi objetivo”
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del
Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
¿Te has
dado cuenta de que estamos en una serie de lecciones “Que recuerde”? Hay cuatro
“Que recuerde” seguidas empezando con la lección de ayer: “mi propósito”, “que
Dios es mi objetivo”, “que el pecado no existe” y “que Dios me creó”. También
hay una lección anterior (124): “Que recuerde que soy uno con Dios”.
Esa es
una de las cosas de las que trata la práctica del Libro de Ejercicios:
recordar. ¿Cuántas veces durante el día recuerdo la lección? ¿Con qué
frecuencia me paro a pensar en ella durante un minuto o dos? ¿Con qué
frecuencia mi estado mental refleja mi único propósito? ¿Y con qué frecuencia
mi estado mental refleja lo contrario? El propósito de los tiempos fijados por
la mañana, por la noche y cada hora es volver a entrenar mi mente para que
piense de acuerdo con las líneas del Curso. No me cabe la menor duda de que
necesitamos ese entrenamiento y esa práctica.
Lo único que necesitamos hacer es entrenar
nuestras mentes a pasar por alto todos los objetivos triviales e insensatos, y
a recordar que Dios es nuestro objetivo. (1:1)
Sin embargo, “los objetivos triviales e insensatos”
ocupan nuestra consciencia en su mayor parte, nos parecen muy importantes,
dominan nuestra mente y la distraen de su verdadero objetivo. Por eso el
entrenamiento es “necesario”. El recuerdo de Dios ya está en nuestra mente (1:2),
no tenemos que cavar para ello. “Dios se encuentra en tu memoria”
(T.10.II.2:4).Todo lo que necesitamos hacer es “pasar por alto” o abandonar “nuestras absurdas e insignificantes metas, que no nos deparan nada y
que ni siquiera existen” (1:2), ellas nos ocultan el recuerdo de Dios dentro de
nosotros. Sin ellas, el recuerdo de Dios vendrá y llenará nuestra consciencia.
“Los
juguetes y las baratijas del mundo” que perseguimos tan ansiosamente hacen que
“la gracia de Dios siga brillando inadvertida” (1:3). La luz de Dios está
brillando, pero no la vemos, nos vamos de compras. La luz de Dios está
brillando no sólo en los centros comerciales, sino en las relaciones
especiales, en el mercado de poder e influencias, en la salud, en los bares de
sexo, y en los entretenimientos de nuestra televisión de mando a distancia.
¿Quiero el recuerdo de Dios? Todo lo que necesito es estar dispuesto a entrenar
mi mente para que no me ciegue a Él.
“Que
recuerde”. Oh, Dios, que Te recuerde.
Dios es nuestro único objetivo, nuestro único Amor. No tenemos otro
propósito que recordarle. (1:4-5)
¿Qué
otra cosa puedo desear que pueda compararse con esto? Hoy cada vez que mi
corazón se sienta impulsado a “comprar” algo, que sea una señal para que mi
mente haga una pausa y recuerde que “Dios es mi objetivo”.
Un
poema que aprendí en mis días cristianos surge en mi mente. Algunas de aquellas
personas sabían de lo que estaban hablando:
Mi meta es Dios Mismo.
No la alegría ni la paz, ni siquiera la bendición.
Sino Él Mismo, mi Dios.
A cualquier precio, Amado Señor, por cualquier camino.
Un
amigo del Curso nos envió unas gorras parecidas a las de béisbol con las
palabras MUOED. Que significan “Mi Único Objetivo Es Dios”. Voy a ponerme esa
gorra mientras trabajo hoy, será un buen recordatorio.
¿Qué es el pecado?
(Parte 8)
L.pII.4.4:4
Mientras
que todos estamos muy involucrados en este “juego de niños” (4:2), la realidad
continúa estando ahí. No ha cambiado. “Mientras tanto, su Padre ha seguido
derramando Su luz sobre él y amándolo con un Amor eterno que sus pretensiones
no pueden alterar en absoluto” (4:4). Nuestras “pretensiones”, el juego de
niños, el juego de ser cuerpos que sufren la maldad, la culpa y la muerte, no
han cambiado y no pueden cambiar la profunda y eterna realidad del Amor de Dios, la perfecta seguridad sin
fin en la que moramos en Él.
La inmutabilidad del Cielo se encuentra tan profundamente dentro de
ti, que todas las cosas de este mundo no hacen sino pasar de largo, sin notarse
ni verse. La sosegada infinitud de la paz eterna te envuelve dulcemente en su
tierno abrazo, tan fuerte y serena, tan tranquila en la omnipotencia de su
Creador, que nada puede perturbar al sagrado Hijo de Dios que se encuentra en
tu interior. (T.29.V.2:3-4)
El Amor
de Dios garantiza nuestra seguridad eterna. Debido a que Su Amor es “eterno”,
nosotros también lo somos. Mientras Su Amor exista, nosotros existimos también.
Al Hijo de la Vida no se le puede destruir. Es inmortal como su
Padre. Lo que él es no puede ser alterado. Él es lo único en todo el universo
que necesariamente es uno sólo. A todo lo que parece eterno le llegará
su fin. Las estrellas desaparecerán, y la noche y el día dejarán de ser. Todas
las cosas que van y vienen, la marea, las estaciones del año y las vidas de los
hombres; todas las cosas que cambian con el tiempo y que florecen y se
marchitan, se irán para no volver jamás. Lo eterno no se encuentra allí donde
el tiempo ha fijado un final para todo. El Hijo de Dios jamás puede cambiar por
razón de lo que los hombres han hecho de él. Será como siempre ha sido y como
es, pues el tiempo no fijó su destino, ni marcó la hora de su nacimiento ni la
de su muerte. (T.29.VI.2:3-12)
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindohttp://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-258-audios-mp3_rf_8280646_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
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