LECCIÓN 278
Si estoy aprisionado, mi Padre no es libre.
1. Si acepto que estoy aprisionado dentro de un cuerpo, en un mundo en el
que todo lo que aparentemente vive parece morir, entonces mi Padre está
aprisionado al igual que yo. 2Y esto es lo que creo cuando afirmo
que tengo que obedecer las leyes que el mundo obedece, y que las flaquezas y
los pecados que percibo son reales e ineludibles. 3Si de algún modo
estoy aprisionado, ello significa que no conozco ni a mi Padre ni a mi Ser. 4Y
significa asimismo que no formo parte de la
realidad en absoluto, 5pues la verdad es libre, y lo que está
aprisionado no forma parte de la verdad.
2. Padre, lo único que pido es la verdad. 2He
tenido muchos pensamientos descabellados acerca de mí mismo y de mi creación,
y he introducido en mi mente un sueño de miedo. 3Hoy
no quiero soñar. 4Elijo el camino que conduce a Ti en lugar de
la locura y el miedo. 5Pues la verdad está a salvo, y sólo el amor
es seguro.
--------------------------------
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 278
- 5 OCTUBRE
“Si estoy
aprisionado, mi Padre no es libre”
Instrucciones para la práctica
Ver las
instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del
Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
Para
nosotros, el Curso a menudo expone un conjunto de lo que parece ser relaciones
bastante confusas entre ideas. Dice que la manera en que trato a mi hermano es
un reflejo de cómo me trato a mí mismo. Dice que la manera en que me trato a mí
mismo es un reflejo de cómo trato a Dios. Dice que la manera en que trato a mi
hermano es un reflejo de cómo trato a Dios. En las tres se puede sustituir la
frase “cómo trato” por “cómo veo”.
Este
conjunto de asociaciones nos parece confuso porque insistimos en pensar que
nuestro Ser, nuestro hermano y Dios son seres separados. No es sólo que la
manera en que me veo a mí mismo refleja
la manera en que veo a Dios, es la
manera en que veo a Dios porque yo soy parte de Dios, una extensión de Él, una
extensión de Su naturaleza. Dios es todo lo que existe. No hay nada más. Por lo
tanto:
Si acepto que estoy aprisionado dentro de un cuerpo, en un mundo en el
que todo lo que aparentemente vive parece morir, entonces mi Padre está
aprisionado al igual que yo. Y esto es lo que creo cuando afirmo que tengo que
obedecer las leyes que el mundo obedece, y que las flaquezas y los pecados que
percibo son reales e ineludibles. (1:1-2)
El
Curso dice a menudo que yo creo cosas que no pienso que creo. Dice que yo creo
que he crucificado al Hijo de Dios (T.13.II.5:1). Y aquí me dice que yo creo
que Dios es un prisionero.
Ciertamente
no voy por ahí diciendo que Dios es un prisionero. La idea de que Dios es un
prisionero me parece horrible, mi idea mental de Dios es que Él lo puede todo.
¿Cómo puedo creer algo sin darme cuenta de que lo creo? Realmente es muy fácil,
lo hago todo el tiempo. Incluso a veces me he descubierto haciéndolo.
Por
ejemplo, a veces me he dado cuenta de que cuando otra persona se acerca de una
manera muy abierta y amorosa, mi primera reacción no es de bienvenida sino de
sospecha. Pienso que detrás de la apariencia de amor probablemente hay otro
motivo oculto, algo contra lo que tengo que estar en guardia. Mi pensamiento
puede ser: “¿Qué quiere esta persona de mí?” O quizá sospecho que está
intentando manipularme de algún modo. Lo que ese tipo de respuesta indica es
que creo que el Amor Mismo es sospechoso. No confío en el Amor. No confío en mi
Amor, no confío en el Amor de otro y, por encima de todo, no confío en el Amor
de Dios.
Otro
modo en que veo esa sospecha del amor en mí mismo es cuando siento sentimientos
amorosos por otra persona, sospecho de
mis propios motivos, especialmente si la persona es una mujer atractiva. De
nuevo, ahí está la creencia oculta, una creencia que conscientemente no he
admitido, de que no se puede confiar en
el Amor.
Lo que
esta lección dice es que cuando yo acepto que yo soy un prisionero, estoy mostrando una creencia escondida de que
Dios es un prisionero también. Esto
es así porque los hechos de la realidad son que Dios y yo somos uno, parte del
Mismo Ser, o mejor dicho, yo soy parte de Su Ser. Puesto que la realidad es
Una, lo que creo acerca de cualquier parte lo creo acerca de la Totalidad, sea
consciente de ello o no.
Si de algún modo estoy aprisionado, ello significa que no conozco ni
a mi Padre ni a mi Ser. Y significa asimismo que no formo parte de la realidad
en absoluto. (1:3-4)
Podríamos
usar fácilmente estas frases para condenarnos a nosotros mismos y entrar en un
viaje de culpa. No hay ni uno solo de nosotros que no se sienta aprisionado de
algún modo. Todos nos sentimos
limitados por las leyes del mundo: leyes de la nutrición, de la economía, de la
salud, del matrimonio. Todos creemos
que moriremos. Todos creemos que algunas de nuestras debilidades son reales y
no pueden superarse, si no creyéramos esto, ¡ya las habríamos superado! Todos
creemos que estamos limitados por el tiempo y el espacio; por ejemplo, que si
un amigo se aleja miles de kilómetros, ya no podemos relacionarnos tan
estrechamente como lo hemos hecho antes. Así pues, ¿ya no formo parte de la
realidad? ¿Es mi situación desesperada?
