LECCIÓN 68
El amor no abriga resentimientos.
1. Tú, que fuiste creado por el Amor a semejanza de Sí Mismo, no puedes abrigar
resentimientos y conocer tu Ser. 2Abrigar resentimientos es
olvidarte de quien eres. 3Abrigar resentimientos es verte a ti mismo
como un cuerpo. 4Abrigar resentimientos es permitir que el ego
gobierne tu mente y condenar el cuerpo a morir. 5Quizá aún no hayas
comprendido del todo lo que abrigar resentimientos le ocasiona a tu mente. 6Te
hace sentir como si estuvieses enajenado de tu Fuente y fueses diferente de
Él. 7Te hace creer que Él es como aquello en lo que tú piensas que
te has convertido, pues nadie puede concebir que su Creador sea diferente de
sí mismo.
2. Escindido de tu Ser, el Cual sigue consciente
de Su semejanza con Su Creador, tu Ser parece dormir, mientras que la parte de
tu mente que teje ilusiones mientras duerme, parece estar despierta. 2¿Podría
ser todo esto el resultado de abrigar resentimientos? 3¡Desde luego
que sí! 4Pues aquel que abriga resentimientos niega haber sido
creado por el Amor, y en su sueño de odio, su Creador se ha vuelto algo
temible. 5¿Quién podría tener sueños de odio y no temer a Dios?
3. Es tan cierto que aquellos que abrigan
resentimientos forjarán una nueva definición de Dios de acuerdo con su propia
imagen, como que Dios los
creó a Semejanza de Sí Mismo y los definió como parte de Él. 2Es tan
cierto que aquellos que abrigan resentimientos sentirán culpabilidad, como que
los que perdonan hallarán la paz. 3Y es igualmente cierto que aquellos que abrigan
resentimientos se olvidarán de quienes son, como que los que perdonan lo
recordarán.
4. ¿No estarías dispuesto a abandonar tus
resentimientos si creyeras que todo esto es cierto? 2Tal vez crees
que no puedes desprenderte de tus resentimientos. 3Esto, sin
embargo, no es sino una cuestión de motivación. 4Hoy trataremos de
ver cómo te sentirías sin ellos. 5Si lo logras, aunque sea brevemente, jamás volverás
a tener problemas de motivación.
5. Comienza la sesión de práctica más larga de hoy
escudriñando tu mente en busca de aquellas personas que son objeto de lo que
según tú son tus mayores resentimientos. 2Algunas de ellas serán muy
fáciles de identificar. 3Piensa luego en los resentimientos aparentemente
insignificantes que abrigas en contra de aquellas personas a quienes aprecias
e incluso crees amar. 4Muy pronto te darás cuenta de que no hay
nadie contra quien no abrigues alguna clase de resentimiento. 5Esto
te ha dejado solo en medio de todo el universo tal como te percibes a ti mismo.
6. Resuélvete ahora a ver a todas esas personas como
amigos. 2Diles a todas ellas, pensando en cada una por separado:
3Te consideraré
mi amigo, para poder recordar que eres parte de mí y así poder llegar a
conocerme a mí mismo.
4Pasa el resto de la sesión tratando de
imaginarte a ti mismo completamente en paz con todo el mundo y con todo, a
salvo en un mundo que te protege y te ama, y al que tú, a tu vez, amas. 5Siente
como la seguridad te rodea, te envuelve y te sustenta. 6Trata de
creer, por muy brevemente que sea, que no hay nada que te pueda causar daño
alguno. 7Al final de la sesión de práctica di para tus adentros:
8El amor no
abriga resentimientos.
9Cuando me
desprenda de mis resentimientos sabré que estoy perfectamente a salvo.
7. Las sesiones de práctica cortas deben incluir una
rápida aplicación de la idea de hoy tal como se indica a continuación, la cual
deberá hacerse siempre que surja un pensamiento de resentimiento contra
alguien, tanto si esa persona está físicamente presente como si no:
2El
amor no abriga resentimientos. 3No traicionaré a mi propio Ser.
