LECCIÓN 270
Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo.
1. Padre, la visión de Cristo es el don que me
has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo
contemplan en el panorama de un mundo perdonado. 2¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese
mundo! 3No obstante,
¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista! 4Un mundo perdonado significa que Tu Hijo
reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados ante la verdad y
aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba
para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. 5Y ahora su voluntad es una con la Tuya. 6Ahora su función no es sino la Tuya Propia,
y todo pensamiento salvo el Tuyo ha desaparecido.
2. El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y, a
través de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo. 2Cristo se
convierte en nuestros ojos hoy. 3Y mediante
Su vista le ofrecemos curación al mundo a través de Él, el santo Hijo que Dios
creó íntegro; el santo Hijo a quien Dios creó como uno solo.
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 270
- 27 SETIEMBRE
“Hoy no
utilizaré los ojos del cuerpo”
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del
Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
Por
supuesto esto no significa que vaya a caminar con los ojos vendados, chocándome
con las cosas. Sin embargo, no voy a dejar que mi vista se detenga en lo
físico. No voy a “usar” la información de los ojos, no voy a depender de eso.
La visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el poder
de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el panorama de un
mundo perdonado. (1:1)
Ahí
está otra vez esa palabra “transformar”. Lo que hoy quiero ver, Maestro mío, es
un mundo perdonado. Quiero ver la verdad detrás de todas las apariencias. Mi
función, la función de cada Hijo de Dios, es la de transformador o traductor.
Estamos aquí para sanar al mundo al verlo de manera diferente, y así nos
curamos también nosotros.
Uno de
los componentes principales de esa visión es la ausencia de juicios. Sin condena. Sin culpa. Sin exigir cambios
fuera. Viendo que todos y todo se merecen amor, tal como son. Sin comparaciones
ni valoraciones, sin hacer diferencias, sino viendo a todo como parte de Un
Todo.
Perdonar es pasar por alto. Mira entonces más allá del error, y no
dejes que tu percepción se fije en él, pues, de lo contrario, creerás lo que tu
percepción te muestre. Acepta como verdadero sólo lo que tu
hermano es, si quieres conocerte a ti mismo. Percibe lo que él no es, y no
podrás saber lo que eres porque lo estarás viendo falsamente.
(T.9.IV.1:2-5)
No sabes cómo pasar por alto los errores pues, de lo contrario, no los
cometerías. (T.9.IV.2:2)
Se nos
dice que pasemos por alto los errores. Luego se nos dice que no sabemos cómo
hacerlo. Por lo que tenemos que volvernos hacia el Espíritu Santo. Una lección
que me parece fundamental en el Curso es: “No confíes en tu percepción. No
utilices los ojos del cuerpo. No pienses que ver empieza y termina con la vista
física y con nuestras propias interpretaciones mentales.
Lo que
hacemos mientras vamos por el mundo es algo parecido a esto: vemos algo.
Nuestra mente lo interpreta y casi siempre con una valoración o juicio. En ese
momento lo que tenemos que hacer es reconocer que no podemos juzgar y abandonarlo.
Abandonamos nuestra percepción. No pensamos que es peligroso o temible o
pecado, simplemente reconocemos que no significa nada (M.16.10:8). Ese
abandonar nuestras percepciones es el paso fundamental. “Y a cambio de ese
"sacrificio", se le restaura el Cielo en su conciencia” (M.16.10:10).
Nos
hacemos a un lado y ocupamos lo que parece ser una posición inferior. Decimos:
“No entiendo lo que significa esto”. Ésta es la primera lección del Libro de Ejercicios: “Nada de lo que veo…
significa nada” (L.1).
Y luego
nos abrimos al Espíritu Santo. “Quiero ver las cosas de otra manera”. Eso es.
Si llegas hasta aquí, te quedarás encantado porque Dios contestará esa
petición. Verás las cosas de otra manera. Quizá no inmediatamente, no en ese
instante, pero sucede. ¿Cómo? ¡No lo sé! Entender el cómo de la Expiación no es nuestro trabajo ni nuestra función, sino
la Suya.
¿Qué es el cuerpo?
(Parte 10)
L.pII.5.5:4-8
El amor es tu seguridad. El miedo no existe. (5:4-5)
Cuando
no utilice los ojos del cuerpo, esto es lo que veré. Cuando abandone mi fe
ciega en la percepción de las cosas, veré amor. Los ojos del cuerpo se hicieron
con miedo y se hicieron para ver miedo. Necesito poner fin a mi confianza en
este mecanismo de la percepción, y pedir una nueva: la visión de Cristo.
La
frase: “El miedo no existe”, me puede parecer increíble, especialmente al
avanzar en mi práctica del Curso, porque una de las consecuencias de practicar
el Curso es que todos los tipos de miedos enterrados en mi mente empiezan a salir.
Sin embargo, el Curso me enseña que lo que ha sucedido es esto: para esconderme
a mí mismo mi propia naturaleza de amor, mi ego ha inventado todo tipo de
miedos, luego me parecieron tan aterradores que los reprimí o negué, y los tapé
con disfraces engañosos apoyados por mi percepción del mundo. Ahora al
abandonar mi confianza en la percepción, los disfraces están desapareciendo, y
los miedos que yo había enterrado están saliendo a la superficie. Entonces,
este sencillo mensaje es un remedio para esos miedos que salen: “El miedo no
existe”. En otras palabras, lo que estoy viendo no es real, es una ilusión que
yo me he inventado.
Identifícate con el amor, y estarás a salvo. Identifícate con el amor,
y estarás en tu morada. Identifícate con el amor, y hallarás tu Ser. (5:6-8)
Cuando
empiezo a mirar dentro, veo todas estas diferentes formas de miedo. En lugar de
luchar con el miedo, o de escapar, o de enterrarlo de nuevo, necesito aprender
a mirar más allá al amor que están ocultando. Tenemos que atravesar lo que el
Curso llama “el anillo de temor” (ver T.18.IX, especialmente los párrafos 3 y
4). Aquí es donde la mayoría de nosotros nos quedamos atascados. El miedo
parece demasiado real.
Voy a
permitir hoy que el Espíritu Santo me muestre que esta aparentemente
infranqueable muralla de miedo no es nada realmente. Está hecha de nubes que no
pueden detener ni una pluma. Voy a tomar Su mano y dejar que Él me conduzca a
través de esa muralla a la verdad, a mi Ser, y a mi hogar. Voy a identificarme
con el amor y encontrar mi seguridad.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-270-audios-mp3_rf_8399921_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=pK23rno2cQ4
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