LECCIÓN 222
Dios está conmigo. Vivo y me muevo en Él.
1. Dios está conmigo. 2Él es mi Fuente de
vida, la vida interior, el aire que respiro, el alimento que me sustenta y el
agua que me renueva y me purifica. 3Él es mi hogar, en el que vivo y
me muevo; el Espíritu que dirige todos mis actos, me ofrece Sus Pensamientos y
garantiza mi perfecta inmunidad contra todo dolor. 4Él me prodiga
bondad y cuidado, y contempla con amor al Hijo sobre el que resplandece, el cual
a su vez resplandece sobre Él. 5¡Qué serenidad la de aquel que
conoce la verdad de lo que Él dice hoy!
2. Padre, no tenemos en nuestros labios ni en nuestras mentes otras
palabras que Tu Nombre, cuando acudimos silenciosamente ante Tu Presencia, pidiendo
que se nos conceda poder descansar Contigo por un rato en paz.
--------------------------------Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 222
- 10 AGOSTO
“Dios está
conmigo. Vivo y me muevo en Él”
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del
Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
De
nuevo se nos lleva a la Presencia de Dios, sin palabras, en silencio y quietud.
Somos conscientes únicamente de Dios, con Su Nombre en nuestros labios.
¿Qué significa
“vivo y me muevo en Dios”? Éste es el mensaje que el Apóstol Pablo llevó a los
Atenienses, hablando del “dios desconocido”, y diciendo: “en Él vivimos, y nos
movemos y tenemos nuestro ser” (Hechos de los A. 17:16-28). La lección habla de
la Presencia de Dios en todos y en todo, que Dios está en todas partes y “en
todo momento”. En hermosas imágenes, la lección saca nuestros pensamientos a la
Presencia que todo lo llena, que nunca está separada de nosotros, “más cerca
que mi propia respiración, y más cerca que mis manos y pies”, como escribió
Tennyson.
Esto
son imágenes y no literal (en mi opinión). Si el mundo es una ilusión, como
dice a menudo el Curso, Dios no es literalmente
“el agua que me renueva y me purifica” (1:2). Esto está hablando de nuestra
realidad espiritual, donde realmente
estamos. Dios es la realidad de todas las cosas que buscamos en el mundo para
alimento y sustento, Dios es la verdadera Fuente de nuestra vida. Pensamos que
vivimos en el mundo, pero vivimos en Dios. Pensamos que nuestro cuerpo contiene
nuestra vida, pero Él es nuestra vida. Pensamos que respiramos aire, pero Le
respiramos a Él. Dios es nuestro verdadero alimento y nuestra verdadera bebida,
nuestro verdadero Hogar. No vivimos ni nos movemos en el mundo, vivimos y nos
movemos en Dios.
Leer
esta lección en voz alta es un ejercicio excelente. O convertir la primera
parte en una oración: “Tú eres mi Fuente de vida... Tú eres mi hogar”. Usa
estas palabras al comienzo de tu periodo de práctica para poner tu mente en un
estado de consciencia de estar lleno de Dios y dentro de Él, protegido por su
amoroso cuidado. Luego, aquiétate, y entra dentro de esa Presencia, para
descansar con Él en paz durante un rato.
¿Qué es el perdón?
(Parte 2)
L.pII.1.1:2-7
Dice:
“El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no
hubo pecado” (1:2-3).
Ésta es
la distinción entre el verdadero perdón y el falso perdón, que La Canción de la Oración llama
“perdón-para-destruir” (Canción2:1-2). Hay una gran diferencia entre ver pecado
en alguien y luchar para pasarlo por alto o contener el deseo de castigarle, y
ver no un pecado sino un error y una petición de ayuda de un Hijo de Dios
confundido, y de manera natural responder con amor. Cuando el Espíritu Santo
nos permite ver el “pecado” de otro de esta manera, de repente podemos ver
nuestros propios”pecados” en esa misma luz. En lugar de intentar justificar
nuestros propios errores, podemos admitir que son errores y abandonarlos sin
culpa.
El
pecado es simplemente “una idea falsa acerca del Hijo de Dios” (1:5). Es una
falsa evaluación de uno mismo proyectada sobre todos a nuestro alrededor. Es la
creencia de que verdaderamente estamos separados, de que somos los agresores
del Amor de Dios en nuestra separación, y vemos agresores por todas partes.
Aquí
(1:6-7) el perdón se ve en tres pasos. Primero,
vemos la falsedad de la idea del pecado. Reconocemos que no ha habido pecado,
el Hijo de Dios (en el otro o en nosotros) sigue siendo el Hijo de Dios, y no
un demonio. Se ha equivocado, pero no ha pecado. Segundo, siguiendo de cerca al primer paso y como consecuencia de
él, abandonamos la idea de pecado. Renunciamos a ella. Abandonamos nuestras
quejas, renunciamos a nuestros pensamientos de ataque. Sólo el primer paso
depende de nuestra elección, el segundo paso resultado del primero. Cuando ya
no vemos más el ataque, ¿qué razón hay para castigar con un contraataque?
El tercer paso es cosa de Dios. Algo viene
a ocupar el lugar del pecado, la Voluntad de Dios es libre para fluir a través
de nosotros sin que nuestras ilusiones se lo impidan, y el Amor sigue su curso
natural. En esto experimentamos nuestro verdadero Ser, la extensión del propio
Amor de Dios.
Todo lo
que necesitamos hacer, si se le puede llamar hacer, es estar dispuesto a ver
algo distinto al ataque, algo distinto al pecado. Necesitamos estar dispuestos
a admitir que nuestra percepción del pecado es falsa. Cuando lo hagamos, el
Espíritu Santo compartirá con nosotros Su percepción. Él sabe cómo perdonar,
nosotros no lo sabemos. Nuestro papel consiste simplemente en pedirle que Él
nos enseñe. Él hace el resto, y todo sucede como resultado de ese estar
dispuestos.
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-222-audios-mp3_rf_4932369_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=LOyBq0p6ODE
No hay comentarios:
Publicar un comentario