4Además de eso, repite la idea varias veces por
hora de la siguiente manera:
5El
amor no abriga resentimientos. 6Quíero despertar a la verdad de mi
Ser dejando a un lado todos mis resentimientos y despertando en Él.
-----------------------------------Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN
68
“El
amor no abriga resentimientos”
Instrucciones para
la práctica
Propósito:
Sentir
la profunda sensación de paz y seguridad que procede de no albergar
resentimientos. Esto te proporcionará la motivación que necesitas para
desprenderte de ellos cada vez más.
Ejercicios
más largos: Una vez, duración de diez a quince minutos.
- Busca en tu mente a aquellos contra los que guardas serios resentimientos, luego a aquellos contra los que aparentemente guardas resentimientos menores. Date cuenta de que nadie está completamente libre de ellos, y lo solo que esto te ha hecho sentir.
- Decídete a verlos a todos como amigos. Dile a cada uno: “Te consideraré mi amigo, para poder recordar que eres parte de mí y así poder llegar a conocerme a mí mismo”. Date cuenta de la evolución a través de las tres etapas (amigo/ parte de mí/ conocerme a mí mismo). Intenta sentir de verdad cada etapa.
- Durante el resto de la sesión de práctica, piensa en ti mismo estando en paz con un mundo que es verdaderamente tu amigo, un mundo que te ama y te protege, y que tú a cambio amas. Intenta sentir realmente que la seguridad te rodea como un manto, revoloteando a tu alrededor como las alas de un ángel, y sujetándote como una sólida roca debajo de tus pies.
- Termina diciendo: “El amor no abriga resentimientos. Cuando me desprenda de todos mis resentimientos sabré que estoy perfectamente a salvo”.
Recordatorios
frecuentes: Varias veces (al menos 3 por hora).
Di: “El amor no abriga
resentimientos. Quiero despertar a la verdad de mi Ser dejando a un lado todos
los resentimientos y despertando en Él”.
Respuesta
a la tentación: Siempre que sientas un resentimiento contra alguien.
Rápidamente aplica la idea en esta forma: “El amor no abriga resentimientos. No traicionaré a mi propio Ser”.
Por supuesto, la idea es que debido a que tu Ser es Amor, abrigar
resentimientos es un acto de traición a tu Ser. Piensa en ello.
Comentario
Esta lección es una poderosa
enseñanza acerca del efecto que abrigar resentimientos tiene en nuestra mente y
en nuestra manera de pensar.
Abrigar un resentimiento es
desear hacerle daño a alguien; ya sea que lo consideremos así o no, es “tener
sueños de odio” (2:5). Alguno de nosotros, quizá la mayoría, a veces lo hemos
hecho, literalmente tener sueños de venganza contra alguien que percibimos que
nos está haciendo su víctima. Posiblemente, hemos deseado conscientemente que
alguien estuviese muerto. Sin embargo, probablemente hemos reprimido la
consciencia de tales pensamientos y deliberadamente hemos olvidado que los
hemos tenido. No obstante, incluso los resentimientos “pequeños” son lo mismo,
sólo que de una manera más suave. Abrigar un resentimiento es sentir que se te
ha tratado injustamente, y que el que lo ha hecho se merece ser castigado por
obrar mal.
“El amor no abriga
resentimientos”. Abrigar un resentimiento es lo opuesto al amor, el amor y los
resentimientos no pueden existir juntos. La lección de ayer nos enseñó que “El
Amor me creó a semejanza de Sí Mismo”. Entonces, abrigar resentimientos es negar esa verdad, es afirmar que soy
algo distinto del amor. No podemos conocer nuestro Ser como Amor si albergamos
algún resentimiento porque abrigar resentimientos es justamente lo contrario.
“Quizá no hayas comprendido
del todo lo que abrigar resentimientos le ocasiona a tu mente” (1:5). La
enseñanza de las siguientes líneas es sustanciosa. Nuestra Fuente es Amor, y estamos
creados a semejanza de esa Fuente. Cuando albergamos un resentimiento, parece que somos diferentes de nuestra
Fuente, y por lo tanto parece que estamos separados de Él (1:6). Nosotros no
somos Amor, y Dios sí lo es, tenemos
que estar separados.
