LECCIÓN 312
Veo todas las cosas como quiero que sean.
1. La percepción se deriva de los juicios. 2Habiendo juzgado,
vemos, por lo tanto, lo que queremos contemplar. 3Pues el único
propósito de la vista es ofrecernos lo que queremos ver. 4Es
imposible pasar por alto lo que queremos ver o no ver lo que hemos decidido
contemplar. 5¡Cuán inevitablemente, pues, se alza el mundo real ante
la santa visión de aquel que acepta el propósito del Espíritu Santo como
aquello que desea ver! 6No puede dejar de contemplar lo que Cristo
quiere que vea, ni de amar con el Amor de Cristo lo que contempla.
2. Mi único propósito hoy es
contemplar un mundo liberado, libre de todos los juicios que he emitido. 2Padre, esto es
lo que Tu Voluntad dispone para mí hoy, por lo tanto, no puede sino ser mi
objetivo también.
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 312 - 8 NOVIEMBRE
“Veo todas las cosas como
quiero que sean”
Instrucciones
para la práctica
Ver las instrucciones para
la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o
en la Tarjeta de Práctica de este
libro.
Comentario
Ésta
lección es la segunda de una pareja. La lección anterior nos decía:”Juzgo todas
las cosas como quiero que sean”. Esta lección continúa: “La percepción se deriva de los juicios” (1:1). En este contexto,
juicio es lo mismo que interpretación. Primero queremos que una cosa sea
verdad, por lo tanto, juzgamos o interpretamos lo que nos rodea de acuerdo con
ese deseo, y habiendo juzgado (interpretado), vemos lo que queríamos. “Pues el único propósito de la vista es
ofrecernos lo que queremos ver” (1:3). La presentación que el Curso hace de la
percepción es firme e insistente:
Ves lo que crees que está ahí, y crees que está ahí porque quieres que
lo esté. La percepción no está regida por ninguna otra ley que ésa.
(T.25.III.1:3-4)
Si queremos
ver el mundo real, lo veremos. Si nos unimos al Espíritu Santo en Su propósito,
no podemos “dejar de contemplar lo que Cristo quiere que
vea, ni de amar con el Amor de Cristo lo que contempla” (1:6). La clave está en
lo que queremos.
No es
fácil aceptar que lo que estamos viendo es lo que queríamos, en algún nivel de
nuestra mente. El ego tiene una mente enferma, literalmente; los pensamientos y
deseos del ego y que no se han reconocido, se manifiestan en el mundo aunque no
seamos conscientes de ellos. El mundo es el espejo de nuestra mente, lo que
vemos es lo que hemos elegido ver. El mundo no cambia porque tenemos miedo de
mirar dentro de nuestra mente y ver los pensamientos que lo han causado. Si
miramos los pensamientos en nuestra mente, Él los sanará.
En un
seminario de Un Curso de Milagros,
Ken Wapnick estaba compartiendo estas líneas, y recuerdo a alguien diciendo que
durante la información en televisión acerca del terremoto de California se dio
cuenta de que una parte de su mente se sintió decepcionada de que el número de
muertos fuera tan bajo. Algo dentro de él quería que hubiera sido más
dramático, quería ver más muertos. Recuerdo que una vez me di cuenta de que yo
quería que alguien muriese, alguien muy cercano a mí. Fue una gran impresión,
pero cuando me permití hacerme consciente de ello, me di cuenta de que ¡el
pensamiento no era nuevo!
Necesitamos
estar dispuestos a encontrar la causa del mundo que vemos dentro de nuestra
mente, para que así podamos cambiar nuestra mente acerca del mundo. Cambiando
nuestros pensamientos, veremos un mundo cambiado.
Si
queremos, podemos “contemplar un mundo liberado, libre de todos los
juicios que he emitido” (2:1). Hoy podemos elegir ver el mundo de manera
diferente si queremos. No hay que sentirse culpable por no elegir velo de
manera diferente, pero piensa lo infeliz que te ha hecho hasta ahora tu
percepción del mundo y pregúntate a ti mismo si no quieres verlo de manera
diferente. Tu voluntad es ver el mundo real. Depende de ti, y de mí, elegir verlo
hoy.
