LECCIÓN 344
Hoy aprendo la ley del amor: que lo que le doy a mi hermano es el
regalo que me hago a mí mismo.
1. Ésa es Tu ley, Padre mío, no la mía. 2Al no comprender lo que significaba dar,
procuré quedarme con lo que deseaba sólo para mí. 3Y cuando contemplé el tesoro que creía tener,
encontré un lugar vacío en el que nunca hubo nada, en el no hay nada ahora y en
el que nada habrá jamás. 4¿Quién
puede compartir un sueño? 5¿Y
qué puede ofrecerme una ilusión? 6Pero aquel a quien perdone me agasajará con regalos mucho más valiosos
que cualquier cosa que haya en la tierra. 7Permite que mis hermanos redimidos llenen mis arcas con los tesoros
del Cielo, que son los únicos que son reales. 8Así se cumple la ley del amor. 9Y así es como Tu Hijo se eleva y regresa a
Ti.
2. ¡Qué cerca nos encontramos unos de otros en nuestro
camino hacia Dios! 2¡Qué
cerca está Él de nosotros! 3¡Qué
cerca el final del sueño del pecado y la redención del Hijo de Dios!
--------------------------------
Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
http://www.un-curso-de-milagros.com/milagros/LECCIONES-UCDM.pdf
LECCIÓN 344 - 10 DICIEMBRE
“Hoy aprendo la ley del amor:
que lo que le doy a mi hermano es el regalo que me hago a mí mismo”
Instrucciones
para la práctica
Ver las instrucciones para
la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o
en la Tarjeta de Práctica de este
libro.
Comentario
¿Y si nos diéramos cuenta de
que lo que damos a otros es lo que nos quedará al final? ¿Y si reconociéramos
que todo lo que intentamos conservar sólo para nosotros se perderá? ¿Cómo
cambiaría eso el modo en que vivimos?
La lección se refiere a
nuestros regalos de amor y perdón más que a algo físico, aunque lo físico a
menudo representa ese amor. “Pero aquel a quien perdone me agasajará con
regalos mucho más valiosos que cualquier cosa que haya en la tierra” (1:6). El
Curso nos enseña que todo es una idea; y las ideas cuando se dan, únicamente
aumentan, no perdemos nada al darlas.
Por otra parte, cuando intentamos guardar nuestro cariño para nosotros solos,
terminamos con las manos vacías: “Y cuando contemplé el tesoro que creía tener,
encontré un lugar vacío en el que nunca hubo nada, en el no hay nada ahora y en
el que nada habrá jamás” (1:3). Únicamente lo que se comparte es real porque
únicamente la Unidad es la realidad, y la separación es ilusoria. No podemos
tener algo sólo para nosotros porque no estamos solos.
¿Cómo nos elevamos y
regresamos a Dios?” (1:9). Perdonando a nuestros hermanos (1:6-8). Cada uno de
los que perdono llena “mis arcas con los tesoros del Cielo, que son los únicos
que son reales” (1:7). Hay un corto poema que aprendí hace años en la época de
mi fundamentalismo cristiano que dice:
Sólo una vida,
que pronto habrá terminado,
Sólo lo que se
Le da a Cristo durará.
Sólo el amor es real. Sólo
el amor es eterno.
¡Qué cerca nos encontramos unos de otros en nuestro camino hacia Dios!
¡Qué cerca está Él de nosotros! ¡Qué cerca el final del sueño del pecado y la
redención del Hijo de Dios! (2:1-3)
No creo que todavía tenemos una idea de lo estrechamente que estamos
unidos unos a otros, o de lo cerca que estamos unos de otros. Cada vez que
eliges escuchar la Voz de Dios en lugar de la del ego, por muy poco que sea, me
ayudas en mi camino a Dios. Cada vez que abro los ojos a la visión de Cristo,
tú ves un poco mejor. Tú y yo y todos nosotros somos realmente uno. Como dice
la Lección 19: “No soy el único que experimenta los efectos de mis
pensamientos”. Si hoy estoy dispuesto a ver a otro como completo, le ayudo en
el camino a Dios al recordarle Quien es realmente, y literalmente me he ayudado
a mí mismo del mismo modo porque nuestras mentes están unidas. ¡Cuántas
oportunidades nos esperan a cada uno de nosotros hoy! ¡Qué impaciente estoy de
extender el perdón por todo el mundo!
