10. ¿Qué es el juicio Final?
1. El Segundo Advenimiento de Cristo le confiere al
Hijo de Dios este regalo: poder oír a la Voz que habla por Dios proclamar que
lo falso es falso y que lo que es verdad jamás ha cambiado. 2Y éste
es el juicio con el que a la percepción le llega su fin. 3Lo primero
que verás será un mundo que ha aceptado que esto es verdad, al haber sido
proyectado desde una mente que ya ha sido corregida. 4Y con este panorama santo, la percepción imparte una
silenciosa bendición y luego desaparece, al haber alcanzado su objetivo y
cumplido su misión.
2. El juicio Final sobre el mundo no encierra condena alguna. 2Pues
ve a éste completamente perdonado, libre de pecado y sin propósito alguno. 3Y
al no tener causa ni función ante los ojos de Cristo, simplemente se disuelve
en la nada. 4Ahí nació y ahí ha de terminar. 5Y todas las
figuras del sueño con el que el mundo comenzó desaparecen con él. 6Los
cuerpos no tienen ahora ninguna utilidad, por lo tanto, desaparecen también, pues el Hijo de Dios es ilimitado.
3. Tú que creías que el juicio Final de Dios
condenaría al mundo al infierno junto contigo, acepta esta santa verdad: el
juicio de Dios es el regalo de la Corrección que le concedió a todos tus
errores. aDicha Corrección te libera de ellos y de todos los efectos
que parecían tener. 2Tener miedo de la gracia redentora de Dios es
tener miedo de liberarte totalmente del sufrimiento, del retorno a la paz, de
la seguridad y la felicidad, así como de tu unión con tu propia Identidad.
4. El Juicio Final de Dios es tan misericordioso
como cada uno de los pasos de Su plan para bendecir a Su Hijo y exhortarlo a
regresar a la paz eterna que comparte con él. 2No tengas miedo del amor, 3pues sólo él
puede sanar todo pesar, enjugar todas las lágrimas, y despertar
tiernamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios reconoce como Suyo. 4No
tengas miedo de eso. 5La salvación te pide que le des la bienvenida. 6Y
el mundo espera tu grata aceptación de ella, gracias a lo cual él se liberará.
5. Este es el juicio Final de Dios: "Tú sigues
siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre amoroso y por siempre
amado, tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre
inmaculado. 2Despierta, pues, y regresa a Mí. 3Yo soy tu
Padre y tú eres Mi Hijo"
LECCIÓN 311
Juzgo todas las cosas como quiero que sean.
1. Los juicios se inventaron para usarse como un arma
contra la verdad. 2Separan aquello contra lo que se utilizan, y
hacen que se vea como si fuese algo aparte y separado. 3Luego hacen
de ello lo que tú quieres que sea. 4Juzgan lo que no pueden
comprender, ya que no pueden ver la totalidad, y, por lo tanto, juzgan
falsamente. 5No nos valgamos de ellos hoy, antes bien,
ofrezcámoselos de regalo a Aquel que puede utilizarlos de manera diferente. 6Él
nos salvará de la agonía de todos los juicios que hemos emitido contra
nosotros mismos y re-establecerá nuestra paz mental al ofrecernos el juicio de
Dios con respecto a Su Hijo.
2. Padre, estamos esperando hoy con mentes
receptivas a oír Tu juicio con respecto al Hijo que Tú amas. 2No
lo conocemos, y así, no lo podemos juzgar. 3Por lo tanto, dejamos
que Tu Amor decida qué es lo que no puede sino ser aquel a quien Tú creaste
como Tu Hijo.
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN
311 - 7 NOVIEMBRE
“Juzgo todas las cosas
como quiero que sean”
Instrucciones
para la práctica
Ver las instrucciones para
la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o
en la Tarjeta de Práctica de este
libro.
Comentario
La enseñanza básica del
Curso acerca del juicio es que realmente no podemos juzgar. No tenemos el equipamiento.
No sabemos lo suficiente, como dice esta lección: nuestros juicios “no pueden
ver la totalidad, y, por lo tanto, juzgan falsamente” (1:4). Entonces lo que
nuestros juicios hacen es inventar las cosas tal como queremos que sean, en
lugar de lo que realmente son. Desgraciadamente, lo hacen basados en “la agonía
de todos los juicios que hemos emitido contra nosotros mismos” (1:6). Proyectamos nuestra condena a nosotros mismos sobre
el mundo y sobre lo que vemos, como ya dijo la Lección 304: es “mi propio
estado de ánimo reflejado afuera”.
En lugar
de intentar juzgar algo, lo que se nos pide que tomemos todos los juicios y “ofrezcámoselos de regalo a Aquel que puede
utilizarlos de manera diferente” (1:5). Dicho de otra manera, dejamos que el
Espíritu Santo juzgue por nosotros. Él siempre juzga de acuerdo a la verdad, a
la creación de Dios. “Dejamos que Tu Amor decida qué es lo que no puede
sino ser aquel a quien Tú creaste como Tu Hijo” (2:3). Él nos da “el juicio de Dios con respecto a Su Hijo” (1:6).