No, no
es desesperada. Todo lo que necesitamos hacer es reconocer estas creencias en
nosotros y admitir que las tenemos.
Necesitamos ver que cada creencia en nuestras propias limitaciones es una
creencia de que Dios está limitado, cada creencia de que estoy aprisionado o
atrapado de algún modo es una creencia de que Dios está aprisionado y atrapado.
Fíjate en lo que estamos haciendo. Reconoce que lo estamos haciendo. Y dile a
Dios, por ejemplo: “Te estoy viendo como limitado y bloqueado, y Tú no estás
limitado ni bloqueado. Ayúdame a verlo”. Y eso es todo.
Padre, lo único que pido es la verdad. He tenido muchos pensamientos
descabellados acerca de mí mismo y de mi creación, y he introducido en mi mente
un sueño de miedo. Hoy no quiero soñar. Elijo el camino que conduce a Ti en
lugar de la locura y el miedo. Pues la verdad está a salvo, y sólo el amor es
seguro. (2:1-5)
Eso es
todo. Reconoce que has tenido “pensamientos alocados” (no “pensamientos pecaminosos”),
y pide la verdad. Eso es todo.
¿Qué es el Cristo?
(Parte 8)
L.pII.6.4:2-3
¿Qué
hace el Espíritu Santo con nuestros sueños de pecado y de culpa cuando se los
llevamos a Él, y los transforma en la verdad? “Él los intercambiará por el
sueño final que Dios dispuso fuese el fin de todos los sueños” (4:2). Esto es
lo que el Curso llama “sueño feliz” (4:2), conocido también como “el mundo
real” o “percepción verdadera”. Él coge nuestras pesadillas y las transforma en
el sueño feliz. En el sueño feliz todavía estamos soñando, todavía estamos aquí
en el mundo, todavía actuamos en el reino de la percepción. Pero lo que vemos
es algo completamente diferente de las pesadillas de una mente que se ha vuelto
loca por la culpa. “El mundo real se alcanza simplemente mediante el completo
perdón del viejo mundo, aquel que contemplas sin perdonar” (T.17.II.5:1).
Este
sueño feliz es el que Dios ha fijado que sea “el fin de todos los sueños”. “El
perdón es la ilusión que constituye la respuesta a todas las demás ilusiones”
(L.198.2:10). El Curso dice que el mundo termina por medio de la ilusión del
perdón: “La ilusión del perdón, completa, sin excluir a nadie, y de una ternura
ilimitada, lo cubrirá, ocultando toda maldad, encubriendo todo pecado y acabando
con la culpabilidad para siempre” (M.14.1:4). Nuestros pensamientos tenebrosos
y de culpa llevados ante el Espíritu
Santo, se encuentran con el perdón y desaparecen, siendo sustituidos con la
visión de un mundo de inocencia total.
La
“ilusión del perdón” pondrá fin a todos los sueños porque pondrá fin a la
separación:
Pues cuando el perdón descanse sobre el mundo y cada, uno de los Hijos
de Dios goce de paz, ¿qué podría mantener las cosas separadas cuando lo único
que se puede ver es la faz de Cristo? (4:3)
Por
supuesto, el “rostro de Cristo” (“faz de Cristo”) no significa que veremos un
hombre judío con barba por todas partes, la frase es un símbolo de la inocencia
del Hijo de Dios. Si el perdón descansa sobre todo el mundo, y todas las mentes
han llegado a la paz, libres de culpa, ¿qué se puede ver sino la inocencia? El
Curso ha dicho que el mundo es un símbolo de la culpa. Cuando la culpa haya
desaparecido, su símbolo (el mundo) también desaparecerá. El mundo, hecho de
culpa, desaparecerá cuando su causa desaparezca.
Claramente
esto se refiere a un final, “cada uno
de los Hijos de Dios goce de paz”. Es la meta hacia la que nos lleva el
Espíritu Santo, el logro final, cuando se haya eliminado la culpa de todas las
mentes. Cada uno de nosotros juega su papel en esto, pues mientras haya culpa
dentro de mi mente, el final de la
culpa no se ha logrado. El todo no puede estar completo sin todas sus partes.
Ser el Cristo no es algo que tengamos que alcanzar, ya somos el Cristo. Pero
tenemos que aprender a eliminar todos los obstáculos de culpa que nos ocultan
nuestro verdadero Ser.
El estado de inocencia es sólo la condición en la que lo que nunca
estuvo ahí ha sido eliminado de la mente perturbada que pensó que sí estaba
ahí. Ese estado, y sólo ese estado, es lo que tienes que alcanzar, con Dios a
tu lado. (T.14.IV.2:2-3)
Una vez
que hayamos quitado “lo que no está ahí”, y hayamos alcanzado el estado de
inocencia, lo que somos -el Cristo- nos será revelado.
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-278-audios-mp3_rf_8474076_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=UoJxowQt0Ho
No hay comentarios:
Publicar un comentario