LECCIÓN 273
Mía es la quietud de la paz de Dios.
1. Tal vez estemos ahora listos para pasar un día en perfecta calma. 2Sl
esto no fuese posible todavía, nos contentaremos y nos sentiremos más que satisfechos, con poder aprender cómo es
posible pasar un día así. 3Si permitimos que algo nos perturbe,
aprendamos a descartarlo y a recobrar la paz. 4Sólo necesitamos
decirles a nuestras mentes con absoluta certeza: "Mía es la quietud de la
paz de Dios", y nada podrá venir a perturbar la paz que Dios Mismo le dio
a Su Hijo.
2. Padre, Tu paz me
pertenece. 2¿Qué necesidad tengo de temer que algo pueda robarme
lo que Tú has dispuesto sea mío para siempre? 3No puedo perder los dones que Tú me has dado. 4Por lo tanto, la paz con la que Tú agraciaste a Tu
Hijo sigue conmigo, en la quietud y en el eterno amor que Te profeso.
--------------------------------
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 273
- 30 SETIEMBRE
“Mía es la
quietud de la paz de Dios”
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del
Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
Me
encanta el modo en que el Curso nos hace sitio a todos nosotros, sin que
importe nuestro nivel de logros. Dice: algunos de nosotros pueden estar “listos
para pasar un día en perfecta calma” (1:1). Y para algunos de nosotros esto
puede no ser “posible” (1:2). Si hemos hecho las lecciones del Libro de
Ejercicios desde el principio, ya hemos hecho 272 lecciones. Sin embargo, un
día en perfecta calma puede que todavía no sea posible. “Posible” significa que
“se puede lograr”. No hay sensación de desprecio aquí, ni la intención de
decir: “Algunos de vosotros no habéis estado haciendo vuestro trabajo”.
Simplemente dice que no es posible para ti todavía.
Incluso el “todavía” tiene significado, porque afirma claramente que será posible para nosotros finalmente.
El
autor del Curso tiene total confianza en cada uno de nosotros. No sólo en
aquellos que estamos haciendo el Curso, sino en cada uno de nosotros. Un día
será posible para mí, para ti, y para todos “pasar un día en perfecta calma”.
¿No es maravilloso pensar en ello, aunque todavía no hayas llegado?
¿Deseas una quietud que no pueda ser perturbada, una mansedumbre
eternamente invulnerable, una profunda y permanente sensación de bienestar,
así como un descanso tan perfecto que nada jamás pueda interrumpirlo?
El perdón te ofrece todo eso y más. (L.122.1:6-2:1)
La
lección nos sugiere que si todavía no estamos listos para pasar un día en
perfecta calma, nos contentaremos y nos sentiremos más que satisfechos (1:2).
El camino a la paz es también un
camino de paz. ¡No hay necesidad de
disgustarse por no poder estar todavía en perfecta paz! Perder la paz que
tenemos porque no estamos en perfecta
paz no es un estado mental productivo en el que estar. Podemos estar en paz
acerca de no estar en paz. Ése es el comienzo. Nos sentimos contentos y
satisfechos de aprender cómo es posible pasar un día en perfecta paz.
Tenemos
que ser alumnos felices, felices de estar aprendiendo cómo estar en paz,
incluso aunque no estemos en paz. ¿Y cómo aprendemos eso?
Si permitimos que algo nos perturbe, aprendamos a descartarlo y a
recobrar la paz. Sólo necesitamos decirles a nuestras mentes con absoluta
certeza: "Mía es la quietud de la paz de Dios", y nada podrá venir a
perturbar la paz que Dios Mismo le dio a Su Hijo. (1:3-4)
En
otras palabras, simplemente enseñamos a nuestra mente que la paz nos la ha dado
Dios. Cuando surge algo que nos perturba, lo “rechazamos”. Ésta es la práctica
de la vigilancia mental que tan a menudo se enseña en el Texto. No permitimos
que la alteración continúe, la reconocemos como algo que no queremos, y le
ordenamos a nuestra mente que vuelva a la paz.
Dice
que hagamos esto “con certeza”. Esto no es una lucha en la que tratamos de
acallar al ego con nuestros gritos. Es una calma dulce pero firme, sin
ansiedad. Estamos diciendo a nuestra mente: “Aquiétate, permanece en silencio”.
