LECCIÓN 319
Vine a salvar al mundo.
1. He aquí un pensamiento del que se ha eliminado
toda traza de arrogancia y en el que sólo queda la verdad. 2Pues la
arrogancia se opone a la verdad. 3Mas cuando la arrogancia
desaparece, la verdad viene inmediatamente y llena el espacio que, al irse el
ego, quedó libre de mentiras. 4Únicamente el ego puede estar
limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines limitados y restrictivos.
5El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo pierde. 6La
Voluntad de Dios, sin embargo,
es que yo aprenda que lo que uno gana se le concede a todos.
2. Padre, Tu Voluntad es
total. 2Y la meta que emana de ella comparte su totalidad. 3¿Qué otro
objetivo podrías haberme encomendado sino la salvación del mundo? 4¿Y qué otra
cosa sino eso podría ser la
Voluntad que mi Ser ha compartido Contigo?
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 319 - 15 NOVIEMBRE
“Vine a salvar al mundo”
Instrucciones
para la práctica
Ver las instrucciones para
la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o
en la Tarjeta de Práctica de este
libro.
Comentario
El Curso es muy claro aquí
acerca de que nuestro propósito, el de cada uno de nosotros, es la salvación
del mundo. Éste es muy diferente del propósito para el que el ego vino al
mundo, que es encontrar un lugar en el que Dios no pudiese entrar, escondernos
de Dios, por así decirlo, y finalmente morir. Pero el Espíritu Santo tiene un
propósito diferente para todo lo que ha inventado el ego para sus fatales
propósitos. Nuestro propósito aquí es llevar el mundo a la luz al permitir que
seamos transformados, convirtiéndonos en extensiones de Dios en el sueño, para
despertar a todos nuestros hermanos junto con nosotros.
Decir: “Estoy aquí para
salvar al mundo”, que es lo mismo que el título de la lección, nos parece muy
arrogante, pero “he aquí un pensamiento del
que se ha eliminado toda traza de arrogancia” (1:1). No es arrogante porque es
la verdad, esto es para lo que Dios nos creó, y la función que nos dio. Decir
lo contrario es arrogante porque se opone a la verdad e intenta inventar un
papel para nosotros que no es el nuestro.
Cuando
nuestra arrogancia desaparece, “la verdad viene inmediatamente” (1:3) para
llenar el lugar que ha quedado vacío. Los papeles que nos hemos inventado para
nosotros mismos están impidiendo e interfiriendo con la función que Dios nos ha
dado. La razón por la que pensar que estamos aquí para salvar al mundo no es
arrogante es que “lo que uno gana se le concede a todos” (1:6). Así que,
aceptar nuestra función como salvadores significa que lo aceptamos por todos,
nuestros hermanos se convierten en nuestros salvadores tal como nosotros nos
convertimos en los suyos. Si la Voluntad de Dios es total (2:1), entonces el
propósito de Dios debe ser total, debe ser la salvación de todo el mundo (2:3),
no sólo la mía y la tuya y la de nuestra hermana Susana.
La
Voluntad de Dios es llevar el mundo al hogar a la unidad y, por lo tanto, es “la Voluntad que
mi Ser ha compartido Contigo” (2:4). Es también mi voluntad. Estamos aquí para
la sanación de todas las mentes. Nuestra voluntad es que todos despierten al
amor, y ése es nuestro único propósito de estar aquí.
“Vine a salvar al mundo”. Repítete esto a ti mismo, recordártelo es
un ejercicio importante. Otro modo de decir esto es: “Estoy aquí únicamente para ser útil”. Que me acuerde de esto
hoy. No estoy aquí para hacerme famoso, para hacer dinero, o para lograr cosas
pasajeras que considero mis metas. Estoy aquí para ayudar. Estoy aquí para sanar.
Estoy aquí para bendecir. Estoy aquí para salvar al mundo.
¿Qué es el Juicio Final? (Parte 9)
L.pII.10.5:1
Este es el juicio Final de Dios: "Tú sigues siendo Mi santo Hijo,
por siempre inocente, por siempre amoroso y por siempre amado, tan ilimitado
como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. (5:1)
Leo
estas frases una y otra vez, siento que necesito oírlas a menudo, porque soy
consciente de la parte de mi mente que no lo cree.
