LECCIÓN 48
No hay nada que temer.
1. La idea de hoy afirma simplemente un hecho. 2No
es un hecho para los que creen en ilusiones, mas las ilusiones no son hechos. 3En
realidad no hay nada que temer. 4Esto es algo muy fácil de
reconocer. 5Pero a los que quieren que las ilusiones sean verdad les
es muy difícil reconocerlo.
2. Las sesiones de práctica de hoy serán muy cortas,
muy simples y muy frecuentes. 2Repite sencillamente la idea tan a
menudo como puedas. 3Puedes hacerlo con los ojos abiertos en
cualquier momento o situación. 4Recomendamos enérgicamente, no obstante,
que siempre que puedas cierres los ojos durante aproximadamente un minuto y
repitas la idea lentamente para tus adentros varias veces. 5Es
especialmente importante también que la uses de inmediato si observas que algo
perturba tu paz mental. 3. La
presencia del miedo es señal inequívoca de que estás confiando en tu propia
fortaleza. 2La conciencia de que no hay nada que temer indica que en
algún lugar de tu mente, aunque no necesariamente en un lugar que puedas reconocer,
has recordado a Dios y has dejado que Su fortaleza ocupe el lugar de tu debilidad.
3En el instante en que estés dispuesto a hacer eso, ciertamente no
habrá nada que temer.
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de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN
48 – 17 FEBRERO
“No hay nada que
temer”
Instrucciones para
la práctica
Recordatorios
frecuentes: Muy a menudo, tan a menudo como sea posible.
Hay dos formas. Usa la más larga siempre que puedas.
- Repite la idea. Puedes hacerlo con los ojos abiertos en cualquier circunstancia, incluso durante una conversación. Tan sólo lleva dos segundos.
- Lleva un minuto aproximadamente, cierra los ojos y repite la idea lentamente varias veces.
Observaciones:
Los
periodos de práctica más largos se han dejado por hoy, por lo tanto vas a
centrarte en la frecuencia .Vimos lo
mismo en las Lecciones 20, 27 y 40. Por lo tanto, la lección de hoy es parte de
una serie planeada para enseñarnos el hábito importantísimo de la práctica
frecuente. Por eso, en lugar de tomarte un día libre, dedícate de lleno. Cuanto
más pongas de tu parte, mayor beneficio obtendrás de ello.
Lecciones anteriores (27, 40) recomendaban establecer la
frecuencia al comienzo del día y luego tratar de mantenerla. Yo recomendaría
hacer hoy lo mismo. ¿Qué frecuencia quieres establecer? Echemos un vistazo a
lecciones anteriores que precisaban una frecuencia:
Lección 20: 2 por hora
Lección 27: de 2 a 4 por hora
Lección 39: de 3 a 4 por hora
Lección 40: 6 por hora
La media es de 3 a 4 por hora, pero date cuenta también de que
la frecuencia aumenta a medida que las lecciones avanzan. Yo sugeriría que
elijas una frecuencia que realmente pienses que puedes mantener, y luego tener
la firme intención de mantenerla, e incluso tomarte un momento para imaginarte
a ti mismo practicándola en diferentes
circunstancias. Durante el día, cuando te des cuenta de que te has olvidado, no
te disgustes, nos sucede a todos. Simplemente vuelve a la práctica, de
inmediato y sin culpa.
Respuesta
a la tentación: Cuando algo perturbe tu paz mental.
Repite la idea de
inmediato.
Comentario
Se puede entender este
sencillo pensamiento al menos de dos maneras:
1) No hay nada a
lo que temer.
2) ¿Miedo? ¡Eso no
es cierto!
Como el tercer párrafo
aclara, este pensamiento está relacionado con la lección de ayer acerca de
confiar en la fortaleza de Dios en lugar de confiar en nuestra propia
fortaleza, separada de la Suya. “La presencia del miedo es señal inequívoca de
que estás confiando en tu propia fortaleza” (3:1). Como dijo la lección de ayer: “¿Quién puede depositar su fe en la
debilidad y sentirse seguro?” (L.47.2:3). Por eso, cuando confiamos en nuestra
propia fortaleza, sentimos miedo. Cuando confiamos en la fortaleza de Dios, no
sentimos miedo. El miedo no es algo que debamos temer; sin embargo, es una
señal que nos avisa de que nuestra fe está en el lugar equivocado, y lo que
pide es corrección, no condena.
Desde la perspectiva de la
mente recta, es un hecho que: no hay nada que temer. Dios es todo lo que
existe, y nosotros somos parte de Él, nada fuera de Él existe. Por supuesto, no
hay nada que temer. El miedo es la creencia en algo distinto de Dios, un dios
falso, un ídolo con poder que se opone y vence a Dios. Secretamente creemos que
hemos hecho eso, pero de lo que tenemos miedo es de nosotros mismos. Sin
embargo, lo que creemos que hemos hecho nunca ha ocurrido. Por eso, no hay nada
que temer. “Nada real puede ser amenazado” (T.In.2:2).
Si creemos en ilusiones, el
miedo parece muy real, pero tenemos miedo de la nada. La lección dice que “es
muy fácil de reconocer” que no hay nada que temer (1:4); lo que hace que
parezca difícil es que queremos que las
ilusiones sean verdad (1:5). Si no son verdad, entonces no somos quienes
creemos ser y quienes queremos ser; somos creaciones de Dios, no nuestra propia
creación. Por eso, nos aferramos a las ilusiones para dar validez a nuestro
ego, y al hacerlo, conservamos el miedo.
Cuando nos permitimos a
nosotros mismos recordar que no hay nada que temer, y cuando conscientemente nos recordamos ese hecho
durante el día, eso nos demuestra que “en algún lugar de tu mente, aunque no necesariamente en un lugar que
puedas reconocer, has recordado a Dios y has dejado que Su fortaleza ocupe el
lugar de tu debilidad” (3:2). Esto es lo que el Texto llama la “mente recta”.
Hay una parte de nuestra mente -realmente la única parte que existe- en la que ya hemos recordado a Dios. Esa parte de
nuestra mente es lo que nos está despertando de nuestro sueño.
¿Alguna vez te has
preguntado cómo es que encontraste Un
Curso de Milagros, y por qué te atrae? Tu mente recta ha creado esta
experiencia para ti; tu verdadero Ser te habla a través de sus páginas para
despertarte. Cada vez que repetimos “No hay nada que temer”, nos estamos
asociando con la parte de nosotros que ya está despierta, y que ya ha recordado
la verdad. Puesto que ya estamos despiertos, el resultado es inevitable. Pero
necesitamos esta apariencia de tiempo para “darnos tiempo a nosotros mismos”
(por así decir) para despachar las ilusiones y reconocer la verdad siempre
presente de nuestra realidad.
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AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-48-audios-mp3_rf_3905554_1.htmlVIDEO Mich Gaymard:
http://www.michelgaymard.com/site/leccion-48-un-curso-de-milagros-no-hay-nada-que-temer/
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