LECCIÓN 257
Que no me olvide de mi propósito.
1. Si me olvido de mi objetivo no podré sino estar confundido e inseguro
acerca de quién soy, y así, mis acciones no podrán sino ser conflictivas. 2Nadie
puede estar al servicio de objetivos contradictorios, y servirlo bien. 3Tampoco
puede desenvolverse sin que se abata sobre él una profunda angustia y
depresión. 4Resolvamos hoy, por lo tanto, recordar lo que queremos
realmente, para así unificar nuestros pensamientos y acciones de manera que
tengan sentido y para llevar a cabo únicamente lo que Dios quiere que hagamos
este día.
2. Padre, el perdón es el medio que Tú has elegido para
nuestra salvación. 2No permitas que nos olvidemos hoy de que no
tenemos otra voluntad que la Tuya. 3Y así, nuestro propósito tiene asimismo que ser el
Tuyo si queremos alcanzar la paz que Tú has dispuesto para nosotros.
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 257
- 14 SETIEMBRE
“Que no me
olvide de mi propósito”
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del
Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
El
propósito al que se refiere esta lección es el perdón (2:1). Una y otra vez, el
Curso nos dice que el perdón es nuestra función, nuestro propósito, la razón
por la que estamos aquí. Y es nuestra única
función.
Yo soy la luz del mundo. Ésa es mi única función. Por eso es por lo
que estoy aquí. (L.61.5:3-5)
Perdonar es mi función por ser la luz del
mundo. (L.62)
¿Y si
hoy recordase que el perdón es mi único propósito? ¿Y si me diese cuenta de que
suceda lo que suceda, si perdono todo y a todos, he cumplido mi función? ¿Y si
me diese cuenta de que todas las cosas que pienso que son importantes no son
nada comparadas con este propósito? Cuando voy detrás de ese conductor lento
mientras intento llegar a algún sitio a tiempo, mi propósito es el perdón, no
es llegar allí a tiempo. En toda situación de conflicto, mi propósito es el
perdón, no es ganar. Cuando la persona de la que busco muestras de amor no me
responde, mi propósito es el perdón, no es obtener la respuesta que busco. Y
así sucesivamente. ¿Cuál sería la diferencia si hiciera del perdón mi único
objetivo, lo más importante?
Si me
olvido de mi objetivo, terminaré siempre en conflicto, intentando servir a
propósitos contradictorios. Nadie puede estar al servicio de objetivos contradictorios,
y servirlo bien (1:1-2). El resultado inevitable de objetivos contradictorios
es “una profunda angustia y depresión” (1:3). ¿Te resulta familiar? Cuando
empezamos el camino espiritual casi siempre estamos en conflicto, porque hemos
aceptado un objetivo nuevo y más elevado sin abandonar los viejos objetivos.
Estamos intentando servir a dos maestros, lo que me recuerda a la época en que
tenía un trabajo en el que ¡recibía órdenes de dos jefes! ¡Menuda época de
angustia y depresión! El único modo a la paz mental en nuestra vida es fijar un
propósito único, una sola meta (2:3), y ponerla lo primero de todo en todo
momento. Necesitamos “unificar nuestros pensamientos y acciones de manera que
tengan sentido” reconociendo que la Voluntad de Dios para nosotros es el
perdón, y buscando hacer únicamente eso (1:4, 2:2).
¿Qué es el pecado?
(Parte 7)
L.pII.4.4:1-3
La
lección compara nuestra creencia en el pecado y las ilusiones proyectadas que
hemos inventado para apoyar esa creencia, con “los sueños de un loco” (4:1).
Los sueños de un loco pueden ser aterradores; del mismo modo, nuestras imágenes
externas del pecado en el mundo pueden ser terroríficas. “El pecado parece ser
ciertamente aterrador” (4:1). La enfermedad, la muerte y la pérdida de
cualquier clase nos aterrorizan. La ilusión no es agradable.
“Sin
embargo, lo que el pecado percibe no es más que un juego de niños” (4:2). Nada
de ello tiene realmente un resultado duradero. Desde la perspectiva de la
eternidad, nuestras guerras y plagas no son más reales ni terroríficas que una
guerra imaginaria de un niño entre las figuras de superhéroes en acción. No hay
duda de que esto es muy difícil de creer, especialmente cuando estás en medio
de todo ello creyendo que es real. Sin embargo, es lo que el Curso afirma. Si
el cuerpo no vive realmente, tampoco muere. “El Hijo de Dios puede jugar a
haberse convertido en un cuerpo que es presa de la maldad y de la culpabilidad,
y a que su corta vida acaba en la muerte” (4:3). Pero no es cierto. Es únicamente
un juego que estamos jugando. Nada de todo ello significa lo que creemos que
significa.
Cuando
vamos al cine, podemos llorar cuando un personaje con el que nos hemos
identificado sufre una pérdida o muere. Sin embargo, una parte más profunda de
nuestra mente sabe que estamos viendo una historia, que el actor no murió
realmente. Y en cierto nivel, el Curso nos pide que respondamos a lo que
llamamos “vida” del mismo modo, con un nivel de conocimiento más profundo que
sabe que toda vida que Dios creó nunca puede morir. El personaje de la obra
puede morir, podemos llorar, y sin embargo debajo de todo eso, sabemos que es
únicamente un juego imaginario, y no la realidad final.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-257-audios-mp3_rf_8280371_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
http://www.michelgaymard.com/site/leccion-257-que-no-me-olvide-de-mi-proposito/
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