El camino a la paz no es estresado. Las palabras: “Mía es la quietud de la paz de Dios” vienen de un lugar dentro de nosotros que siempre está en paz. Al
decírnoslas a nosotros mismos con serena certeza, ya hemos conectado con ese
lugar de paz dentro de nosotros.
Por lo tanto, la paz con la que Tú agraciaste a Tu Hijo sigue conmigo,
en la quietud y en el eterno amor que Te profeso. (2:4)
¿Qué es el Cristo?
(Parte 3)
L.pII.6.2:1-3
Cristo
es el eslabón que nos mantiene unidos a Dios (2:1). Si de algún modo somos
conscientes del Cristo dentro de nosotros, parece que Él es sólo una parte de
nosotros, quizá una pequeña parte o una parte escondida. Ésa no es la realidad
(3:2), pero así es como nos parece. Y sin embargo cada uno de nosotros es
consciente de algo dentro de nosotros
que es mucho más que lo que parecemos ser, algo que nos une a Dios.
Probablemente no estaríamos leyendo este Curso si no tuviéramos esa consciencia.
Y ésta por muy pequeña y escondida que pueda parecer, nos une a Dios. Sabemos
eso de algún modo.
Si esa
unión es real, entonces la separación no es real. “La separación no es más que
una ilusión de desesperanza” (2:1). Si estamos unidos a Dios y somos uno con
Él, entonces no estamos separados, y todo lo que parece decirnos que lo estamos
no es más que una ilusión. En cada uno de nosotros, en el Cristo dentro de
nosotros, “toda esperanza morará por siempre en Él” (2:1). Algo en nosotros
sabe que esto es verdad. La unión con Dios no se ha roto. Cada uno de nosotros
tiene este aliado escondido en su corazón. Dentro de mí, dentro de ti, dentro
de todos, está el Cristo. El Curso confía en este hecho totalmente porque
Jesús, que recordó a Cristo su Ser, sabe
que es así.
Tu mente es parte de la Suya, y Ésta de la tuya. (2:2)
Él está
ahí, en ti. Y tú estás en Él. Como la Biblia dice, todo lo que estamos haciendo
es dejar que la mente de Cristo more en nosotros. Estamos reconociendo esta
parte de nuestra mente que hemos negado y de la que hemos dudado. Su mente está
en nosotros, y esto es nuestra salvación. Es parte de nosotros, no podemos
perderlo, incluso aunque lo queramos.
En esta
parte de nuestra mente “se encuentra la Respuesta de Dios” (2:3). La Respuesta
a la separación. La Respuesta al dolor y al sufrimiento. La Respuesta a la
desesperación. La Respuesta a todos los problemas. La Respuesta está en ti. La
Respuesta es parte de ti. No está
fuera, no puede encontrarse en nada del mundo, tampoco en nadie más. Ya la
tienes. Ya lo eres. La Respuesta está
en ti.
En esta
parte de nuestra mente “ya se han tomado todas las decisiones y a los sueños
les ha llegado su fin” (2:3). Lo que esto significa es tan maravilloso que
apenas podemos creerlo. Hay una parte de nuestra mente en la que todos
nosotros, cada uno de nosotros, ya ha
decidido a favor de Dios. Ya hemos elegido la paz. Ya hemos abandonado todo
ataque y todo juicio. Y todos nuestros sueños ya han desaparecido. Con este
conocimiento podemos estar absolutamente seguros de que “lo lograremos”. Porque
el Cristo en nosotros ya lo ha logrado.
Todo lo
que queda por hacer es reconocer que esta “parte” de nosotros es todo lo que
existe realmente. Todo lo que queda es abandonar todo lo demás, excepto esto.
No necesitamos alcanzar la iluminación, necesitamos únicamente aceptar que ya
se ha logrado. Ésta es la verdad, y todo lo que estamos haciendo en este mundo
es aprender a “negar la negación de la verdad” (T.12.II.1:5), abandonar “los
obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu
herencia natural” (T.In.1:7).
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-273-audios-mp3_rf_8400030_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=Iaxc2NTQ1Pg
No hay comentarios:
Publicar un comentario