Soy
inocente para siempre. Y sin embargo, a veces me siento culpable. He hecho
cosas en mi vida de las que no me siento orgulloso. He fallado a otros. No he
estado allí cuando esperaban que estuviera allí. He abandonado al amor. He
dicho cosas con la intención de hacer daño. He engañado. Como todos, tengo un
montón de cosas que lamento del pasado. Pero Dios me ve siempre inocente. Para
mí, una de las frases más conmedoras del Curso es: “Tú no has perdido tu
inocencia” (L.182.12:1). A veces pienso que la mejor definición del “milagro”
es el cambio de percepción que nos permite vernos a nosotros mismos
completamente inocentes. Para nosotros es extremadamente difícil ver esto de
nosotros mismos, para mí esto es uno de los principales valores de una relación
santa. El Curso nos dice que solos no podemos vernos a nosotros mismos
completamente inocentes, necesitamos a otro con quien aprender esto juntos.
Soy
amoroso para siempre. De nuevo, hay pruebas en mi pasado que contradicen esto.
El Curso dice que eso es falso, que no estamos viendo la totalidad de la imagen,
y que lo que parecía ser no amoroso era en realidad nuestro propio miedo y una
petición de amor. Sentimos dolor por lo que hemos hecho, pero el Juicio Final
nos liberará de ese dolor para siempre, y podremos ver que siempre hemos sido
amorosos y que lo somos para siempre. Nada de lo que hemos hecho ha cambiado
esto.
Soy
amado por siempre. ¡Ah! Esto es a veces difícil de creer, y por las mismas
razones: no nos sentimos dignos de ser amados y a veces no nos amamos a
nosotros mismos. Recuerdo haber participado en una meditación guiada en la que
me sentí dirigido a extender amor, bendiciones y comprensión compasiva a cada
uno de los de la sala, y luego a los del barrio, y después al mundo entero. Y
luego imaginarme a mí mismo mirando hacia abajo al mundo desde arriba, para
verme a mí mismo sentado allí y extender ese mismo amor, bendiciones y
comprensión compasiva a mí mismo. Sentí que algo se derretía muy dentro de mí,
la severidad de los juicios a mí mismo se derretía cediéndole el lugar a la
compasión, y lloré ¡Qué duros somos con nosotros mismos! ¡Y qué pocas veces nos
damos cuenta de lo fuertemente que nos atamos a nosotros mismos al banquillo
del juicio y de los acusados!
Soy tan
ilimitado como mi Creador. Eso pone a prueba mi credulidad y mi comprensión. El
lugar al que el Curso nos está llevando, donde se comprende que esto es verdad, está mucho más allá de
lo que nos imaginamos.
Soy
absolutamente inmutable, sin cambios. La experiencia del cambio constante, de
los cambios de humor, de los altibajos, no es lo que yo soy. El Curso me dice: “No eres tú el
que es tan vulnerable y susceptible de ser atacado que basta una palabra, un
leve susurro que no te plazca, una circunstancia adversa o un evento que no
hayas previsto para trastornar todo tu mundo y precipitarlo al caos”
(T.24.III.3:1). Eso es lo que pienso que soy, pero eso no soy yo, no mi
verdadero Ser.
Soy
absolutamente inmaculado para siempre. Puro significa sin contaminación, sin
cambio ni alteración. A menudo me siento como una mezcla enfermiza de bondad,
maldad e indiferencia. Eso no es lo que yo soy. Yo soy puro, sin mezclas.
Y en el
Juicio Final de Dios yo sabré esto, lo sabré todo. Puedo saberlo ahora. Puedo
oír Su Voz a mí hoy, ahora, en el instante santo. Este mensaje es lo que se me comunica
sin palabras cada vez. Entro en Su Presencia. Este mensaje es lo que se me da a
mí, y a ti, para compartirlo con el mundo.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=R3onHXbvOQc
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