LECCIÓN 32
He inventado el mundo que veo.
1. Continuamos hoy desarrollando el tema de causa y
efecto. 2No eres víctima del mundo que ves porque tú mismo lo
inventaste. 3Puedes renunciar a él con la misma facilidad con la que
lo construiste. 4Lo verás o no lo verás, tal como desees. 5Mientras
desees verlo, lo verás; cuando ya no lo desees ver, no estará ahí para que lo puedas
ver.
2. La
idea de hoy, al igual que las anteriores, es aplicable tanto a tu mundo interno
como al externo, que en realidad son lo mismo. 2Sin embargo, puesto que los consideras diferentes,
las sesiones de práctica de hoy tendrán una vez más dos fases: una dedicada al
mundo que ves fuera de ti, y la otra, al que ves en tu mente. 3Trata
de introducir en los ejercicios de hoy el
pensamiento de que ambos se
encuentran en tu propia imaginación.
3. Una vez más, comenzaremos la sesión de práctica de por la mañana y la de
por la noche repitiendo la idea de hoy dos o tres veces mientras miras a tu
alrededor al mundo que consideras como externo a ti. 2Luego cierra
los ojos y mira tu mundo interno. 3Procura tratarlos a ambos con la
mayor igualdad posible. 4Repite la idea de hoy sin ningún
apresuramiento y tan a menudo como desees mientras observas las imágenes que tu
imaginación le presenta a tu conciencia.
4. Se recomiendan de tres a cinco minutos para las dos sesiones de práctica
más largas, siendo tres el mínimo requerido. 2Si notas que hacer los
ejercicios te relaja, los puedes alargar a más de cinco minutos. 3Para
facilitar esa relajación, escoge un momento en el que no preveas muchas
distracciones, y en el que te sientas razonablemente preparado.
5. Estos ejercicios se deben seguir haciendo asimismo a lo largo del día tan
a menudo como sea posible. 2Las aplicaciones más cortas consisten en
lentas repeticiones de la idea según exploras tu mundo externo o tu mundo
interno. 3No importa cuál de ellos elijas.
6. La idea de hoy también debe aplicarse inmediatamente a cualquier
situación que te pueda perturbar. 2Aplícala diciéndote a ti mismo:
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Ayuda para las lecciones:
de Robert Perry y Allen Watson
LECCIÓN
32 - 1 FEBRERO
“He inventado el
mundo que veo”
Instrucciones para
la práctica
Propósito:
Enseñarte
que no eres el efecto del mundo, el mundo es el efecto tuyo.
Ejercicios
más largos: 2 veces, mañana y noche, de tres a cinco minutos de duración por lo
menos.
Como con la lección de ayer, repite la idea dos o tres veces
mientras miras a tu alrededor lentamente. Luego cierra los ojos y aplícala a
las imágenes que surjan en tu mundo interno. Permanece desapegado recordándote
a ti mismo que tanto el mundo externo como el interno son imaginarios.
Observaciones:
El
consejo en 4:3 sobre cuándo practicar se repite en formas diferentes varias
veces en el Libro de Ejercicios. Para más detalles, ver “¿Cuándo Deberías Tomar
tu Tiempo de Quietud por la Mañana?”. Siguiendo el consejo del Libro de
Ejercicios esto mejorará la calidad de tu práctica, de modo que puede que
quieras hacer más de cinco minutos, como con la lección de hoy.
Recordatorios
frecuentes: Tan a menudo como sea posible.
Repite la idea lentamente
mientras miras a tu mundo exterior o interior.
Respuesta
a la tentación: Siempre que una situación te disguste.
Inmediatamente responde con: “He
inventado esta situación tal como la veo”.
Comentario
Si no soy víctima del mundo,
entonces ¿cuál es mi relación con el mundo? Yo he inventado el mundo. Si yo he
inventado el mundo, si yo lo he fabricado ¿cómo puedo ser su víctima?
Ahora bien, decir que yo he
inventado el mundo es una idea muy fuerte. Decir que lo puedo abandonar igual
que lo hice, parece todavía más improbable. Sin embargo, eso es lo que la
práctica del Libro de Ejercicios se propone demostrarnos, no mediante la lógica
rigurosa sino a través de experiencias que demuestran que es verdad. Eso es lo
que son los milagros. Los milagros demuestran que “el mundo que ves fuera de
ti” y “el mundo que ves en tu mente” están “ambos… en tu propia imaginación”
(2:2-3).
Esta lección sólo está
introduciendo la idea, no intentando probarla. El Texto trata el mismo
pensamiento en varios lugares (T.21.II.11:1; T.20.III.5:1-5), la más destacable
de ellas es:
¿Qué pasaría si reconocieses que este mundo es tan sólo una
alucinación? ¿O si realmente entendieses que fuiste tú quien lo inventó? (T.20.VIII.7:3-4).
Ésta no es una idea que puedas pasar por alto fácilmente si
estudias el Curso; el Curso insiste en ella (L.132.6:2-3).
Todo lo que aquí se nos pide
es que abramos nuestra mente a la idea de que nosotros hemos inventado el mundo
que vemos. El concepto puede ocasionarnos confusión porque va en contra de
nuestras creencias fundamentales sobre el mundo. El mundo tiene algunas cosas
agradables, pero también contiene un montón de horrible basura. Y que se nos
diga que somos responsables de ello, que nosotros lo inventamos, no encaja
fácilmente en nuestra mente.
Si esta lección provoca todo
tipo de preguntas en tu mente, bien; deja que surjan. Hoy, en los periodos de
práctica, simplemente aplica la idea tal como se da. Es normal que parte de tu
mente esté en el fondo diciendo: “Esto son bobadas. Realmente no me lo creo”.
La Introducción ya nos avisó de que podríamos resistirnos vivamente a sus
ideas. Decía:
Sean cuales sean tus reacciones hacia ellas, úsalas. No se
requiere nada más. (L.In.9:2-5).
Puede resultar difícil al
principio, pero sólo tenemos dos opciones: o bien yo inventé el mundo, o bien
yo soy su víctima. O yo soy su causa, o su efecto. No hay otras posibilidades.
Piénsalo. O soy el soñador inventándome todo este lío, o soy parte del sueño de
otro (quizá del sueño de Dios). Si yo no soy la causa, entonces estoy a merced
del mundo. Pero si yo soy la causa, ¡hay esperanza! Puedo cambiar el sueño y, quizá,
finalmente dejar de soñar.
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AUDIO (en Ivoox) de Loran@ Galindo
http://www.ivoox.com/lecciones-curso-milagros-32-audios-mp3_rf_3905373_1.html
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