¿Qué es un milagro? (Parte 4)
L.pII.13.2:3-5
El milagro invierte la percepción que antes estaba al revés, y de esa
manera pone fin a las extrañas distorsiones que ésta manifestaba. (2:3)
Las
percepciones que hemos aprendido del ego están al revés, y un milagro invierte
esas percepciones y las pone bien de nuevo. Tal vez ésta es una referencia de cómo
funciona la vista física. En la vista física, la imagen proyectada por la lente
de nuestros ojos está verdaderamente al revés. La mente literalmente aprende a
ver la imagen invertida como si estuviera al derecho. En un experimento a las
personas se les daban gafas que invertían la imagen, de modo que en la retina
aparecía del derecho, la gente veía todo como si estuviera al revés. Sin
embargo, después de varios días la mente se adaptaba y veía todo de nuevo del
modo correcto. Cuando les quitaron las gafas, ¡la gente veía entonces las cosas
como si estuvieran del revés!
Por
ejemplo, la percepción de que lo que doy, lo pierdo, está completamente al
revés; la verdadera percepción me muestra que lo que doy, lo conservo.
Percibimos lo que es falso, pero nuestra mente ha aprendido a interpretarlo
como la verdad. Vemos ilusiones y pensamos que son reales, creemos que la
realidad es ilusoria. Tenemos miedo al amor, y amamos el miedo. Pensamos que la
culpa es buena, y que la inocencia es culpabilidad. Un milagro invierte todo
esto, corrige nuestra percepción, invirtiendo nuestra comprensión. El cambio en
la percepción es lo que acaba con la distorsión (deformación) en lo que se está
manifestando (es decir, lo que estamos viendo en la forma).
“Ahora la percepción se ha vuelto receptiva a la verdad” (2:4). Cuando el
milagro invierte mi percepción y pone fin a la deformación, puedo percibir la
verdad (o su reflejo con exactitud). Mientras no se corrija la percepción, la
verdad no puede entrar.
“Ahora puede verse que el perdón está justificado” (2:5). Ésta es quizá la
inversión más total de todas. Una de las ideas más firmes del Curso es que el
perdón está justificado. Si pensamos
en el perdón desde el punto de vista del ego, lo vemos como librar a alguien
del castigo sin ninguna razón, “fruto de la bondad de nuestro corazón”. El
Curso dice que tenemos todas las razones para perdonar. Está totalmente
justificado (T.30.VI.2:1). Lo que no está justificado es el juicio, la condena
y la ira (T.30.VI.1:1). Esto es algo que no puede aprenderse a través de la
lógica (aunque es completamente lógico). Cuando vemos nuestra condena a alguien
como justa, así es como lo vemos. No sirve de nada que intentemos razonar
nosotros para verlo de manera diferente, no funciona. Tampoco podemos
“obligarnos” a nosotros mismos a hacerlo. Si intentamos forzarnos a “perdonar”
mientras seguimos viendo culpa, nos sentimos como si no fuéramos honestos con
nosotros mismos.
Cuando
Le entregas tu percepción al Espíritu Santo y Le pides ver tal como Él ve, Él
te da Su percepción. Simplemente aparece en la mente. Literalmente ya no ves
ninguna razón para condenar, y sí todas las razones para dar amor. Tu ira,
perfectamente justificada hace un momento, ahora ya no existe. Es como el
cambio que ocurre cuando miras al dibujo de un Ojo Mágico (donde una imagen de
tres dimensiones se esconde en una de dos dimensiones) o una ilusión óptica. Lo
estás mirando sólo por un lado, de repente lo miras por el otro. Y cuando lo
miras por un lado, no puedes verlo por el otro. Así es el milagro. Invierte tu
percepción. Estabas viendo un lado, ahora ves el otro. No puedes hacer que
“suceda”, pero cuando sucede, lo sabes.
AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
VIDEO Mich Gaymard:
https://www.youtube.com/watch?v=bGYgC0XSqrk
No hay comentarios:
Publicar un comentario