Sin embargo, la mente no
puede ni siquiera imaginar que una fuente y sus efectos sean totalmente
diferentes; por lo tanto, para arreglar este problema de lógica, nuestra mente
se imagina a Dios a semejanza de nuestra imaginada imagen de nosotros mismos:
“Te hace creer que Él es aquello en lo que tú piensas que te has convertido”
(1:7). Pensamos que Dios alberga resentimientos, y tiene sueños de religiones
que hablan de “pecadores a manos de un Dios furioso”. Fabricamos una imagen de
un dios vengativo y castigador, y nos alejamos aterrorizados de su presencia,
temerosos de nuestra propia existencia.
Los efectos de los
resentimientos no terminan con desprendernos aparentemente de Dios, haciéndonos
diferentes y separados, y luego convertir a Dios en un demonio terrorífico y
vengativo. Dentro de nosotros, nuestro propio Ser parece quedarse dormido y así
dejar de tomar parte activa, mientras que la parte de nosotros que “teje
ilusiones mientras duerme, parece estar despierta” (2:1). Nos olvidamos de
nuestro Ser e imaginamos que somos otra cosa, un “ser” mezquino, que alberga
resentimientos, enfadado con el mundo.
“¿Podría ser todo esto el
resultado de abrigar resentimientos? ¡Desde luego que sí!” (2:2-3). Hemos
inventado a un dios semejante a nuestra imagen. Sentimos culpa. Hemos olvidado
quién somos. Todo esto es inevitable para todos aquellos que abrigan
resentimientos.
No nos hemos dado cuenta del
daño que le estamos haciendo a nuestra mente al albergar resentimientos. Por
esta razón el Curso nos enseña que el perdón no es algo que hacemos a favor de
otros, lo hacemos por nuestro propio bienestar.
Puede parecer imposible
abandonar todos los resentimientos, eso dice la lección (4:2). Sin embargo, no
es cuestión de que sea posible o imposible, sino únicamente cuestión de
motivación. Podemos abandonar
cualquier resentimiento, la cuestión es ¿queremos
hacerlo? Por eso, esta lección se propone aumentar nuestra motivación
pidiéndonos que hagamos un experimento. Básicamente, nos pide “trataremos de
ver cómo te sentirías sin ellos” (4:4). La idea es que si podemos sentir lo que
es estar sin resentimientos,
preferiremos este sentimiento nuevo. Como dice el anuncio de televisión:
“Pruébalo, te gustará”. Y una vez que estemos motivados, una vez que queramos abandonar los resentimientos,
lo haremos. Nuestra mente tiene todo ese poder.
Fíjate en el uso de las
palabras “tratando” y “trata” en el párrafo 6. Aquí estamos haciendo un
ejercicio de imaginación. Imagínate estar en paz con todo el mundo. Imagínate
sentirte completamente a salvo, rodeado de amor y amando a todos los que te
rodean. Imagínate, aunque sólo sea por un instante, que nada puede hacerte
daño, que eres invulnerable y estás completamente seguro y, aún más, que no hay
nada que quiera hacerte daño aunque pudiese. “Si lo logras, aunque sea
brevemente, jamás volverás a tener problemas de motivación” (4:5).
Una vez que pruebes lo que
es este estado mental, vas a quererlo.
¡Porque es realmente maravilloso! Vas
a desear hacer todo lo que sea necesario para experimentarlo cada vez más y
durante más tiempo, hasta que sea para siempre.
Quiero recalcar que la
lección de hoy no nos dice “deshazte de todos tus resentimientos”. No está
estableciendo una ley ni haciéndonos sentir culpables por tener resentimientos.
Simplemente está intentando motivarnos
para que queramos abandonarlos;
primero al mostrarnos cuánto dolor causan los resentimientos a nuestra mente
(daño ilusorio, pero en nuestra experiencia parece real), y luego al dejarnos
experimentar cómo se siente una mente
sin resentimientos. Nos hace reconocer que albergar resentimientos es una
traición, no a Dios ni a nadie más, sino a nosotros mismos como Amor. Los
resentimientos nos hacen creer que somos algo que no somos, y que no somos lo
que verdaderamente somos.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
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