LECCIÓN 296
El Espíritu Santo habla hoy a través de mí.
1. El
Espíritu Santo necesita hoy mi voz para que todo el mundo pueda escuchar Tu Voz
y oír Tu Palabra a través de mí. 2Estoy resuelto a dejar que hables a través de mí,
pues no quiero usar otras palabras que las Tuyas, ni tener pensamientos aparte
de los Tuyos, pues sólo los Tuyos son verdaderos. 3Quiero ser el salvador del mundo que fabriqué. 4Pues ya que lo condené, quiero liberarlo, de manera
que pueda escapar y oír la Palabra que Tu santa Voz ha de comunicarme hoy.
2. Hoy sólo enseñaremos lo que queremos aprender, y
nada más. 2De este modo, nuestro objetivo de aprendizaje queda libre
de conflictos, lo cual nos permite alcanzarlo con facilidad y rapidez. 3¡Cuán
gustosamente viene el Espíritu Santo a rescatarnos del infierno cuando
permitimos que a través de nosotros Sus enseñanzas persuadan al mundo para que
busque y halle el fácil sendero que conduce a Dios!
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 296 - 23 OCTUBRE
“El Espíritu Santo habla
hoy a través de mí”
Instrucciones
para la práctica
Ver las instrucciones para
la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o
en la Tarjeta de Práctica de este
libro.
Comentario
Cuando permito que el Espíritu Santo vea a través de mí, (la lección de ayer), compartiendo Su
percepción, también habla a través de mí.
No es que yo me convierta en el regalo de Dios al mundo en el sentido
del ego, el profeta que tiene la respuesta para toda la humanidad. No, no es
eso. Pero Él sí habla a través de mí. Él habla la palabra de bienvenida, de
reconocimiento, de aprecio y de gratitud. A través de mí, el Espíritu Santo les
comunica a mis hermanos: “Estás a salvo. Eres pleno. Eres amado”.
Habiendo condenado al mundo, ahora quiero liberarlo. Habiendo cubierto
a todos con culpa, con una pesada capa, ahora quiero quitar esa culpa de todos.
¿Por qué quiero conceder esta liberación a todos sin excepción? Porque la
quiero para mí mismo, y ésta es la única manera de tenerla. Si mi hermano muere
culpable, yo lo hago con él. ¡Qué privilegio tan grande tengo, de eliminar la
culpa de aquellos a mi alrededor, de hacerles saber que son libres!
A través de mí (y de ti) el Espíritu Santo convence al mundo para que
busque y encuentre el camino a Dios. Yo soy Su representante aquí en la tierra,
un embajador del Reino de los Cielos. A aquellos que todavía no han aprendido a
escuchar Su Voz, yo Le represento, hablando Sus palabras, manifestando Su
actitud y Su Amor a cada persona con la que me encuentro. Ésa es mi función.
Ése es mi único propósito. Eso es mi vida.
Quiero ser el salvador del mundo que fabriqué. Pues ya que lo condené,
quiero liberarlo, de manera que pueda escapar y oír la Palabra que Tu santa Voz
ha de comunicarme hoy. (1:3-4)
¿Estoy dispuesto a salvar mi mundo? A veces me doy cuenta de que
quiero dejarlo, dejar que se convierta en ruinas y acabar con ello. El Curso es
muy claro acerca de esto: no puedo escapar al Cielo yo solo y dejar al mundo
detrás. No puedo alcanzar el Cielo sin mis hermanos.
El sentimiento de cansancio hacia el mundo, la sensación de “¡estoy
tan harto de todo este lío!” esconde mi propio juicio a mí mismo. Profundamente
culpable por mi continua separación de mi Padre, quiero echarle la culpa al
mundo. Quiero decir: “Es este lugar agotador el que me impide tener paz”. La
paz está aquí, la paz es ahora. La paz, y el mismo Cielo, están en mí,
dondequiera que yo voy. No necesito huir, y no es necesario cambiar nada.
“El Espíritu Santo necesita hoy mi voz” (1:1). Vivimos en una
conspiración de silencio. Hay muchos, más de los que sabemos, que han visto el
Cielo. Nosotros estamos entre ellos. Sin embargo, tenemos miedo de hablar
porque tenemos miedo de que la gente se ría de nosotros, que piensen que
estamos locos.
¿Cuántas veces hemos deseado, anhelado profundamente, que alguien se
atreviera a decir (en medio del miedo, del sufrimiento, de la pérdida y del
terror): “Estoy en paz. La paz de Dios es muy real para mí”. Hoy seré yo el que
contestará a ese anhelo. “Hoy sólo enseñaremos lo que
queremos aprender, y nada más” (2:1)
¿Qué
es el mundo real? (Parte 6)
L.pII.8.3:4-5
Cuando nuestra mente se haya
perdonado a sí misma, es “una mente que está
en paz consigo misma” (3:4), y el mundo que dicha mente ve procede de esa paz
interior. Como ya hemos visto, no es posible la paz interior sin el perdón. Del
mismo modo, ver un mundo de paz viene cuando extendemos la paz de nuestro
interior hacia fuera. Esto lo afirmó muy claramente la Lección 34:
La paz mental es claramente una cuestión interna. Tiene que empezar
con tus propios pensamientos, y luego extenderse hacia afuera. Es de tu paz
mental de donde nace una percepción pacifica del mundo. (L.34.1:2-4)
Una
mente que ha aprendido a perdonarse a sí misma y a estar en paz “es bondadosa,
y lo único que ve es bondad” (3:5). He oído a varios sabios espirituales
comentar que, si la espiritualidad tuviera que resumirse a dos palabras,
podrían ser: “Sé amable”. He encontrado bastantes personas en mi vida que se
tienen a sí mismos por muy espirituales, quizá como autoridades espirituales, y
al final lo que me llevaba a desconfiar de sus afirmaciones era simplemente
esto: que no eran amables. ¡He encontrado esta misma tendencia en mí mismo
también! Es demasiado fácil quedar atrapado en ser “correcto espiritualmente” o
en tener razón, y perder de vista la amabilidad.
Cuando
haya encontrado al ego asesino dentro de mí, y haya aprendido a perdonarlo,
cuando haya descubierto mi propia creencia en mi debilidad y fragilidad, y haya
aprendido a perdonarlas; cuando haya perdonado mis dudas de muchos años, cuando
haya descubierto lo a menudo que no vivo de acuerdo a mis elevadas aspiraciones
y haya aprendido a perdonarme; cuando haya luchado con mi constante falta de fe
y haya aprendido a perdonarla, entonces seré amable. He aprendido a ser amable
al ser amable conmigo mismo. Voy a grabar esta lección en mi corazón: La mente que se ha perdonado a sí misma es
amable, y únicamente contempla amabilidad.
Si soy
muy rápido en ver peligro acechándome en aquellos que están a mi alrededor y en
dudar de las buenas intenciones de otros, lo más probable es que sea rápido en
dudar de las mías propias y todavía no haya aprendido a perdonarme a mismo.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-296-audios-mp3_rf_8491775_1.html
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=VpPTzoil4Ic
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