Otro
modo de verlo es que permitimos que el Espíritu Santo nos diga lo que
verdaderamente queremos: ver la perfección de la creación de Dios en todos y en
todas partes. Y luego, puesto que eso es lo que queremos ver, “juzgamos todas
las cosas como queremos que sean”, pero ahora las juzgamos de manera diferente
porque queremos algo diferente. En manos del ego, nuestra mente siempre quiere
ver defectos porque estamos intentando negar y proyectar lo que pensamos de
nuestros propios defectos. En manos del Espíritu Santo, nuestra mente siempre
encuentra amor o peticiones de amor.
Padre,
hoy quiero ver a Tu Hijo tal como tú lo creaste. Quiero juzgarlo en la verdad.
Quiero abandonar mis retorcidos juicios y aceptar tu juicio eterno: “Tú sigues
siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre amoroso y por siempre
amado, tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre
inmaculado” (L.pII.10.5:1).
¿Qué es el Juicio Final? (Parte 1)
L.pII.10.1:1-2
El Segundo Advenimiento de Cristo le confiere al Hijo de Dios este
regalo: poder oír a la Voz que habla por Dios proclamar que lo falso es falso y
que lo que es verdad jamás ha cambiado. (1:1)
Ésta es
una de las magníficas afirmaciones del mensaje final de Un Curso de Milagros: “lo falso es falso y que lo que es verdad
jamás ha cambiado”. Puesto en estas palabras engañosamente simples, el mensaje
casi parece de Perogrullo o repetitivo, como “lo rojo es rojo”. Por supuesto
que “lo falso es falso y que lo que es verdad es verdad”. Eso a la vista está.
Lo que
da a la afirmación su profundidad es el hecho de que no lo creemos. Como se nos
dice en el Texto:
Este curso es
muy simple. Quizá pienses que no necesitas un curso que, en última instancia,
enseña que sólo la realidad es verdad. Pero ¿crees realmente esto? Cuando
percibas el mundo real, reconocerás que no lo creías. (T.11.VIII.1:1-4)
Todos
nuestros problemas pueden resumirse a esto: Nos hemos enseñado a nosotros
mismos que lo falso es verdadero, y que lo verdadero es falso. Creemos que el
cuerpo, el pecado, la culpa, el miedo, el sufrimiento y la muerte son reales. Y
no creemos (o al menos lo dudamos vivamente) que el espíritu, la santidad, la
inocencia, el amor y la vida eterna son reales. La percepción del mundo real
nos muestra que esta última lista (lo real) es verdaderamente real, y la
primera lista (lo falso) es verdaderamente falsa. Y eso es el Juicio Final.
Todo el
proceso de aprendizaje por el que aparentemente estamos pasando nos está
enseñando esta única lección, una y otra vez, en un ejemplo tras otro. Algo que
pensábamos que era real (nuestros propios pecados, o los de nuestros hermanos,
o la muerte, o el ataque, o la separación) se nos muestra que es falso, y que
el amor que pensábamos que estaba ausente se ve que es lo que está siempre
presente. Donde pensábamos ver pecado, ahora vemos inocencia. Donde pensábamos
ver a alguien atacándonos, ahora vemos a nuestro salvador (T.22.VI.8:1).
Y cuando decida hacer uso de lo que se le dio,
verá entonces que todas las situaciones que antes consideraba como medios para
justificar su ira se han convertido en eventos que justifican su amor. Oirá
claramente que las llamadas a la guerra que antes oía son realmente
llamamientos a la paz. (T.25.III.6:5-6)
Intenta
imaginarte cómo sería una situación que justo ahora ves como una justificación
para tu ira, verla transformarse en algo que justifica tu amor. Eso es lo que
hace el milagro. Eso es lo que realmente significa “lo falso es falso y que lo
que es verdad jamás ha cambiado”. El mundo real es una clase de percepción en
la que todo lo que ves justifica tu
amor, porque no hay nada que no
justifique tu amor. Eso es lo que es “real” en el mundo real. Lo que es falso
es que la ira esté justificada: “La ira nunca está justificada” (T.30.VI.1:1).
Lo que es verdad es que el amor siempre
está justificado. Por ejemplo, el Amor de Dios por ti siempre está justificado.
El Amor de Dios a tus hermanos siempre está justificado. Y por lo tanto, tu
amor a tus hermanos siempre está justificado.
“Y éste es el juicio con el que a la percepción le llega su fin” (1:2).
Cuando hayamos alcanzado este juicio final acerca de todo, el propósito de la
percepción desaparece. No hay nada más que percibir, porque todo motivo de
separación ha desaparecido, y la unidad se puede conocer una vez más y se
conoce. Ya no nos percibimos unos a otros (lo que supone separación, sujeto y
objeto), en su lugar nos conocemos unos a otros como parte de nosotros mismos,
“totalmente dignos de amor y totalmente
amorosos” (T.1.III.2:3).
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=tiKauEwj7Xc
No hay comentarios:
Publicar un comentario