LECCIÓN 330
Hoy no volveré a hacerme daño.
1. Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única
función. z¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de
dolor? 3¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les
ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es suyo? 4La
mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido
reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la
Voluntad de Dios unida a la suya propia. 5El Ser que Dios creó no
puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir. 6Elijamos hoy que Él sea
nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que
el sueño de miedo parece ofrecernos.
2. Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. 2Y
si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que
compartimos Contigo. 3Hoy queremos retornar a Ella, a fin de
librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos
ser.
--------------------------------Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 330 - 26 NOVIEMBRE
“Hoy no volveré a hacerme
daño”
Instrucciones
para la práctica
Ver las instrucciones para
la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o
en la Tarjeta de Práctica de este
libro.
Comentario
Cuando
pienso que soy menos que lo que Dios creó, me hago daño a mí mismo. Y sólo a mí
mismo. No hago ningún daño real, pero tengo la ilusión (que parece real) de
dolor, sacrificio y sufrimiento. Todos mis sentidos físicos y emocionales
confirman su aparente realidad, únicamente la visión de Cristo ve más allá de
la ilusión.
Hay un
párrafo muy bueno en el Texto que dice lo importante que es no depender de lo
que los ojos y los oídos nos dicen, y saber que es sólo la proyección de
nuestros propios pensamientos:
El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está
haciendo todo esto a sí mismo. No importa cuál sea la forma del ataque, eso
sigue siendo verdad. No importa quién desempeñe el papel de enemigo y quién el
de agresor, eso sigue siendo verdad. No importa cuál parezca ser la causa de
cualquier dolor o sufrimiento que sientas, eso sigue siendo verdad. Pues no
reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú
el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no
podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata
tan sólo de tu propio sueño. (T.27.VIII.10:1-6)
El
sueño malvado procede de una falsa imagen de mí mismo como algo diferente a lo
que Dios creó. Todavía creo que soy capaz de pecar y de sufrir. Debido a que
creo eso de mí mismo, también lo creo de los demás, y proyecto mi creencia
sobre ellos. Proyecto la ilusión de mis pecados y mi culpa sobre ellos. Cada
vez que veo pecado o debilidad en un hermano, es sólo el reflejo de mis propios
pensamientos acerca de mí mismo. Es “tu sueño” lo que estás viendo. No estás
viendo nada real, sino una ilusión maestra y casi perfecta proyectada desde tu
mente increíblemente poderosa. Es la imagen proyectada de tus propios
pensamientos sobre ti mismo que te está “haciendo daño”.
Si
pienso que soy débil, si pienso que mi vida es un desastre, no estoy viendo mi
verdadera Identidad. Nada de esto está sucediendo realmente. Estoy viviendo un
mal sueño, un sueño sobre mí mismo. (Sin embargo, importa como reflejo de mi estado mental, ver T.2.In.1:1-5).
Se nos
está salvando “de lo que creíamos ser” (2:3), y el camino a la liberación es entender
que “la vida es un sueño”, como dice el viejo dicho. El camino hacia la
liberación es perdonar. Entender que cuando pienso que veo algo que merece mi
juicio y condena, de algún modo distorsionado, todo lo que estoy viendo son mis
propios pensamientos proyectados fuera. Y, en ese momento, elegir pensar de
manera diferente. Ver que la situación que pensaba que justificaba mi ira se
convierte en una situación que justifica mi amor. “Éste es un pobre hermano,
confundido como yo, que se ha olvidado de su verdadera Identidad con Dios. Le veo
como culpable porque estoy proyectando mi propia culpa. Elijo no aumentar su
ilusión transmitiéndole culpa. En lugar de eso, elijo dirigirle mi amor para
que pueda despertar, como yo he empezado a hacerlo”. Y al hacer esto, sé que me
estoy dando amor a mí mismo, estoy contribuyendo a mi propio despertar.
Para mí personalmente, más
sobre este punto es la frase:
¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor? ¿Por
qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es
suyo? (1:2-3)
¿Qué le
estoy enseñando a mi mente con los pensamientos que estoy pensando? ¿Qué le
estoy enseñando a mi mente al sentirme culpable? Que soy un hombre en
reconstrucción, que todavía no estoy terminado. ¡Si no necesitara
rehabilitación, no estaría aquí! Voy a observar mis pensamientos hoy y ver cómo
me atacan si elijo escuchar al ego, y como me reconstruyen cuando escucho al
Espíritu Santo.
¿Qué es la creación? (Parte 10)
L.pII.11.5:2
Oímos Su Voz y perdonamos a la creación en Nombre de su Creador, la
Santidad Misma, Cuya santidad Su creación comparte con Él; Cuya santidad sigue
siendo todavía parte de nosotros. (5:2)
Su Voz nos llama a “perdonar a la creación”. Hemos
mirado a la creación de Dios (nosotros, nuestros hermanos, y todo el resto que
forma la creación) y la hemos juzgado. Hemos visto culpa y fealdad donde Dios
creó únicamente belleza y santidad. En este mundo no podemos crear de verdad ni
extender amor con la pureza que pertenece sólo al Cielo, pero podemos perdonar.
Podemos poner fin a la búsqueda de defectos, y quitar nuestro juicio y condena
a todo lo que vemos. Cada instante nos ofrece una oportunidad de hacer esto,
cada encuentro es una oportunidad para practicar el perdón.
Necesitamos perdonar cualquier cosa que
contemplemos sin ver la santidad de Dios en ella. Ver algo distinto a la
santidad de Dios reflejada en todo es una falta de perdón, una condena a la
creación de Dios. Cuando algo parece no santo, necesitamos pedir ayuda al
Espíritu Santo para ver más allá de las apariencias y para poder contemplar la
verdad de la santidad de Dios que esas apariencias están ocultando. El pecado
es una ilusión, y únicamente la santidad es verdad.
Entonces, todo lo que el Curso nos está enseñando
es a reconocer la creación de Dios en todas partes, en todo, y sobre todo en
nosotros mismos. La santidad de nuestro Creador sigue siendo parte de nosotros.
A cada uno de los que nos encontremos digámosle:
Quiero contemplarte con los ojos de Cristo,
y ver en ti mi perfecta impecabilidad. (L.161.11:8)
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=pt5zATThlKY
No hay comentarios:
Publicar un comentario