LECCIÓN 353
Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito:
estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al
mundo con milagros.
1. Padre, hoy le entrego a
Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea más
beneficiosa para el propósito que comparto con Él. 2Nada es
exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. 3De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su
señalado final. 4Por un tiempo
colaboraré con Él en el logro de Su propósito. 5Luego me fundiré en
mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser.
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 353 - 19 DICIEMBRE
“Mis ojos, mi boca, mis
manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a
fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros”
Instrucciones
para la práctica
Ver las instrucciones para
la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o
en la Tarjeta de Práctica de este
libro.
Comentario
Estas últimas diez lecciones
(sin contar la última) representan el estado mental al que el Curso pretende
llevarnos. En esta lección vemos el trabajo final de los pensamientos del Curso
acerca del cuerpo. No es que el cuerpo se ignore, se desprecie o se descuide,
sino que cada parte sea usada para bendecir al mundo con milagros. No se ataca
ni se rebaja al cuerpo, en lugar de ello se le da un nuevo propósito que
comparte con Cristo.
Padre, hoy le
entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea
más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. Nada es exclusivamente
mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. (1:1-2)
En el Cielo
nuestra función es la creación, algo que aparentemente no podemos entender
completamente hasta que nuestra mente despierte al Cielo, pero aquí nuestra
función es el puro reflejo de la creación: dar milagros, extender el perdón.
Podríamos decir que nuestra función aquí es reconocer a la creación, ya que
perdonar es reconocer a nuestro hermano tal como Dios lo creó, y no como lo
hemos hecho nosotros con la proyección de nuestra propia culpa.
Entonces, con
toda la determinación que pueda reunir, voy a unirme al propósito de Cristo.
Voy a darle mis manos, mis ojos, mi lengua, y mis pies. ¿Por qué no orar en
silencio y, muy concretamente hacerlo? “Padre, hoy Le doy mis manos a Cristo
para que las use para el propósito que comparto con Él: bendecir al mundo con
milagros”. Luego repite lo mismo pero con las otras partes del cuerpo. Recuerda
este pensamiento durante el día y renueva tu regalo a Cristo, llevando tu mente
a su verdadero propósito cada vez que te acuerdes.
De este modo,
el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. Por un tiempo colaboraré
con Él en el logro de Su propósito. Luego me fundiré en mi Identidad y
reconoceré que Cristo no es sino mi Ser. (1:3-5)
Cuando hayamos
llegado al punto en el que verdaderamente Le hayamos dado todo lo que tenemos a
Cristo para que lo use para Su propósito, habremos completado casi el programa
de estudios. Todo lo que queda es permanecer un poco más aquí, sirviendo a Su
propósito, compartiendo la luz con aquellas mentes que estén todavía nubladas.
Esto describe casi a un avatar, un maestro iluminado que está en la tierra
únicamente para servir a los que no han llegado tan lejos.
Cuando ese
tiempo de servicio se haya terminado, “me fundiré en mi Identidad y reconoceré
que Cristo no es sino mi Ser” (1:5). El ego se deshará y desaparecerá, la
voluntad individual dejará de existir como algo separado (que nunca existió en
realidad) y se extenderá en el Ser Uno de Cristo. No se perderá nada en este
proceso, excepto nuestra separación.
No desesperes,
corazón mío, si esto parece muy lejos de ti ahora. Está mucho más cerca de lo
que te atreves a creer. Eres mucho más de lo que crees que eres. Entrégate a
este propósito con alegría. El Espíritu Santo te proporcionará los medios.
Estate dispuesto a ir en esta dirección, y no juzgues lo cerca o lejos que
estás, lo fácil o difícil que piensas que es el camino. Estate dispuesto a que
se haga. No sientas ansiedad o inquietud si parece evitarte, la inquietud es
sólo una estrategia de retraso. Descansa, corazón mío. Confía. Los ángeles te
contemplan esperando el nacimiento de Cristo en ti. No tengas miedo. ¡Alégrate!
¿Qué soy? (Parte 3)
L.pII.14.2:1-3
La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin ahora. (2:1)
A lo
largo del Libro de Ejercicios, las palabras se han usado para enseñarnos e
inspirarnos, y hemos usado en nuestras prácticas las palabras que se nos han
dado. Cuando estemos verdaderamente listos para “graduarnos” del Libro de
Ejercicios y de su nivel de entrenamiento, estaremos listos para abandonar las
palabras concretas. Estaremos preparados para pasar nuestros días en
comunicación constante con el Espíritu Santo, sin necesidad de palabras
especiales que entrenen nuestra mente de acuerdo a las líneas del Curso, porque
en ese punto nuestra mente estará completamente entrenada. Practicaremos
habitualmente instantes santos y a menudo pasaremos tiempo cada día renovando
nuestra mente en la Presencia de Dios.
Pocos
de nosotros, si es que hay alguno, estamos en ese punto. Sé, muy a pesar mío,
que yo no lo estoy. No he seguido fielmente el programa de entrenamiento que se
nos ha dado (escrito en 1995), y por eso todavía necesito más entrenamiento, en
el que el uso de palabras todavía es fundamental. Todavía necesito el apoyo de
las palabras. El próximo año repetiré el Libro de Ejercicios de nuevo. No a
regañadientes ni con una sensación de fracaso, ¡oh, no! He progresado mucho en
este último año, creo. Las lecciones permanecen conmigo durante el día mucho
más que antes, y mi mente se acuerda de aplicarlas como respuesta a la
“tentación”. No siempre, pero más a menudo.
Mas en los últimos días de este año que tú y yo juntos le ofrecimos a
Dios, hemos encontrado un solo propósito, el cual compartimos. (2:2)
Seguramente
éste es uno de los propósitos del Libro de Ejercicios, que lleguemos a darnos
cuenta de que compartimos un propósito con Jesús, somos salvadores (ver párrafo
3). Hemos empezado a recordar no sólo nuestra propia inocencia sino nuestro
propósito, para el cual fuimos creados: para extender amor a otros, tal como
Dios nos creó al extender Su Amor.
Y al concederle el regalo de nuestro perdón, éste se
nos concede a nosotros. (3:3)
Puesto que hemos
aprendido que estamos aquí para bendecir al mundo, nosotros somos bendecidos.
Puesto que hemos aprendido a perdonar, recibimos nuestro propio perdón. Ésta es
la ley del amor. Así es como funciona el amor.
Cuando
el propósito de entrenamiento del Libro de Ejercicios se haya completado en
nosotros, no sólo habremos encontrado nuestra propia salvación individual,
habremos descubierto que nuestra salvación está en llevar liberación a otros.
Nos salvamos al salvar a otros, sanamos al sanar a otros. “Sanaré a medida que
Le permita enseñarme a sanar” (T.2.V(A).18:6).
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=yiq8lUJp7FQ
No hay comentarios:
Publicar un comentario