LECCIÓN 223
Dios es mi vida. No tengo otra vida que la Suya.
1. Estaba equivocado cuando pensaba que vivía separado de Dios, que era una
entidad aparte que se movía por su cuenta, desvinculada y encasillada en un
cuerpo. 2Ahora sé que mi vida es la de Dios, que no tengo otro hogar
y que no existo aparte de Él. 3Él no tiene Pensamientos que no sean
parte de mí, y yo no tengo ningún pensamiento que no sea de Él.
2. Padre nuestro, permítenos contemplar la faz de
Cristo en lugar de nuestros errores. 2Pues
nosotros que somos Tu santo Hijo somos
incapaces de pecar. 3Queremos
contemplar nuestra inocencia, pues la culpabilidad proclama que no somos Tu
Hijo. 4Y no queremos seguir relegándote al olvido, 5pues nos sentimos solos aquí y anhelamos estar en el
Cielo, que es nuestro hogar. 6Queremos
regresar hoy. 7Nuestro Nombre
es el Tuyo, y reconocemos que somos Tu Hijo.
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 223
- 11 AGOSTO
“Dios es mi
vida. No tengo otra vida que la Suya”
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del
Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
Nuestro
único error es creer que tenemos una vida aparte de Dios. No es cierto. Dios es Vida. Dios es Ser. Él es Existencia.
Él creó todo lo que existe, y no hay nada aparte de Él. “Nada puede estar
separado de Él y vivir” (L.156.2:9). “No existo aparte de Él (1:2).
He
pasado la mayor parte de mi tiempo aquí en la tierra pensando que yo era
alguien o algo separado de Dios. La mayor parte de mi búsqueda espiritual ha
sido una lucha por “volver a Dios”, como si Él estuviera increíblemente lejos
de mí. Él no está lejos. Él no es Algo separado de mi Ser. “No tengo otra vida que la Suya” (título de la
lección). Hay una bendición que se usa a menudo en las iglesias de la Unidad
que termina con las palabras: “Dondequiera que yo estoy, está Dios”. Sí. Mi
vida es la vida de Dios. Mis pensamientos son los Pensamientos de Dios. No hay
que ir a ningún sitio. No hay que hacer nada para encontrarle, Él está aquí. Él
está conmigo. Él es mi vida. Si vivo, formo parte de Dios.
Hay un bendito alivio cuando nos damos cuenta de
nuestra unidad con Dios. Toda la dura lucha, toda la inútil nostalgia, toda la
sensación del sufrimiento de estar fuera investigando, todo eso termina. Un
pensamiento de puro gozo llena nuestra mente. A veces rebosa de risas, una
cierta diversión compasiva por la ridícula idea con la que nos hemos
atormentado, de que podíamos estar separados de Él, de algún modo. ¿Puede el
rayo de sol estar separado del sol? ¿Puede una idea estar separada de la mente
que la piensa?
Y así volvemos de nuevo al centro tranquilo y
silencioso dentro de nosotros, donde todo se sabe. Pedimos “contemplar la faz de Cristo en lugar de nuestros errores” (2:1).
Afirmamos que ya no queremos perdernos más en el olvido. Afirmamos claramente
que queremos abandonar nuestra soledad y encontrarnos a nosotros mismos, tal
como siempre hemos estado: en el Hogar. Y en la quietud, Dios nos habla, y nos
dice que somos Su Hijo.
¿Qué es el perdón?
(Parte 3)
L.pII.1.2:1-2
Todo el
segundo párrafo trata de la falta de perdón. La característica de un
pensamiento que no perdona es que “emite un juicio que no
pone en duda a pesar de que es falso” (2:1).
Entonces,
la característica de una mente que perdona es que está dispuesta a poner en
duda ¡sus propios juicios! La mente que no perdona dice: “Mi mente ya lo tiene
claro, no me confundas con hechos”. La mente que perdona dice: “Quizá hay otro
modo de ver esto”.
En la
sección que trata de las diez características de los maestros avanzados de Dios
(Capítulo 4 del Manual para el Maestro) la última característica es la
“mentalidad abierta”. Dice:
De la misma manera en que los juicios cierran la mente impidiéndole la
entrada al Maestro de Dios, de igual modo la mentalidad abierta lo invita a
entrar. De la misma manera en que la condenación juzga al Hijo de Dios como malvado,
de igual modo la mentalidad abierta permite que sea juzgado por la Voz de Dios
en Su Nombre. (M.4.X.1:3-4)
Estar
dispuesto a abandonar nuestros propios juicios y a oír el juicio del Espíritu
Santo es lo que hace que el perdón sea posible. Una mente que no perdona “se ha
cerrado y no puede liberarse” (2:2).
La mente que perdona está abierta. Una y otra vez el Curso nos pide que estemos
dispuestos a ver las cosas de manera diferente, que estemos dispuestos a poner
en duda lo que creemos que sabemos, y que sencillamente “hagamos esto”:
Permanece muy quedo y deja a un lado todos los pensamientos acerca de
lo que tú eres y de lo que Dios es; todos los conceptos que hayas aprendido
acerca del mundo; todas las imágenes que tienes acerca de ti mismo. (L.189.7:1)
Cuando
se deja el juicio a un lado “lo que entonces queda libre para ocupar su lugar
es la Voluntad de Dios” (1:7)
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-223-audios-mp3_rf_4932439_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=gSWFafDblb0
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