Padre, esto es
lo que Tu Voluntad dispone para mí hoy, por lo tanto, no puede sino ser mi
objetivo también. (2:2)
¿Qué es el Juicio Final? (Parte 2)
L.pII.10.1:3-4
En dos frases tenemos el Segundo Advenimiento, el Juicio Final, y el
Último Paso:
Lo primero que verás será un mundo que ha aceptado que esto es verdad,
al haber sido proyectado desde una mente que ya ha sido corregida. Y con este panorama santo, la percepción imparte una
silenciosa bendición y luego desaparece, al haber alcanzado su objetivo y
cumplido su misión. (1:3-4)
El “esto” en lo que vemos que el mundo como habiendo aceptado, es la
afirmación de la frase anterior de que: “lo falso es falso y que lo que es
verdad jamás ha cambiado”. Si el mundo
ha aceptado esta afirmación, ello me indica que esto no es sólo el mundo real
(el mundo que se ve con los ojos del perdón) sino el Segundo Advenimiento, en
el que todas las mentes se Le han entregado a Cristo. La mente sanada y
unificada de la Filiación todavía está proyectando pero “desde una mente que ya
ha sido corregida”, y por lo tanto lo que proyecta es un mundo sanado. Al ver
esta “santa visión”, pronunciamos el Juicio Final que es una bendición
silenciosa, pues como el Curso dice en otro lugar, “El Juicio Final es la última curación, en vez de un
reparto de castigos” (T.2.VIII.3:3).
Con “la última curación” el propósito y la misión de
la percepción (tal como el Espíritu Santo ve su propósito) se han acabado, y
por eso desaparece la percepción; en el siguiente párrafo (2:3) el mundo mismo
(que es el objeto de nuestra percepción)
“simplemente se disuelve en la nada”.
¿Qué sentido tiene entender estos acontecimientos escatológicos?
(Escatología es “La rama de la teología que está relacionada con el fin del
mundo y de la humanidad”, Diccionario Americano Heritage). Representan la meta
hacia la que el Curso nos está llevando. Como el Curso dice en “Cómo Fijar la
Meta” (T.17.VI): cuando aceptas una meta, empiezas a pasar por alto todo lo que
se interpone en su camino, y empiezas a centrar tu atención en las cosas que la
traen. Dice:
El valor de decidir de antemano lo que quieres que ocurra es
simplemente que ello te permite percibir la situación como un medio para hacer
que tu objetivo se logre. Haces, por lo tanto, todo lo posible por pasar
por alto todo lo que interferiría en su logro, y te concentras sólo en lo que
te ayuda a conseguirlo. (T.17.VI.4:1-2)
Si entendemos, aunque sea ligeramente, que el objetivo último es una
bendición silenciosa, una sanación final, pasar por alto todo error y reconocer
la inocencia de toda la creación de Dios y de todas nuestras creaciones,
empezaremos a ver todas nuestras situaciones diarias como “un medio para que
ocurra”. Haremos todos los esfuerzos para pasar por alto todos los pensamientos
de ataque y juicios condenatorios, en nuestra propia mente o en la de otros,
porque veremos los pensamientos de ataque y juicios condenatorios como algo que
impide el objetivo que estamos buscando.
Otro valor de esta comprensión del Juicio Final es que elimina una de
las fuentes de nuestro miedo. Veremos más acerca de ello más adelante en esta
sección, pero por ahora, darnos cuenta de que Dios no está al frente de una
inquisición castigándonos por cada falta minúscula de Sus leyes, supondrá un
gran alivio para muchos de nosotros, influenciados por haber estado metidos en
una cultura en la que la religión está llena de temor a la ira de Dios. La idea
de un Dios airado y vengativo es algo que el Curso hace todo lo posible por
deshacer.
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=QGRUbeJHNGs
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